XXVI

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━━━━━━"Anochecer"━━━━━━
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El sol se iba y daba paso a la luna.

El firmamento se encendía con millones de luces estelares que acompañaban a aquel astro luminoso que gobernaba la noche.

El y Kikyo había salido de la aldea rumbo a exterminar a un demonio de otro país, la pelea no había sido difícil pues el demonio era sumamente débil por lo que terminaron rápidamente con la misión. Además Kikyo también pensaba adquirir hierbas medicinales que necesitaba pero no podía conseguir en la aldea, ya que no crecían ahí. Y con todos los encargados listos partieron de regreso a la aldea.

El paso que llevaban no era ni muy lento ni muy rápido, si no normal ya que Kikyo quería apreciar el paisaje más detenidamente pues cuando estaban rumbo a su destino no lo pudo hacer ya que iban con prisas, pues según lo que le habían dicho el demonio se dedicaba a atacar en una hora en específico, específicamente cuando el atardecer caía. Por lo que ella y Inuyasha se apresuraron para llegar, pues la sacerdotisa no quería que hubieran más víctimas, afortunadamente lo lograron a tiempo y pudieron evitar otra muerte.

Después de recibir el agradecimiento y ofrendas de parte de los aldeanos partieron de aquella aldea rumbo a la suya, aún era de día cuando partieron de la aldea, sin embargo le había llevado mucho tiempo encontrar la última hierba medicinal que necesitaba, así que cuando la encontró por  fin.

El anochecer ya había caído.

El momento preferido de los demonios para atacar, y aunque Kikyo no portará consigo la perla de Shikon en ese momento aún así los demonios se lanzaban a atacarla, pues sin una sacerdotisa menos en el mundo había más posibilidades de sobrevivir para los demonios y eliminar a una sacerdotisa del calibre de Kikyo era una gran hazaña para ellos, afortunadamente para ellos no tuvieron que lidiar con ningún ataque sorpresa de algún demonio, por lo que su regresó a la aldea fue tranquila y pacífico.
A tan solo unos metros de llegar a la aldea, Kikyo se detuvo para admirar la luna que resplandecía hermosamente y a su lado Inuyasha también se había detenido al ver que la Sacerdotisa se había detenido abruptamente, por lo que la miro para ver si había sucedido algo, peor solo se encontró con el rostro pacífico de Kikyo que era iluminado por la luz de la luna. Sin evitarlo Inuyasha también se puso a contemplar la luna, al igual que los humanos a él la luna le producía un sentimiento de tranquilidad y nostalgia al observarla, como si al hacerlo pudieras contarle tus penurias sin ser juzgado, además de que asociaba a Kikyo con la luna pues al igual que el astro ella poseía muchas fases que desconocía y ansiaba por conocer, también porque tenía un brillo único y propio que era capaz de iluminar las penumbras de la noche. Se había perdido tanto entre sus pensamientos sobre Kikyo, pero una dulce voz lo trajo de regreso a la realidad.

— La luna está hermosa hoy, no crees Inuyasha?....

El mencionado parpadea varias veces procesando la frase y al comprenderla su rostro enrojeció pero eso no evito que sonriera para mirar a la mujer de largas hebras ebano.

— Claro que sí Kikyo, pero no tanto como tú  — respondió recibiendo una dulce sonrisa  como recompensa.

Si, sin duda el anochecer era perfecto para una declaración.

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