XXVIII

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━━━━━━"Amanecer juntos"━━━━━━
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Inuyasha se removió acurrucándose más en aquel cuerpo caliente, podía sentir los rayos del sol filtrándose por la ventana. Pero no tenía ganas de levantarse, estaba sumamente cómodo en la posición en la que estaba, pero el canto de los pájaros era demasiado ruidoso por lo que terminó despertándose y lo primero que sus ojos vieron fue un largo cabello que caía como un río oscuro sobre las sábanas blancas, y que le pertenecía a la mujer que más amaba en el mundo.

Aquella sacerdotisa que abrió su corazón y termino haciéndolo suyo.

Inuyasha no podía evitarlo pero amaba eso, amaba que pudieran pasar el amanecer juntos. Era uno de sus momentos favoritos, pues podía tomarse su tiempo de admirar la belleza de su mujer mientras trazaba dulcemente con sus dedos las finas facciones de la sacerdotisa. Eso lo hacía por un buen tiempo, hasta que sus caricias terminaban por despertar a Kikyo quién al verlo solo le sonría con amor y felicidad, para después darle un corto beso en los labios. Y para Inuyasha aquello era una gran manera de iniciar el día. Se quedaban unos minutos más abrazados, hasta que llegaba Kaede a decirles que ya se levantarán lo que provocaba que Inuyasha se pusiera a pelear con la menor y Kikyo siendo quien los calmaba. Cualquier persona que los viera no podría dar crédito a lo que veía, pues el que dos humanas convivieran con un hanyou y más que la mayor estuviera enamorada de dicho hanyou se les había imposible e inaudito. Pero a pesar de eso, con el paso del tiempo la gente de la aldea termino por aceptar a Inuyasha más que nada por qué este los protegía junto con la señorita Kikyo, por lo que poco a poco las personas dejaron de repudiarlo y apartarlo, para buscarlo para pedirle ayuda en algunos trabajos aún así quienes más buscaban a Inuyasha eran los niños, pues a ellos les fascinaba jugar con el algo que aunque Kaede no lo demostrara abiertamente le provocaba celos, pues Inuyasha era su hermano mayor y no el de aquellos niños. Porque lo que mayormente eso provocaba sus pequeñas riñas con Inuyasha, lamentablemente el hanyou era despistado por lo que no sabía porque sucedía a veces ese cambio radical en la personalidad de Kaede, pero a diferencia de él Kikyo sin duda se dió cuenta, ella conocía a su hermanita como la palma de su mano, pues ella la había criado así que era muy evidente los celos que Kaede tenía por esos niños, pero no solo eso había notado pues debido a sus rabietas la pequeña niña no era capaz de notar que el trato que recibía de Inuyasha era mucho mejor que el de los demás niños, era más dulce, travieso, delicado e orgulloso. Para ella era claro que Inuyasha amaba a Kaede cómo una hermana menor, no por nada cuando la niña dormía Inuyasha le relataba con gran orgullo en su voz y rostro el avance del entrenamiento de Kaede con el arco.

Por qué Kikyo amaba que las dos personas más importantes en el mundo para ella también se quisieran, aunque fueran un poco Tsundere's al demostrarse su cariño al otro.

Finalmente antes de que Kaede empezará a golpear a Inuyasha con la escoba o su arco, decidió intervenir poniéndole fin a la pequeña disputa para después mandarlos al mercado a comprar unas cosas que les hacían falta para el desayuno, además de que no se pusieran a pelear en el camino. Con pucheros en sus rostros y refunfuñando ambos acataron la orden, más que nada por qué si no lo hacían sabían que eso provocaría que Kikyo se enojara, algo que no querían pues Kikyo enojada daba muchísimo miedo.
Al verlos partir Kikyo comenzó a doblar su futón, para limpiar un poco la casa para cuando ellos llegarán prepararles el desayuno pero mientras limpiaba no pudo evitar mirar a través de la ventana, al cielo que comenzaba a terminar de teñirse de aquel azul claro.

Ya que algo que Inuyasha desconocía, era que Kikyo también amaba poder pasar el amanecer juntos.

Y esperaba que eso siguiera pasando para siempre.

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