Inukyo Month

XX

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𝕯í𝖆 20
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━━━━━━"Observar las estrellas"━━━━━━
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El firmamento resplandecía como nunca.

Solo habían pasado unos días de que Kikyo había partido por segunda de vez de este mundo.

Sentía como si le hubieran arrebatado una parte de el. Se sentía incompleto y vacío, pero sabía que debía de seguir adelante para poder vengar la muerte de Kikyo. No descansaría hasta que Naraku desapareciera totalmente de este mundo.

Su grupo seguía en busca de Naraku, pero el se había alejado del resto para tener un momento a solas, nadie le reprochó ni siquiera Kagome los vestigios de la muerte de Kikyo aún estaban muy arraigados en su alma. Llegando a un acantilado, se detuvo para mirar hacia las estrellas con melancolía, al mirarlas solo hacía que recordará cómo perdió a Kikyo por segunda vez y como su alma había subido hasta el firmamento para así convertirse en una estrella brillante.

Se sentó en forma de indio sobre las rocas para dejar vagar a su mente entre sus recuerdos, recuerdos que compartió con Kikyo antes de que los separarán, eso era algo que había estado haciendo desde que Kikyo había sido resucitada. Pero después de que ella murió por segunda vez estos momentos eran más frecuentes, se culpaba inmensamente si se hubiera dado cuenta que era Naraku quien le lanzaba las flechas y no Kikyo no sé hubiera apresurado imprudentemente en atacar la aldea dándole el tiempo para ir hacia Kikyo y herirla y así hacer que ella lo sellará en el árbol de las edades para después morir llena de tristeza y rencor. Todo hubiera sido diferente si Onigumo hubiera muerto, si ellos se hubieran dado cuenta de la trampa que les estaban poniendo habrían podido vivir felices y juntos justo como lo habían soñado.

Lamentablemente el hubiera no existe.

— Kikyo no sabes cuánto te extraño.... — murmuro a la nada.

Lo único que pedía es que después de la muerte se le permitiera verla una vez más, sentir su calidez una vez más, poder probar sus labios una más y poder embriagarse con su aroma que tanto amaba.

Eso era lo único que pedía.

Se lo imploraba fervientemente a las estrellas.

Suspiro al escuchar y oler a la distancia el aroma de Kagome, por lo visto había venido a buscarlo ya que había tardado más tiempo de lo normal. Por lo que se puso de pie, sin dejar de mirar fijamente aquellos astros que resplandecían con fulgor, específicamente una que resplandecía brillante con una luz inmensa de la cuál Inuyasha creía fervientemente que esa estrella se trataba de Kikyo.

— No te preocupes Kikyo, estaré a tu lado solo espérame ... — prometió mirando por último vez las estrellas, para poder marcharse con los demás.

Observar las estrellas siempre le evocaba recuerdos que tenía grabados con fuego en su alma y corazón. Recuerdos y sentimientos que nunca sería capaz de olvidar. Pues a final de cuentas Kikyo era y será la mujer que más ha amado en el mundo.

Solo era cuestión de tiempo para que volvieran a encontrarse.

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