6. La cruda realidad.

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Take a breath
I pull myself together
Just another step till' I reach the door
You'll never know the way
it tears me up inside to see you
I wish that I could tell you something
to take it all away

Sometimes I wish I could save you
There're so many things
that I want you to know
I won't give up till' is over.

Save you, Simple Plan.

PERCY.

Percy se sentía terrible.

Había llegado a tiempo para salvar a Reyna, pero Nico desapareció sin dejar rastro. Aunque Percy sabía donde estaba, era un dios. Nico no se encontraba en ningún lugar sobre tierra, ni siquiera en el inframundo. Lo tenían en un lugar más profundo, donde su aura se nublaba con oscuridad y maldad.

Tártaro.

Lo más difícil fue explicárselo a Reyna. Se negó a creerle y le recriminó no haber llegado a tiempo.

Percy sabía que tenía razón, su deber primordial era defender el Campamento Grecorromano y no lo logró. El lugar sufrió daños severos, al igual que muchos campistas, y lo peor de todo: habían perdido a Nico.

Annabeth le dijo que no fuera tan duro consigo mismo. Le recordó que ellos no supieron del ataque hasta el momento en que llegaron, pero esta vez, Percy no podía darle la razón. Había escuchado a sus sentidos de semidiós muy tarde, cuando no pudo hacer mucho por salvar a su amigo.

Sorbió su nariz, se encontraba sentado en una banca de madera que había creado Annabeth para su comodidad mientras ella reconstruía la Casa Grande.

Con la espalda encorvada y el rostro escondido entre sus manos, debía parecer un dios muy patético, pero no le importaba. Percy sólo tenía cabeza para pensar en que Reyna se había empeñado en buscar a Nico en el bosque por más veces que le haya explicado su paradero.

Pensó en el odio reflejado en sus ojos cuando le gritó que pudo haber llegado antes. Recordó el mismo odio en los ojos de Nico años atrás por no cumplir la promesa de cuidar a su hermana.

Y se sintió terrible.

Había vuelto a fallar en lo que se suponía que era su cualidad más importante. Le había fallado a Nico demasiadas veces.

Estaba tan ocupado sintiéndose miserable que no escuchó a la voz que lo llamaba. Tuvieron que tocarle el hombro para que alzara la vista.

Bianca di Angelo lo observaba con una expresión preocupada. El corazón de Percy dio un vuelco. Tal vez la habían mandado con él para que le explicara lo sucedido con su hermano. Sintió un terrible déjà vu.

Suspiró de forma temblorosa. Tenía que afrontar la realidad por más que doliera.

—¿Percy? —La voz de Bianca estaba a punto de quebrarse—. ¿Qué tienes? ¿Qué esta pasando? ¿Por qué están aquí y por qué Quiron me mandó a hablar contigo?

La cara culpable de Percy fue suficiente para que Bianca consiguiera alterarse.

—Es Nico, ¿verdad? —preguntó—. ¿Qué pasó con mi hermano? Dímelo, por favor.

Percy tragó saliva.

—Él... ha desaparecido —relamió sus labios tratando de buscar las palabras correctas—. Hubo un ataque en las fronteras del campamento. Un grupo pequeño pero poderoso de monstruos atacó y estaban buscando algo. Al principio nadie sabía lo que era pero después... ellos vieron a Nico y fijaron su atención en él. Reyna, Bob y Damasen hicieron todo lo posible pero... —Bajó la mirada—. Ellos consiguieron su objetivo. Yo llegué tarde. Lo llevaron al abismo.

La venganza del abismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora