XIV

811 99 13
                                    

LISA

Las cosas son diferentes después de que Jennie y yo nos negáramos a dormir juntas. No sé qué habría hecho si me hubiera equivocado, si hubiera irrumpido y puesto una pistola en la cabeza de Jennie. Ni siquiera puedo contemplar la idea de ceder. No habría habido vuelta atrás. Y todo habría cambiado entre nosotras.

Ya es bastante duro estar cautiva en esta habitación con ella... ¿añadir sexo bajo coacción?
Hablando de complicar una situación ya complicada.

Como la cuidadora que es, Jennie no deja de atenderme, usando algo más que la mano considerada de una doctora. No dejó gran parte de mi cuerpo indemne esta última vez. Y mis costillas y músculos lo están pagando. Con cada respiración que hago, es como si una cuchilla me presionara los pulmones.

Todos los días Jennie me ofrece porciones de su comida y agua, que rechazo. Atiende mis heridas lo mejor que puede sin suministros, revisando mis cortes a todas horas para detectar infecciones. Cuando nos bañamos, se preocupa de desinfectar y de dar suaves caricias alrededor de mis magulladuras.

Cada expresión es vigilante y está impregnada de un dolor compasivo.

Tal vez sea la culpa. No la misma culpa que antes, bañar desnuda a alguien que no es tu marido. Aunque fue una decisión conjunta la de negarme y nada de lo que ella dijo podría haberme hecho cambiar de opinión, soy yo quien tiene las heridas físicas. Aunque ella intentó ocupar mi lugar -incluso si él la hubiera dejado, yo habría intervenido-, en su mayor parte, Jennie está ilesa.

No puedo recordar la última vez que alguien me atendió así. Sana no es una gran cuidadora, lo cual está bien. Lo sabía cuando me casé con ella, ya que creció en un hogar de acogida y tiene sus propios problemas. Soy una mujer adulta. Puedo cuidar de mí misma cuando estoy enferma, pero es agradable no tener que hacerlo.

Jennie ya no duerme en el lado opuesto de la celda. No se acurruca ni duerme demasiado cerca, sino que se tumba a mi lado, en posición fetal, la posición en la que duerme casi todas las noches. Nunca le doy la espalda a la puerta, pero empecé a situarla contra la pared, conmigo al otro lado, para que esté más lejos cuando es más vulnerable.

De alguna manera, aunque soy consciente de que no estoy sola, tenerla cerca me hace sentir menos sola. Su respiración tranquila y uniforme me tranquiliza de una manera que no sabía que necesitaba. Hablan a la parte inquieta y temerosa de mi corazón. Exhalando la calma, inhalando mi preocupación.

Ella está aquí.

Y yo también.

A veces Sana viene a mí en mis sueños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A veces Sana viene a mí en mis sueños. Me asegura que todo irá bien, me abraza y me besa. Otras veces es como si nada de esto hubiera pasado y estamos acurrucadas en el sofá viendo una película como si fuera un jueves por la noche cualquiera.

Esta noche la conversación es demasiado ordinaria, demasiado familiar.

Su voz es demasiado real, demasiado cercana. La voz de Sana me saca de un sueño profundo y mis ojos se abren de golpe. El cuerno de la corneta no es nuestro despertador esta mañana.

Puppets † ᴊᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora