I

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JENNIE

Drip.
Drip.
Drip.

¿Qué es lo que...?

Agh. Un mazo golpea mi cráneo.
Una y otra vez.

Gimo, abriendo los ojos que ahora parecen papel de lija. Duele. Me duele todo. Me muevo, una superficie fría debajo de mí que no cede, y me estremezco.
Esta no es mi cama. Ni siquiera es la alfombra o el suelo de madera de mi casa.

Cuando todo se enfoca, parpadeo y vuelvo a parpadear. El miedo corre por mis venas.

¿Dónde estoy?

Una luz industrial oxidada está montada en el centro del techo, con mini jaulas de metal que rodean cada bombilla. Una parpadea cada pocos segundos, al igual que mi oxígeno. Mirando a mi alrededor, todo lo que veo es hormigón. El suelo, el techo y las paredes. Hormigón con pintura calcárea e incolora que se desprende.

Drip.
Drip.
Drip.

Mi mirada se detiene. En la esquina de la fría y apagada habitación hay un cuerpo, y un lento goteo cae del techo junto a su cabeza. Sus extremidades están fijadas en ángulos extraños, como si se hubiera dejado caer allí y no se hubiera movido. ¿Mino?

—Mino —intento decir. Mi voz es grave, irregular y pequeña. Toso y me arrastro por la implacable superficie. Sin fuerzas, me tumbo boca abajo y me deslizo, con las rodillas rozando el suelo irregular— Min-ho —grito, e incluso el tono es flojo, su nombre viene en dos sílabas ahogadas. Necesito agua.

Agarrando su hombro, lo hago girar sobre su espalda. Su cara se inclina hacia mí. Mandíbula definida, nariz perfilada, rasgos perfectos.

No es un hombre.
No es Minho.

No es mi marido.

Si tuviera la energía, gritaría.

¿Quién es esta mujer?

Le pincho con el pie, pero no se mueve. ¿Está viva? Me retuerzo hacia ella y escucho los latidos de su corazón. Es lento, pero está ahí. Ni siquiera se estremece ante el peso de mi cabeza sobre su pecho. Me alejo.

¿Dónde estamos?

En una pared hay una gran puerta de acero con una pequeña ventana rectangular en la parte superior. Si puedo alcanzarla...

Sobre las manos y las rodillas, me fuerzo a cruzar el suelo, centímetro a centímetro, mientras mi cerebro ordena a mis miembros que se pongan uno delante del otro. El esfuerzo me marea, me nubla la vista y me recuerda aquella única fiesta de fraternidad a la que fui en la universidad... cuando un imbécil puso droga en mi bebida. Los trozos de hormigón se mueven dentro y fuera del foco de vista. Tengo que detenerme a mitad de camino, cerrar los ojos y respirar profundamente.

Cuando llego a la puerta, el frío metal no ayuda en nada a mis congelados y pesados dedos. Sin asa a la que agarrarme, avanzo por el acero liso hasta llegar a las rodillas. Desde este ángulo, la ventana está a metros de distancia, demasiado lejos de mi alcance. No puedo ponerme de pie.

Caigo de rodillas hacia abajo. Incapaz de mantener los ojos abiertos por más tiempo, me dejo llevar por la oscuridad.

 Incapaz de mantener los ojos abiertos por más tiempo, me dejo llevar por la oscuridad

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Puppets † ᴊᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora