"La tribu escondida"

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Towa despertó lentamente, atraída por el aroma a una flor que no supo reconocer pero que le era levemente familiar. Cuando abrió los ojos y se incorporó, descubrió que estaba dentro de una futon en medio de una gran estancia. Por instinto, se levantó lo más rápido que pudo para fijarse si estaba siendo vigilada por alguien o algo. Pero, pasados los segundos, no vio nada. Aun atraída por el olor previo, salió de la habitación para encontrarse con un bello jardín tradicional japonés. Lo último que recordaba era haber sido llevada por alguien, una sombra en realidad, que la forzó a dejar sus armas en el suelo del bosque. ¿Había sido secuestrada?

Caminó con sigilo por el pasillo que se presentaba junto a ella siempre atenta a cualquier ruido o amenaza pero fue inmensa su sorpresa al llegar a otro sitio donde el mismo demonio diminuto del día anterior la esperaba calmadamente.

-¡Dime dónde estoy!-

-Tranquila princesa, está a salvo. La traje hasta un lugar seguro.

-¿Seguro? No sé dónde estoy, mis padres y mis tíos deben estar preocupados.

-No se preocupe por ello, han sido advertidos de su ausencia con una muy buena excusa. ¿Me hace el favor de acompañarme?

Towa no supo si debía seguir batallando, su expresión molesta quizá no era la eficiente para amedrentar al demonio, le faltaba esa fuerza de carácter de Moroha o quizá la dureza expresiva de Setsuna.

Caminó detrás del ser, siempre atenta, hasta que llegaron a una suerte de "salón comedor" donde la esperaba un banquete de la realeza.

-Siéntese, puede comenzar a comer.

La hanyo, que no entendía bien lo que sucedía, se sentó sin ánimos de alimentarse, sólo mirando a todos lados. ¿Era una broma o quizá algún enemigo de su padre la había secuestrado?...como fuera, tenía que buscar un arma luego. Se levantó nuevamente y buscó por todos los rincones cualquier cosa que le sirviera, un palo largo, algo con filo, lo que fuera. Pero no había nada. Su última idea era usar los utensilios para comer y crear lo que surgiera, así que se acercó a la comida y, con una agilidad que no sabía que tenía, comenzó a formar una tosca arma. Cuando llevaba unos minutos ingeniándosela, sintió que sus sentidos despertaban por la presencia de alguien a su espalda. Sin girarse, levantó lentamente su nueva herramienta y, decidida a darse vuelta con rapidez para alcanzar a quien fuera, cerró los ojos concentrándose por un segundo.

Pero, sin saber como, al apenas girarse quedó sostenida del brazo derecho que sostenía la tosca arma por una mano conocida. Y, por otra parte, era sostenida de la espalda por la misma persona.

-Buenos días princesa-

-¿Ri..ku?

-Sí

-Te ves diferente- cuando Riku soltó su agarre, Towa se dio unos segundos para mirarlo. Su cabello estaba mucho más largo, su atuendo había cambiado igualmente, pero lo más increíble era la dureza de su rostro.

-Ha sido un tiempo complicado- le sonrió en respuesta con los ojos semicerrados- pero no podía ignorar su invitación. Disculpe si no di aviso, me pareció peligroso. Respecto a usted, me parece aún más hermosa que antes.

-Gracias- la niña sintió como su corazón se aceleraba con sus palabras, acusadoramente- ¿Sigues ocultadote?

-Sí- el pelirrojo se alejó unos pasos de su compañía como desviado el tema y luego volvió a mirarla- disculpe el tener que traerla hasta acá de esta manera, me tomé la libertad de planear todo esto con un viejo amigo en tenemos en común.

-¿En serio? ¿Quién?

-Hace varios años conocí a un chiquillo que estaba muy solo y era muy amable. Se llamaba Kenji y estaba buscando a su padre.- Towa sonrió, claro que había sido él- Cuando recibí la invitación, envié a mi pequeño sirviente a la aldea y en ella se encontró con mi amigo hanyo. Hicimos contacto y le pedí que me ayudara a acercarme a usted, princesa.

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