38. Cura y acertijo resuelto

1.1K 66 170
                                    

When I see your smile
Tears run down my face
And now that I'm stronger I've figured out
How this world turns cold
And breaks through my soul

I will never let you fall
I'll stand up with you forever
I'll be there for you through it all
Even if saving you sends me to Heaven

Your guardian angel,
The Red Jumpsuit Apparatus.

LEO.

Leo saltó del lomo de Festus y corrió hacia sus amigos, su cinturón porta herramientas pesaba como un bloque de concreto.

Por suerte, su dragón sabía que hacer. Se adentró en la batalla, lanzando potentes llamaradas y refugió a cuantos semidioses podía detrás de sus placas metálicas.

Leo no supo con certeza lo que había ocurrido hasta que divisó un cuerpo tendido en el suelo. Dos chicas lloraban junto a él, absortas al mar de monstruos en el que se encontraban.

Una sensación fría recorrió sus venas. Estaba muerto. Corrió más rápido.

La cura del médico...

«Debe ser aplicada inmediatamente después de la muerte» había advertido Hefesto.

¿Aún funcionaría?

A una corta distancia de la tragedia, Bianca di Angelo se abalanzó sobre el enemigo como un demonio. Irradiaba sombras y muerte, tenía la ropa rota y manchada de sangre seca, lágrimas salían de sus ojos enrojecidos y empapaban sus mejillas.

Era la primera vez que la chica mostraba su lado siniestro, y eso a Leo le causó repelús. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para que sus patitas no se movieran en otra dirección. Por alguna razón asustaba incluso más que Nico.

Esqueletos y muertos vivientes emergían a mares del suelo y se abalanzaban sobre diversos monstruos. Leo observó estupefacto a un hidra ser derribado y consumido por diez zombies hambrientos.

Sus entrañas formaron un nudo. Zombies comemonstruos, Bianca se pasaba de sádica. Tal vez había visto demasiado The Walking Dead. Leo se prometió restringir el programa una vez que instalara TV satelital a prueba de monstruos.

Will siguió a la chica de cerca, blandiendo su espada por si algún muerto se volvía en su contra. Leo sintió un renovado respeto por sus agallas.

Finalmente llegó hasta el cuerpo, que resultó pertenecer a Alabaster Torrington. Se tiró de rodillas y hurgó en los bolsillos de su cinturón. Ahora entendía la reacción de la hija de Hades.

Susan levantó la cabeza.

—¿Q-qué haces? —le preguntó entre sollozos.

Parecía muy afectada por lo ocurrido, tanto como Bianca.

¿Dónde estaba la Susan que a cualquier situación sacaba un comentario de humor? Claramente no estaba allí. No hace mucho le había confesado a Leo estar enamorada de Alabaster.

Leo sacó el tubo de ensayo, y lo miró con determinación, sus manos temblaban. Lou abrió mucho los ojos.

Lo había encontrado, a diferencia de la última vez. Era el momento apropiado. Ahora lo entendía, desde el principio fue así.

—Puedo arreglarlo —dijo Leo, su corazón latiendo con fuerza contra sus costillas.

Susan se fijó en el líquido, pero bufó con desaliento. Lou, por otro lado, casi sonreía mientras retaba a Leo con la mirada para que se diera prisa.

La venganza del abismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora