La venganza del abismo

40. El Olimpo y el trío del inframundo

Today is the greatest
day I've ever known
Can't live for tomorrow,
tomorrow's much too long
I'll burn my eyes out
before I get out

I wanted more
than life could ever grant me
Bored by the chore
of saving grace.

Today, Willamette Stone.

NICO.

La ceremonia funeraria fue larga y cargada de sentimiento. Reyna dirigió la marcha en honor de Tamara, caminando con sus muletas y con ayuda de Nico.

El hijo de Hades jamás había visto a su novia tan vulnerable. Prácticamente no le importaba llorar frente a él, ni frente a los demás. Entonces supo cuánto había madurado. La valentía para demostrar esa vulnerabilidad, la volvía más fuerte, y más atractiva a sus ojos.

Nico conoció a Tamara, sabía que era la hermana favorita de Reyna, y el amor secreto de un pequeño de Hécate. Se encontró a sí mismo derramando una lágrima por la chica, y rezando por su alma a su padre.

Zoe, Hylla, Piper y Lou dirigieron los otros discursos, igual de difíciles. Bianca y Hazel ayudaban con los cánticos y rituales. A pesar de la tristeza del evento y el dolor de los presentes por sus pérdidas, fue un espectáculo hermoso y memorable.

Leo y Calypso habían desarrollado una nueva técnica para cremar los sudarios al mismo tiempo, con ayuda de los poderes del latino.

Cuando prendieron las llamas, los cuerpos brillaron de manera especial y formaron la figura sonriente de los caídos antes de elevarse al cielo.

—Adiós, Tamara —susurró Reyna con una pequeña sonrisa. Con manos temblorosas, aventó un papel que tenía en sus manos al fuego—. ¿Sabes? Todo acabó bien, como te prometí. También prometí explicaciones, así que espero que Hades te deje recibir ese papel. Te veré en los Elíseos.

Nico la abrazó por los hombros antes que rompiera a sollozar. Podía entender lo que era perder a una hermana, pero ahora ya no habría ninguna fuerza que la trajera de vuelta. Esperaba que de verdad, su padre escuchara la plegaria de su novia.

~•~•~•~

Piper se molestó porque Drew no se presentara en la ceremonia. Cuando todo terminó, volvió a su cabaña y la encontró sentada en su cama, llorando sola mientras contemplaba una foto de Lacey.

Piper se sentó a su lado, su enojo se había derretido. De todas las personas existentes en la tierra, nunca pensó que llegaría a consolar a Drew Tanaka.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó ella girando su rostro—. La gran y hermosa Piper Mclean, con su novio perfecto y sus...

Piper rodó los ojos y se levantó.

—Venía a apoyarte, pero si quieres que me vaya, por mí estaría bien.

—Alto —dijo Drew.

Piper se volvió. Drew estaba tensa, así que suspiró, se sentó junto a ella de nuevo y colocó una mano en su hombro, haciendo masajes circulares.

—Llorar está bien. No es una muestra de debilidad, al contrario. Es la manera en que tu cuerpo canaliza la tristeza. Si la retienes, es peor.

Drew le hizo caso.

—Eres buena para esto.

Piper sonrió con tristeza.

—Las personas que queremos no querrían vernos derrumbados, ellos querrían que salgamos adelante.