13. Ante la desesperación una terrible decisión.

1.2K 64 144
                                    


I wanna hide the truth
I wanna shelter you
But with the beast inside
There's nowhere we can hide

When you feel my heat,
look into my eyes
It's where my demons hide
Don't get to close, it's dark inside~

Demons, Imagine Dragons.

NICO

Nico prefería tener los ojos cerrados.

En un lugar como Tártaro, sumado a que estaba demasiado débil, y a que así podía centrarse más en quién era, resultaba entendible.

Había logrado grandes progresos en los últimos... ¿minutos? ¿horas? ¿días? El tiempo allí era incierto. Ningún monstruo interrumpía sus sesiones incesantes de tortura, para darle el informe cronológico.

Sin embargo, había memorizado el horario de sus torturas en base a experiencias. Sabía que faltaba poco para ser cegado otra vez por el dolor.

«Céntrate, Nico.»

Bueno, había logrado grandes avances. Los sueños lo habían ayudado, aunque sólo pasaran cuando se desmayaba del agotamiento. El recuerdo de Reyna, el Campamento Grecorromano, y algunos de sus amigos pasó de ser borroso a nítido.

Uno de ellos, Percy Jackson, lamentablemente también estaba muerto. Lo vio sacrificarse por salvar a un grupo de semidioses, incluyéndose. Se vio cargar con su cuerpo sin vida y el corazón hecho trizas. Percy había sido una de las personas que más apreciaba...

Y estaba muerto.

Todo lo que tocas destruyes, ya sean personas o cosas.

Ese pensamiento lo perseguía sin cesar. Tal vez era algo que solía decirse con frecuencia, como un memorándum depresivo. Ahora lo veía como una maldición a punto de volver al ataque. Nico no quería ver esas palabras hacerse realidad de nuevo. Ya no soportaría más pérdidas.

Intentó rendirle honor a Percy llorando por él, pero las lágrimas se negaron a salir. No había probado agua desde que llegó, ni hablar de comida. Estaba deshidratado, desnutrido, y cubierto de heridas sangrantes e infectadas.

El fuego abrasador del Flegetonte era lo único que lo mantenía con vida.

Nico solo podía resignarse, el dolor se había convertido en un hábito. Cuando venían las torturas, ya no se alarmaba, simplemente dejaba que pasara lo que tuviera que pasar.

—El dolor es necesario, es parte de tu vida —decía el río Cocito a sus pies.

Nico comenzaba a creerlo. La desesperanza lo hundía cada segundo, más y más abajo. Las imágenes que tenía del sol, el cielo, las estrellas y el mar azul, se habían desgastado hasta parecer irreales, como si ellas junto a su vida antes del tártaro tan solo hubieran formado parte de un sueño.

Entones, Nico tenía que espabilarse y hacer un gran esfuerzo para recordar que no era así. Contaba con amigos, una novia y un hogar. Tenía algo fisco y real a lo que regresar, un motivo para conservar la esperanza y mantenerse vivo.

Ante la desesperación una terrible decisión

Otra vez esas palabras. ¿Eran una especie de poema profético? Cada vez que Nico lograba un efímero momento de claridad mental, ellas acudían. Solo podía adivinar que eran una señal sobre su futuro. Pero sus sospechas eran meros presentimientos, ecos huecos carentes de origen, orientación y consistencia.

La esperanza hundida en un metal

Solo se le ocurría que eran las cadenas que lo apresaban. Si tan sólo lograra que Tártaro soltase por lo menos una de ellas y se las arreglara para tomar un pedazo...

La venganza del abismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora