11; Detonante

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—¡No, Maxine!, ¡deja de ser una desgraciada de mierda y entonces hablaremos!—gritó con ira mientras daba un portazo a la puerta principal de la casa, respiro profundamente y miró hacia el cielo. Sabía que no había dejado de ser un idiota, pero sabía que se había controlado al no golpearla. Habían días en los que simplemente no podía contenerse y cualquier cosa era un detonante para su ira y sus ganas de mandar todo a la mierda. Ya habían pasado dos veces en una semana y media y sentía ganas de poder olvidar absolutamente todo

El detonante ahora había sido Max, queriendo ayudarlo y convencerlo de que le contara sobre sus pesadillas. La pelirroja lo escuchaba por las noches y las mañanas, despertando con un gritó, sudado, a veces con los ojos hinchados y rojos porque solía llorar en las pesadillas y sólo quería ayudar a su hermano mayor y él lo entendía, sabía como era Max y sus intenciones, pero simplemente no podía evitarlo, el enojo se apoderaba de él y los gritos salían sin aviso, incluso muchas cosas que ni siquiera quería decir

Después de un par de minutos de estar calmandose con respiraciones, tal como la terapeuta que el Dr. Owen le había dado como parte del tratamiento, le había enseñado. Sí, estaba yendo con una terapeuta, y lo había ayudado, sabía como calmarse pero era un camino muy largo, según le había dicho. Entró a la casa de nuevo, dónde encontró un silencio abrumador reinando en todo el lugar, camino hasta la habitación de la pelirroja y pegó la oreja a la puerta, escuchándola sollozar. Billy cerró los ojos un momento, la forma y el nivel en el que se odiaba a sí mismo ahora era insuperable

—Max, lo siento, ¿okay?—trató de sonar calmado y dulce—No lo dije enserio. Abre la puerta, vamos a hablar

Escucho como los sollozos cesaban y después a la pelirroja abriendo la puerta, con los ojos hinchados, pero aún así lo abrazó, lo abrazó con fuerza. Le dolía cada que Billy se ponía agresivo o la insultaba, siempre había un miedo de que la golpeara de nuevo, pero entendía que su hermano no la estaba pasando bien, estaba tratando de cambiar más de diez años de violencia, su carácter y temperamento de mierda y a la vez lidiando con todo lo que vivió con el desuellamentes dentro de él.

—No debí presionarte—murmuró—ni siquiera debí mencionarlo, o preguntar

—Hey, esta bien que preguntes, pero aún no me siento bien para hablarlo, pequeña—le sonrió amable

Max sonrió ampliamente al escucharlo decirle así. Cuando Billy tenía 12 años, amaba decirle así a su pequeña hermana pelirroja y hacerse el hermano protector y celoso, con el tiempo, Billy encontró una nueva faceta que ya había empezado a ser desde que su mamá lo dejó pero ahora lo era todo el tiempo; un chico violento, grotesco, mal educado y un bully, incluso con su pequeña hermana

—¿sabes que siempre dije que eras asqueroso?—confesó Max en un susurró, Billy frunció el ceño y la miro—Me refiero a que eras un asqueroso que miraba mujeres desnudas en revistas, hacía ruidos raros cuando estabas con una chica a solas y todo eso

Billy sonrió nuevamente pero ahora con burla y gracia

—Entonces sigo siendo un asqueroso, Max

La pelirroja lo empujó del pecho y empezaron a reír al mismo tiempo

—¿Quieres escuchar mi canción favorita?—le preguntó con una mueca y una mirada un tanto avergonzada pero esperanzada

—Sólo una—contestó Billy entrando a la habitación de la menor y sentándose en la esquina de la cama, observando a su hermana correr por la habitación buscando el casete

—¡¿Quién tomó mi cámara?!—gritó Jonathan saliendo de su habitación, no estaba enojado, sólo paranoico, siempre pasaba. Miró a sus tres hermanos junto a su madre sentados en el sofá mirando el televisor y ninguno decía nada, sólo lo miraban sin expresión, estaban acostumbrados ya

—Nadie, hijo—murmuró Joyce poniéndose de pie, yendo a la cocina para tomar un vaso de agua—seguro la tienes en tu habitación

—No está. ¿Grace?

—¿Qué?—preguntó la castaña girando a verlo

—¿No la tienes?

—No, Jonathan. Pregúntale a Will

—¡Yo no la tengo!—se defendió de inmediato—Pregúntale a Eleven

—¡Suficiente!—el gritó de Joyce desde la cocina hizo que los otros cuatro se quedaran quietos y dejaran de hablar—Nadie la tomo, ¿okay?. Búscala

Los tres miraron a Jonathan, quién suspiró molesto y regreso a su habitación a buscarla de nuevo, y después de unos minutos la encontró debajo de un montón de ropa sucia de él y de Will

—Es un idiota—murmuró Grace tan bajo que apenas y la escucharon los menores, Will hizo una mueca, no le gustaba que sus hermanos mayores pelearan o discutieran, odiaba sentir la tensión y molestia en la casa por parte de esos dos, y había pasado suficientes veces para saber que iban a explotar en algún momento o que se iban a arreglar como si nada hubiera pasado

—¿Ustedes tenían papá?—preguntó Eleven de repente, con la voz dulce y baja, mera curiosidad e inocencia. Grace miró a Will a los ojos, viendo como empezaba a crecer su incomodidad ante la pregunta, y luego les sonrió a ambos, queriendo decirles que no pasaba nada por hablar de eso, y que estaba bien preguntar.

—¿Lo tenemos?—le preguntó a Will y este soltó una sonrisa,—Solíamos tener uno, pero es el idiota más grande que puede existir. Nunca conocerás a alguien peor que él

—¿Más idiota que Billy?—preguntó de nuevo, mirando a Grace, quién rio levemente

—Mucho más idiota que Billy

Después de eso, Eleven dejo de hacer preguntas, era normal que quisiera saber el pasado y la intimidad de la familia porque ella ya era parte de esta y merecía saberlo, aunque fueran fibras sensibles para el menor de los Byers.

Will se distrajo con Eleven hablando de Hopper, de como fue vivir con él y como era antes de que ella lo conociera, y Grace sólo se quedaba pensando en que en realidad, su papá si era el idiota más grande que podía existir, sobretodo cuando nació Will.

Grace Byers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora