26. Complicación divina.

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Merrily we fall
out of line,
I'd fall anywhere with you
I'm by your side

I'm not afraid, anymore
I'm not afraid
Forever is a long time, but
I wouldn't mind spending it by your side.

I wouldn't mind, He is we.

PERCY

Controlar el tiempo era guay, que Cronos se incluyera en el pack lo dañaba todo.

Percy estaba a punto de hacer su último intento. Esta vez, tal como le había dicho Annabeth, utilizaría toda su energía, ofreciéndola a su enemigo como carnada.

Estaba sobre la cima del monte Tamalpais, en los vestigios del ex-palacio de los titanes. Su ubicación era algo irónica e imprudente en comparación con lo que estaba a punto de hacer, pero esa era la idea.

El viento removía las ondas azabaches de su mientras observaba de forma crítica el paisaje.

En sus venas corría adrenalina pura. Percy estaba inquieto porque su plan tenía muchas fallas. En el peor de los casos, poco le preocupaba su vida. Temía más por el destino del mundo entero, que en ese momento y de cierta manera, recaía en sus manos.

Si el plan fallaba, todo se echaría a perder. Los dioses se volverían locos por perder a uno de ellos, en especial Annabeth. El Campamento Grecorromano tendría que luchar contra Tártaro sumado a Cronos, a quien habrían facilitado una salida triunfante al mundo con su verdadera forma. Y éstos dos, ya se presenten como aliados o enemigos, serían una fuerza demasiado poderosa para el alcance de los semidioses.

Por otro lado, si el plan funcionaba, los resultados definitivamente valdrían la pena. Percy quedaría libre para usar sus poderes y se habrían desecho de uno de sus enemigos posiblemente por siempre.

Era un riesgo que valía la pena correr, sobre todo en la vida de Percy Jackson. Sólo cruzaba los dedos por que todo funcionara.

Percy se situó en el centro de las ruinas y gritó al cielo desafiante.

El tiempo se inestabilizó. Decenas de ondas de poder salieron de su cuerpo extendiéndose en todas las direcciones, con diferentes variaciones: unas ralentizaban, otras aceleraban; unas detenían, otras rebobinaban; unas envejecían, otras rejuvenecían.

El poder llegaba cada vez más lejos, afectando ya las afueras de la ciudad de San Francisco. Percy esperaba que éstos cambios bruscos no generaran ningún tipo de repercusión negativa a los involucrados. No querría lidiar con la culpa de causar locura o haber hecho envejecer antes de tiempo a alguien.

Cronos rió en su mente. El aura roja apareció en torno a su cuerpo y tomó fuerza.

–¿Qué crees que haces Percy Jackson? ¿Tan rápido quieres rendirte ante mí?

Percy ahogó una sonrisa. El titán ignoraba que cierta diosa se encontraba escondida tras unas rocas, inmune a su poder y esperando una señal para actuar.

Continuó plan. Primer paso al estilo Percy Jackson: un intento de suicido para llamar la atención. Listo. Siguiente paso al estilo Annabeth Chase: sacar información.

Se notaba que eran un gran equipo formulando planes ¿no?

—¿Qué piensas hacer una vez que recuperes tu forma Cronos? —preguntó Percy— ¿Acaso ayudarás a Tártaro a destruirnos o actúas por cuenta propia?

Cronos gruñó.

—Eso no es de tu incumbencia mocoso.

Percy se hizo el ofendido.

La venganza del abismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora