La vida es simple, el amor no lo es (Izuku Adulto X Mirko)

Capítulo 30 : Monstruo necesario.

"Quien luche contra monstruos debe asegurarse de que en el proceso no se convierta en un monstruo. Y si miras lo suficiente a un abismo, el abismo te devolverá la mirada".

- Friedrich Nietzsche

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Izuku se apoyó contra la pared del pasillo del hospital y trató sin éxito de calmarse. A solo unos metros de distancia, detrás de una puerta cerrada, Rumi yacía en una cama de hospital conectada a docenas de máquinas que apenas la mantenían con vida.

Solo habían pasado unas pocas horas desde que Rumi colapsó repentinamente en la carretera, pero la situación era terrible. Aparentemente, el hombre que la había mordido en la terminal ferroviaria tenía algún tipo de peculiaridad de serpiente venenosa. Para empeorar las cosas, el veneno en el torrente sanguíneo de Rumi era una combinación de algunas de las serpientes más mortíferas del mundo. Si bien los médicos lograron evitar los efectos del veneno temporalmente, Izuku los escuchó discutiendo qué se debería hacer cuando el veneno finalmente abrumó el cuerpo de Rumi.

Desesperado por cualquier tipo de información útil, Izuku había sobornado a un joven médico sin escrúpulos para que le proporcionara una posible solución. Aparentemente, si el médico lograra obtener una muestra directamente de la fuente del veneno, se podría crear un antídoto.

Sin embargo, no fue tan simple.

El Ministerio de Defensa parecía no estar dispuesto a comprometer recursos en una búsqueda inútil y le había dado instrucciones a Izuku para que simplemente se quedara quieto y esperara a que los profesionales médicos encontraran una solución.

Golpeando la pared de azulejos con frustración, Izuku sintió que comenzaba a hiperventilar cuando los viejos recuerdos comenzaron a surgir.

Parecía que el pasado tenía la costumbre de repetirse, y cada vez que Izuku miraba hacia la habitación de Rumi, solo podía ver a su madre mientras moría lentamente a causa del cáncer que devastaba su cuerpo. En ese entonces, el adolescente Izuku solo podía sentarse y ver cómo su madre moría lentamente frente a él. A diferencia de las películas y los programas de televisión, Izuku no se dio el lujo de tener una última conversación con su madre. Un día estaba viva y saludable, al siguiente la pusieron en coma inducido y la llenaron de tubos y cables que la mantuvieron con vida artificialmente. Después de varias semanas de visitar a su madre inconsciente en el hospital, Izuku se vio obligado a tomar la decisión de quitarle el soporte vital.

Ese día, una parte de Izuku había muerto junto con su madre.

Fue entonces cuando Izuku finalmente entendió una simple verdad.

La vida no es justa.

Ahora parecía que la cruel amante llamada destino se burlaba una vez más de él mientras se llevaba a la única persona que lo hacía feliz.

Apretando los dientes contra la ola de náuseas que amenazaba con abrumarlo, Izuku apretó las manos y cerró los ojos mientras se obligaba a respirar más lento.

En ese momento, supo lo que tenía que hacer.

Haría lo que fuera necesario para mantener viva a Rumi. Si eso significaba que tenía que vender su alma para hacerlo, entonces ese era un pequeño precio a pagar por la vida de la mujer que amaba.

Con fría determinación en sus ojos, Izuku se alejó de la habitación de Rumi y sacó su teléfono.

Tenía algunas llamadas que hacer.

Después de hacer los arreglos necesarios, Izuku esperó a que cayera la noche. Volviendo al patio ferroviario abandonado, Izuku estacionó su auto en un callejón cercano y regresó al almacén donde Rumi había sido mordida.