Capítulo 18: Los cuatro guardianes del bebé

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Dos semanas después

El aire fresco de la mañana era un aliciente propicio para disminuir los tormentosos mareos matutinos de la sacerdotisa del futuro. Kagome no sabía a cabalidad cuánto tiempo tenía de embarazo, pero aquella mañana la certeza de que su hijo estaba presente se vio reflejada en el aumento sutil de su vientre. No podía evitar sonreír al saber que, esta vez, tendría unos meses tranquilos, amparados por los intensos cuidados de los tres semidemonios con los que vivía, que desde que supieron de su estado había aumentado a niveles estratosféricos su atención para con ella. Kenji solía ofrecerse para cualquier labor hogareña desde limpiar hasta cocinar para todos, por su parte, Moroha insistía en hacer gran parte del oficio de su madre con la excusa de mejorar sus habilidades y, finalmente, Inuyasha hacía un gran esfuerzo en controlar su ansiedad con todo lo que venía por delante. La miko podía ver su nerviosismo con el embarazo, más que nada en su insistencia de estar con ella lo más posible y procurando cada mañana y cada noche saber cómo se sentía. Junto a eso, todas las noches se recostaba a su lado para observar mientras ella le hablaba con entusiasmo, comentando cualquier cosa de su día ante la atenta mirada de ojos dorados de su marido, que sin decir muchas palabras le daba a entender que tenía toda su atención. Aquella mañana luego de que su compañero se despidiera de ella, noto como enfocaba su mirada en su estómago.

-Ya tienes pancita- y, para sus sorpresa, acarició su vientre con una sonrisa que duró muy poco mientras que con la otra, apretaba la mano que le sostenía- cuídate. 

-Sí, nos cuidaremos. Ya nunca estoy completamente sola- con eso Kagome logró hacerlo sonreír de nuevo, soltó su mano y dejó que ambos comenzaran su día de trabajo. La mujer se encaminó con lentitud hasta el lugar donde ya estaban dispuestos los primeros pilares del templo que algún día resguardaría su abuelo. Junto al árbol sagrado, su sobrina Towa la esperaba. 

-Buenos días Towa- la adolescente le respondió alegremente, ofreciéndole a su vez asiento en una banca provisional colocada previamente por Moroha para que su madre no pasara tantas horas de pie. - Hoy tendremos muchísimo trabajo, debemos dejar todo dispuesto para la ceremonia en una semana. ¿Estará bien llamarla ceremonia? Inuyasha insiste en que es una celebración, como un festival.

-Ninguna opción suena mal, de todas formas tendrá un elemento espiritual principal y...una especie de fiesta- la peli plateada se rió, en realidad aquello no tenía un nombre, pero daba igual, era una ocasión que su tía y ella esperaban con iguales ansias. 

-Una fiesta...me hiciste recordar las que se realizaban en el colegio, los festivales. Parece algo tan lejano ahora mismo.

-Sí, yo a veces recuerdo las reuniones familiares en casa de papá Sota, él siempre hablaba de usted.

-Mi hermanito, que curioso, no solía ser un fanatico de las fiestas. Y hablando de fiestas, debe estar hablando el bebé, pero que deseos de comer pastel- Kagome se mordió el labio, la sola imagen mental de un pastel de crema y frutillas la hacía salivar. 

-Delicioso. Aunque no sería algo que traería del futuro frente a otras cosas.

-¿Sí? ¿Qué extrañas especialmente del futuro? - Towa se quedó pensando unos segundos, analizando rápidamente con una inmensa sonrisa en el rostro

-Extraño la pizza, ir a un local y comer pizza. ¡El queso! - la embarazada asintió con expresión angustiada, realmente el queso en todas sus formas era algo digno de recordar.- también, fuera de la comida, el internet y el celular, en mi futuro era fácil comunicarse y hacer muchas cosas a través de los celulares, llegan casi al nivel de algunos computadores. Me gustaba poder enviar mensajes a mis amigos, la rapidez hacía más fácil saber de las personas.- esa última mención tenía un dejo melancólico que la sacerdotisa alcanzó a notar, la niña extrañaba a alguien en especial. 

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