Capítulo 19: Aquellas ciertas cosas inevitables.

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“Un sonido extraño, como un pájaro herido…que no se calla” 

Moroha abrió apenas los ojos. La mañana no era en absoluto su momento del día. Apenas pudo percibir con detenimiento que el sonido se había silenciado. Lo primero que vio fue un techo blanco. ¿Un techo blanco? Se incorporó despacio, descubriendo que sobre sí tenía una extraña manta. Y que estaba ...¿en una cama? Una cama como las de la época de Towa, esos futones altos y blanditos. Y no solo eso,a su alrededor todo era ajeno. Los muebles, la ropa tirada en el piso, las imágenes en la pared, el sitio en sí mismo. ¿Qué significaba eso? ¿Había vuelto a la época moderna sin recordarlo? Se levantó con rapidez, sin detenerse a analizar el hecho de que llevaba un extraño kimono de dos piezas de color rojo intenso. Al salir de la habitación, se encontró con una escalera de madera que llevaba directo a unos ruidos familiares y, cuando llegó hasta lo que llamaba su atención, su sorpresa fue aún mayor. Reconoció el lugar, era la casa donde vivía su bisabuelo y su abuela, la que estaba dentro del templo. ¿Pero cómo...cómo había llegado ahí? 

-Hola hija, apresúrate a desayunar o llegarás tarde al colegio- la voz cálida de su madre la despertó, a su lado la misma Kagome de siempre, pero con una considerable barriga de embarazo la miraba sonriendo. Su madre vestía un vestido color verde agua muy hermoso y un delantal sobre el mismo-.

-Mamá…¿cómo fue que llegamos aquí?

-¿Aquí? ¿Te refieres a esta casa? Bueno, mi abuelo pensó que sería mejor que nosotros viviéramos aquí porque ahora seremos más…¿no lo recuerdas?- la miko la miraba con extrañeza, mientras le indicaba que se sentara en la mesa. 

-Alguien sigue dormida. Enana, despierta ¿no tienes un examen hoy?- a sus oídos llegaron esta vez las palabras rudas de su padre, pero cuando se giró para mirarlo se quedó quieta. 

-¿Papá? 

-¿Sí? ¿Tengo algo en la cara?- Ahí estaba su padre, pero, como Kagome, con una ropa moderna. Pantalones rectos, una camisa de tonos azulados y el pelo ¿negro? Tomado en una coleta. Y su ojos eran del tono oscuro que le daba la luna nueva. 

-No…¿hoy es luna nueva? Creí que era de día- Moroha, en su desconcierto, se concentró primero en descifrar porque su padre llevaba ese look del futuro.

-Ni idea ¿Kagome hay luna nueva hoy? 

-¡Tampoco lo sé! Creo que ese calendario lo dice. La verdad nunca me ha preocupado

-Menos a mi. ¿Te sientes bien?- 

Moroha no respondió a la pregunta, simplemente porque no tenía ni la más mínima claridad de todo lo que estaba pasando a su alrededor. Entonces cayó en cuenta. Y comenzó a mirarse a sí misma. Y su manos...ya no tenían garras. Se tocó rápidamente la cara, luego la boca, para sentir luego dentro de la misma si conservaba sus colmillos. Pero nada. ¿Qué diablo está pasando? ¿Es otra realidad?. Cuando comenzaba a darse cuenta en que en verdad ese parecía ser su mundo, notó en la televisión que estaban dando una película (así se llaman, o eso recordaba) una que había visto antes con sus primas. Era de una familia japonesa, de adolescentes, de amores imposibles, de escuela… 

-Come rápido, ya vas retrasada- Kagome le regaño, haciendo que la niña se apresurara en comer algo que no sabía que era en realidad, pero sabía delicioso así que se dejó llevar. Luego la madre, que la veía muy distraída, la acompañó al dormitorio y le señaló la ropa.- Vístete, ya no alcanzas a ducharte. ¡Por todos los cielos, Moroha, tienes que dejar de dormir tanto! Apuesto que anoche te quedaste conversando por mensajes...y podría adivinar con quien- ahora, la miko le guiñó un ojo. ¿Mensajes? Seguramente eran esos que se mandaban por el aparato moderno que tenía Towa. Eso le había dicho una día, que se mandaban una suerte de mini cartas. 

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