35; Feliz Cumpleaños, Gracey

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Viernes por la noche, justo dos minutos antes de medianoche. 

Joyce, Will, Dustin, Eleven y Jonathan esperaban en el comedor con un pequeño pastelito que habían hecho entre los primeros cuatro, después de muchos enojos y regaños, pudieron acabarlo.

La decoración era mala, estaba mal acomodado y sólo pudieron ponerle "Feliz" con letra chueca, pero estaban convencidos de que sabía muy rico y que le iba a gustar.

Un minuto antes; decidieron caminar a su habitación con Jonathan cargando el pastelito con una vela enterrada en medio. Abrieron la puerta sin tocar, y la encontraron acostada en la cama, leyendo un libro de terror, de su autor favorito; Stephen King, que tenía tiempo sin poder leer. Se sentó en la cama en cuánto los vio.

Todos sonreían, era algo que siempre hacían, todos los años, y ella ya lo sabía, sólo estaba esperándolos. Cantaron feliz cumpleaños al mismo tiempo, mientras la castaña los miraba agradecida y con amor.

—Feliz cumpleaños, Gracey—murmuró Jonathan y le extendió el pastel, con la vela encendida, esperando a que pidiera el deseo y la soplara

La Byers se acercó, se cerró los ojos y la sopló, claro que había pedido un deseo, pero no se lo iba a contar a nadie.

—Vamos al comedor para partirlo—comentó Joyce caminando de vuelta a la cocina para buscar un cuchillo. Todos regresaron detrás de ella, partieron el pastel en seis pequeños pedazos y se los repartieron.

—Amo la decoración, ¿quién la hizo?—inquirió Grace divertida, era algo sarcástico pero a la vez muy enserio, amaba todo lo que sus hermanos o las personas que quería hacían por ella.

—Yo la hice—Will levantó la mano—Bueno, sólo las letras, Dustin y El hicieron lo demás

—Sabe muy rico, señora Byers—comentó Dustin mientras masticaba, realmente parecía estar probando el pastel más rico del mundo

—Gracias chicos—les agradeció a los menores por la bonita decoración en el pastel.

Jonathan sonrió y negó, estaba detrás de los menores y no podían verlo, pero su madre y su hermana sí podían. Joyce lo miró y frunció los labios, sabían exactamente lo que significaba; que no dijera nada sobre la decoración que hiciera sentir mal a los otros tres.

—¿Mañana vas a salir?—preguntó Jonathan mirando a la castaña y todos desviaron su atención para mirarla, expectantes a su respuesta

—Sí, Billy me dijo que iríamos al cine—los miro—¿Quieren que me quedé con ustedes?

—¡No!—gritaron los menores al mismo tiempo, Grace los miró confundida y algo ofendida por lo rápido con lo que dijeron que no

Jonathan soltó una carcajada, y Joyce suspiró mirándolos a los cuatro

—Ve y disfruta tu película, cariño. Iré a dormir, te quiero.—se despidió con un beso en la mejilla y una tierna sonrisa materna.

—Gracias, lo haré—murmuró en respuesta mirándola caminar por el pasillo.—El pastel si sabe muy rico

Duraron un rato más hablando de lo mucho que les costó hacer el pastel y su decoración y después todos se fueron a dormir. Jonathan había sido el único en darle un beso en la frente a su hermana antes de irse a acostar. Era el hermano mayor y el más cariñoso con Grace, era su hermanita y la amaba más que nadie, al igual que a Will, y aunque El no era su hermana de sangre, sentía el cariño y la necesidad de protegerla como si fuera su hermana desde siempre.

Pero así era Jonathan, tenía este gran corazón que Grace iba a defender toda la vida, de quién sea y dónde sea.

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Grace Byers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora