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Un pequeño golpeteo en la pared logró sacar a Seokjin de su sueño, observó el reloj de la mesa de luz que estaba a su lado, las tres de la mañana, tenía que levantarse a las seis para su turno, pero con los ruidos esos no podía conciliar el sueño. Se levantó de la cama medio dormido aún, desde que había empezado a vivir con los mellizos su oído se había agudizado ante el menor ruido, los primeros meses habían sido estresantes, él sólo había pensado que tenía que cuidar a dos niños, no a tres.

A medida que avanzaba podía reconocer perfectamente lo que era, el sueño que un momento antes había tenido se esfumó siendo reemplazado por la cólera de la más pura. Había hablado con él de estos asuntos.

Sin importarle en absoluto los fuertes gemidos de aquella escandalosa mujer, abrió la puerta de sopetón, asustando a una rubia que traía las tetas afuera, revoloteó sus ojos y le dio tiempo a la parejita en taparse.

―Mañana trabajo, Hoseok.

―¿Y a mí qué?, ve a dormir.

―Tu puta gime como gata en celo.

―¡Seokjin! ― lo regañó el castaño.

―¿A quién le dices puta, barney? ― dijo la desconocida con rabia.

―Como te decía ― la ignoró ―; mañana trabajo, así que, si no quieres que eche a la prosti, sean silenciosos... aparte, cariño, tus dos hijos están en la habitación contraria.

―¡¿Tienes hijos?! ― preguntó la rubia, escandalizada ― No me lo dijiste Hoseok.

―Y no solo eso... ― siguió ― es mi esposo, pero necesita reafirmarse como macho dominante, porque... conmigo es el de abajo. Y soy un esposo muy comprensible, ¿me entiendes, cariño? Por eso lo dejo traer mujeres a casa.

―¿Eres gay? ― su voz sonaba con asco.

―¡Claro! Mírale el agujero del culo, lo tiene abierto, tengo un pene muy grande... por si te interesa, nena ― le guiñó un ojo antes de salir de la habitación.

Mientras se encaminaba a su habitación reía por lo sucedido. No pasó demasiado para escuchar el portazo de la puerta de la entrada principal. Se asomó a la ventana que daba a la calle y la abrió, sacó la cabeza para gritarle a la rubia.

―¡Adiós linda! ― hizo la voz más aguda ― Gracias por ayudar a Hobi.

Una vez que la casa estuvo en silencio volvió a su lecho, se arropó y cerró sus ojos, todavía podía dormir un poco más. Volvió a acomodar su cuerpo en el suave colchón para conciliar el sueño nuevamente.

Ahogó un gruñido cuando escuchó que la puerta de su habitación era abierta, maldijo y se giró para encontrar el rostro serio de Hoseok. Sabía que le costaría bastante, pero no iba a desperdiciar dos horas de sueño por el desgraciado.

―Te costará mucho tu pequeña broma.

―¿Qué harás, Jung? ― le encaró ―, ¿me golpearás? Ven, te estoy esperando.

―No soy un hombre violento, Seokjin... pero, me arruinaste un polvo, solo contando el de hoy... por lo tanto, quiero uno.

―Entonces ve a buscarte a una mujer, fóllate a quien quieras, pero no en la casa, o al menos no seas tan repugnante y cállala.

―Ya no tengo tiempo de ir de buscar a otra...

Hoseok dio lentos pasos hasta llegar a la cama con dosel en la que estaba el joven. Se apoyó en uno de los barrotes y miró lentamente al chico. Seokjin se dio cuenta de que el sin vergüenza había venido a su habitación tan sólo con el pantalón del pijama, y sospechaba que debajo de él tampoco había mucho.

―Vamos, Hoseok, ya vete, entro al trabajo en unas horas.

―Okay, ansioso, ahora voy. Pensé que te gustaría algo de juego previo.

―¿Juego previo?, ¿de qué hablas? ― el chico de ojos grandes se sentó.

―Ya verás.

Seokjin ni siquiera pudo captar los movimientos del castaño cuando ya lo tuvo arriba suyo devorando sus labios. Frunció el ceño e intentó sacárselo de encima, ese tipo en abstinencia era un demente. Sintió cómo las manos de Jung tanteaban sus piernas por arriba de la sábana para luego tomar sus muslos y obligarlo a acostarse nuevamente, el castaño se deshizo de la tela que separaba sus cuerpos para luego ocupar el lugar que había entre los muslos de Seokjin.

―Hoseok ― habló contra la boca ansiosa del chico ― te golpe... ¡ah!

El infeliz había mordido su labio, era un animal.

Hoseok sonrió ante la queja del pálido, no esperó mucho más para frotar su reciente erección contra el blanco culo de Seokjin. Los besos habían bajado hasta el cuello del hombre, el menor se encargó de morder y besar ésa blanquecina piel que no había sido corrompida.

Seokjin por su parte cerraba sus ojos con fuerzas para no dejarse llevar por los encantos del castaño, si no emitía algún jadeo, y no correspondía a sus besos lo dejaría, porque sería tener sexo prácticamente con un muerto.

La experta boca de Jung descendió hasta las sobresalientes clavículas del chico, pudo sentir bajo sus labios como la piel de Kim se erizaba.

―N-no lo hagas ― pidió este. Tenía debilidad con que besaran y marcaran sus clavículas.

Jung hizo caso omiso a su pedido y pasó la punta de su lengua por estas, sacándole por fin un gemido. Ya hundido completamente en el mundo de la lujuria, Seokjin atrajo el rostro de su contrario para besarlo y jugar con su adiestrada lengua. Había comenzado a mover su trasero, buscando más de esas estocadas falsas.

Prontamente el pelimorado se encontraba gimiendo por las caricias y besos de Jung.

―Espera, espera ― se separó el castaño. Tenía sus labios rojos y húmedos, sus ojos estaban más oscuros que de costumbre ―. A mi esposo no le gusta que giman como gata en celo.

Sin decir una palabra más, se paró y salió de la habitación con una sonrisa de victoria y un pene adolorido.

Seokjin miró incrédulo la espalda de Hoseok, se la había hecho.

𝙻𝚘𝚜𝚒𝚗𝚐 𝙲𝚘𝚗𝚝𝚛𝚘𝚕 [𝐻𝑜𝑝𝑒𝐽𝑖𝑛]  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora