Capítulo 13: Lidiando con nuevos sentimientos

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-Hace años no estábamos los cuatro así de tranquilos- Kagome estaba cómodamente sentada vestida con un kimono blanco, igual que las otras tres personas junto a ella. Ambas parejas ya llevaban algunos días en aquella posada.

-Yo diría que nunca lo estuvimos en realidad- Sango tomaba su té sentada junto a su marido. Habían pasado los cuatro algunas horas en las termas disfrutando de las cálidas aguas y los sonidos de la naturaleza. Aunque, de alguna forma, la expresión preocupada de Miroku era demasiado palpable para todos mientras cenaban y la miko había intentado amenizar de alguna forma el ambiente contándoles anécdotas de su trabajo. 

- ¿Qué te pasa Miroku? Estas muy callado para ser tu- Inuyasha ya estaba hastiado de verlo dar suspiros y tener esa expresión angustiada.

-Sí, no estoy muy enfocado en disfrutar.

-Les contaremos porqué de nuestra urgencia por salir pronto- la exterminadora estaba muy seria, Kagome ya temía que fueran malas noticias. - Gyo está embarazada. 

- ¡¿Qué?!- Inuyasha y Kagome hablaron al unísono, los dos se habían sorprendido de sobremanera.

-Eso que escucharon. - el monje resopló con una expresión que el hanyo no pudo menos que comprender, el estaría peor. 

-Pero… ¡es estupendo! Los niños son siempre bienvenidos. Me alegro por ustedes, los felicito. - Kagome era de un pensamiento siempre más optimista, aunque podía entender también que incomodaba a sus amigos.

- ¿Y el padre existe?

-¡¡Inuyasha!!- el hombre recibió un golpe del codo de su esposa directo en las costillas, como siempre no pensaba mucho antes de hablar. 

-Sí. Un muchacho de una aldea vecina. No sabíamos que tenía novio, pero ahora la urgencia nos obligó a conocerlo…

-Pero la melliza no se ve gordita, asumo que el parto no fue la urgencia. - Inuyasha insistía en su rudeza en hablar mientras se dirigía directo a Sango. Miroku estaba en silencio sepulcro.

-No. Es que van a casarse, Miroku los convenció cuando les hizo ver que ya deberían formar una familia y que los ayudaríamos. - 

-Eso está muy bien chicos, los felicito por su futuro nieto. Lo que tienen que hacer ahora es solo apoyar a su hija.

-Keh...si Moroha saliera con que tenía un novio secreto o con un embarazo, mató al infeliz. - el monje miró a su amigo, claro que sus métodos eran siempre más arcaicos, pero él mismo había pensado por unos momentos asesinar a ese chiquillo flacucho y callado que se presentó frente a él para llevarse a su niña. 

-No lo escuchen. ¿Por qué estás tan preocupado, Miroku? Todo se ve ciertamente solucionado. 

-Me he preguntado este tiempo si la actitud de mis hijas es un castigo por mi forma de vida en juventud. Ambas son muy liberales- dijo Miroku- son muy parecidas a mi y nunca pensé que me afectaría tanto. Kin’u solo busca disfrutar y de seguro a tenido vamos novios ocultos.

-Bueno, pero eso no es tu castigo, simplemente son tus hijas, debes aceptarlas como son. Nada de eso les haría daño. Eres un buen padre y eso es lo que importa.

-Gracias Kagome, eres siempre muy amable.

-De todas formas, si te parece muy poca cosa, podemos deshacernos del puberto de Gyo y decimos que quedó viuda cuando nazca el bebé- Miroku solo sonrió ante esa broma, la pareja intentaba animarlo de alguna manera y él se sentía muy agradecido. 

-Yo estoy feliz, me encanta la idea de ser abuela- Sango sonreía, a diferencia de su amiga ella no podría tener más hijos y su siguiente oportunidad de cuidar niños eran los de sus hijos.

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