Capítulo 9: La competencia de fuerza humana

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Las chicas pasaron toda la noche anterior y gran parte del día en su reunión a pesar de que la competencia comenzaría en la noche, por ser el cierre de la semana de celebración de la aldea. Cerca de la hora, Moroha se veía a sí misma frente al espejo de su madre. Towa, guiada por sus deseos de divertirse, estuvo muchas horas preparándola. Al cabo de unos minutos Beniyasha estaba molesta, no quería seguir haciendo de muñeca de su prima pero, al mismo tiempo, verla tan entusiasmada la hacía sentir culpable de tener tan mala actitud. 

-Quédate quieta, estás arruinando el peinado- le decía la peliplateada luego de intentar varios arreglos en el salvaje cabello de su prima. 

-Aarggg ¡¡¡me estás tirando mucho el cabello!!!

- ¡Es que nunca te lo cepillas, parece un nido de aves!

-¡¡Cállense ambas!!

Desde que Setsuna recuperó la capacidad de dormir, era aquella la mejor fórmula para liberarse de los líos y gritos de su prima y hermana. Después de que Moroha perdiera la paciencia, la exterminadora se limitó a dormitar sobre los almohadones con sonido ambiente los alegatos de las semi demonios. La prima menor, por su parte, solo se repetía mentalmente que eso lo hacía por la recompensa, que valía la pena.

Pero, luego de todo aquel caos, del delicioso almuerzo compartido con Kagome y de varias pruebas de kimonos, la shinhanyo estaba lista para su actuación humana. Towa miraba maravillada su creación y, hasta la imperturbable Setsuna, miraba con cierto asombro. La adolescente lucía frente a sus primas usando un kimono digno de princesa; la parte de abajo como primera tela era de color negro y su diseño consistía en flores de camelias rojas intensas con pétalos de un verde musgo. La túnica de encima, como segunda tela, también era roja, similar a las flores y tenía en las mangas el mismo bordado dorado del obi que lo sostenía. Había logrado que su prima usará sandalias sencillas (todo luego de arreglar sus garras de manos y pies) y que usará el cabello suelto. Towa se sorprendió de lo largó que lo tenía, así que aprovecho de arreglarlo con un simple moño que se formaba con dos mechones que nacían del inicio de su frente, uniéndose con el típico lazo de la chica, pero dejándolo caer unido a un adorno floral con tonos dorados que se incrustaba en el pelo. 

El toque final consistía en maquillarla, lo hizo sutilmente, primero dando atención a los ojos con una sombra rosada suave que colocó con delicadeza, luego les dio color a sus mejillas con un poco de rubor y finalizó con un pequeño toque de labial rojizo como las camelias del kimono, que acentuaban el grosor natural de los labios de la niña. 

-Magnifica-Towa se atrevió a romper el silencio entre las tres. - Toma, esto es para ocultar tus colmillos, es necesario. Debes usarlo siempre que rías o hables. O sea, casi siempre. -

La chica le entregó un abanico que hacía juego con su vestimenta, negro con apliques dorados y rojos. Moroha no sabía cómo usarlo, cuando lo miró arrugó los labios con desgana, pero aceptó las clases express de su prima, tenía razón, era necesario. 

En la cocina, junto al fuego, Inuyasha estaba sentado conversando animadamente con Kenji. De un tiempo hasta esa parte el dueño de casa disfrutaba de los comentarios suspicaces y graciosos de su discípulo, el paso de timidez a esa confianza entre ambos les agradaba mucho. Hiro, por otro lado, estaba afuera conversando animadamente con las mellizas de Miroku, esperando que las chicas salieran de su “escondite” en la pieza. Moroha había inventado a sus padres que perdió una apuesta con Towa y se tendría que dejar vestir como “boba”. Kagome lo aceptó divertida, pero Inuyasha sospechaba, no lo terminaba de convencer esa liviandad con que su hija aceptó algo que iba tan al contrario de su personalidad. Cuando salieron, la madre quedó maravillada y se acercó a tocar las mejillas de su niña. 

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