VII

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━━━━━━"Aguas termales"━━━━━━
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Ligero +18

Se encontraban hospedados en un ryokan, después de haber exterminado a unos demonios que habitaban en los climas helados. Tanto porque les tomaría algunos días regresar a su aldea y por qué Inuyasha no quería viajar de noche para no poner en peligro a Kikyo, aunque ella le dijo que no había problema y que podía defenderse bien, Inuyasha la ignoró. Aunque Kikyo presentía que Inuyasha no quería viajar de noche por algo, más no sabía porque pero rápido obtuvo su respuesta pues en cuanto estaban por llegar al ryokan, la noche cayó y la luna se alzó en todo su esplendor, pero está vez era más brillante pues se trataba de luna nueva. Y esto hizo que Kikyo se quedara sorprendida cuando noto como las garras y las orejas de Inuyasha desaparecían a la vez que su cabello se volvía negro. Se había vuelto humano. Kikyo estaba fascinada pues era la primera vez que lo veía de esa manera, por lo que no pudo evitar tocar sus manos y cabello poniendo nervioso a Inuyasha.

El ryokan era hermoso, pero un poco caro y debido a que estaban cortos de dinero, Kikyo pidió una habitación para los dos y antes de retirarse la encargada les menciono que también contaban con aguas termales por si deseaban ir de dormir. Kikyo agradeció por eso para irse con Inuyasha quien se encontraba muy callado.

La habitación también estaba hermosa y el futón era cómodo, Kikyo busco entre los armarios encontrando yukatas por lo que tomo uno para dirigirse a las aguas termales no sin antes invitar a Inuyasha quien se exaltó y enrojeció mientras regañaba a Kikyo quien solo se rió.

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Ya se encontraba relajándose en las aguas termales, sentía como sus músculos se relajaban y su temperatura subía, se estaba congelado mientras buscaban al demonio por lo que ahora le parecía una maravilla haberse quedado a pasar la noche aquí. Tan relajada estaba que no escucho cuando la puerta se abrió y cerró, por lo que se sorprendió demasiado cuando volvió a abrir los ojos y se encontraba con Inuyasha enfrente de ella, estuvo apunto de levantarse pero recordó que estaba desnuda además de que sería raro que hiciera una escena pues si la Okami le dijo que las aguas termales eran mixtas. Ambos estaban en silencio, Kikyo miraba hacia abajo pero aún así podía sentir la mirada de Inuyasha sobre ella, solo levanto la mirada cuando el agua se movió y ahora lo vio a un lado de ella, estuvo a punto de decir algo pero las las palabras murieron en su boca cuando Inuyasha la movió para ponerse detrás de ella, mientras la abrazaba por la cintura.

La bella sacerdotisa sentía como su piel se ponía más caliente al estar en contacto con la piel de Inuyasha, no sabía el porque pero no le desagradaba en lo absoluto.

— Kikyo lo siento no puedo contenerme más...

— A que te refieres Inuya-Ahh!  — no pudo terminar de hablar al sentir unas grandes manos tocar sus pechos — U-Ugh... I-Inuyasha...

— Eres muy hermosa lo sabías?... — pronunció dejando castos besos en el cuello de Kikyo haciendo que se estremeciera más.

— Ahh~...

— Tan hermosa... Y tan mía... — Kikyo se estremeció más al escuchar la voz ronca y posesiva de Inuyasha, nunca lo había escuchado hablar así. Pero no pudo replicar no al sentir como Inuyasha ahora comenzaban a morder y besar su cuello con más pasión, mientras amasaba uno de sus pezones con su mano y la otra descendía lentamente hasta su feminidad.

— I-Inuyasha.... — soltó un suspiro de lujuria, su mente se estaba nublando por el placer, pero no es como si no quisiera esto.

Quería pertenecerle a Inuyasha en cuerpo y alma por toda la eternidad.

Así que cuando sintió los dedos de Inuyasha en su clítoris, mando todo al carajo está noche se uniría con Inuyasha.

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Regresaban de vuelta a su habitación, Kikyo iba riendo pero lo ocultaba con la manga de la chaqueta roja de Inuyasha, mientras el mencionado iba en las nubes por lo visto aún no creía que todo lo que pasó en el onsen en realidad había paso. Kikyo se sentía completamente plena y feliz, se había entregado al hombre que amaba y el amaba por igual, miro de reojo al híbrido que aún seguía en las nubes y sonrió mientras con la mano libre que tenía, pues la otra la tenía firmemente alrededor del brazo de Inuyasha, acarició su vientre con la ilusión de algún día poder llevar al hijo de Inuyasha en su vientre.

Por qué si de algo estaba segura es que nunca olvidaría lo que pasó en aquellas aguas termales.

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