Capítulo 14: Regalos de cumpleaños

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Inuyasha y Kagome volvieron cuando la noche recién iniciaba y la luna coronaba la belleza del cielo de la aldea. Ambos con una expresión descansada, así que Moroha creyó que el uso de su premio había valido la pena. Apenas entró a la cabaña, la sacerdotisa abrazó fuertemente a su hija, luego, hizo lo mismo con Kenji quien se entregó a esa muestra de cariño, aunque aún no sabía bien cómo lidiar con la inmensa calidez de la mujer.

- ¿Cómo estuvo todo? ¿Comieron bien? ¿Pasaron frío? Hizo frío muchos días.

-Yo diría que estos dos están mejor que cuando nos fuimos mujer, déjalos.

Ninguno de los dos dijo nada, pero ambos pensaron en su interior que era un poco real esa afirmación por parte de Inuyasha. Mientras los casados se acomodaban, el hanyo más viejo no se hizo de esperar.

-No saben quién va a ser mamá

- ¡Inuyasha, qué indiscreto eres!

-Keh...lo sabrán luego, si es que no lo saben aún.

-¿Quién?- Moroha se mostró abiertamente curiosa pero Kenji no dijo nada.

-Gyokuto. Y se casa luego, por suerte de Miroku- Inuyasha se sentó cómodamente en el piso junto a la mesa mientras su mujer lo miraba con ojos de desaprobación.

-Wow, no sabía que tenía pareja-

-Nadie lo sabía. Miroku estaba muy deprimido, diría que nunca lo había visto así.

- ¿Es para tanto? Después de todo se va a casar ¿no?

-Sí, pero lo entiendo. Esa fue la solución, pero el hecho de que la melliza anduviera en esas andanzas, a escondidas besuqueándose y manoseándose con cualquier tipo sin futuro ni expectativas no deja de ser sorprendente para un padre.

Moroha no dijo nada, solo miró con cara de hastío a su padre. Kagome dejó lo que hacía para enfrentarlo directamente.

- ¡No seas vulgar, que manera es esa de referirte a Gyo, es casi nuestra sobrina!

- ¡Claro que sí, por lo mismo Kagome! Miroku fue blando, si hubiera sido yo- y ahora Inuyasha ni siquiera disimuló como dirigía sus ojos a su hija y cambiaba su tono de voz- lo mató, mató a ese imbécil, sea quien sea, un señor feudal o el más grande de los yokais. Me da igual. Especialmente si fuera Moroha, todavía es muy pequeña para andar con malandros.

-Tu horrible actitud te pasará la cuenta un día, Inuyasha.

-No me maldigas como las brujas, Kagome, soy tu marido.

Moroha no quería perder más el tiempo así que se adelantó a los intentos de su madre por iniciar la cena e ignorar a su padre.

-Necesitamos hablar con ustedes. Ahora, no puede esperar-

Los dueños de casa, en silencio, obedecieron a su hija un poco curiosos de qué tema podría envolver a ambos muchachos. Kenji y Moroha se sentaron frente a ellos en la mesa, muy serios al parecer de la pareja.

-No quiero que se alteren ni que hagan algún escándalo, sobre todo tu papá, por favor. - ninguno dijo nada, así que la adolescente siguió. - Ehh...Kenji y yo pasamos por algo en estos días pasados.

- ¿Qué sucedió? - Kagome estaba inquieta por la dificultad al hablar de su hija, algo raro en ella.

-Nada grave. Todo fue mi culpa- el hanyo más joven se adelantó- yo involucre a Moroha en algo indebido y pido disculpas- el chico hizo una reverencia en su sitio que desconcertó aún más a los padres de la niña.

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