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Había llegado finalmente al aeropuerto hace una hora y media, odiaba no tener su auto, eso lo hacía depender de otras personas, en este caso, de su novio, que al parecer se había olvidado que tenía que recogerlo. Con algo de molestia, tomó sus maletas y su abrigo para ir donde estaban los taxis.

Una vez que consiguió uno, le indicó al chófer a dónde debía dirigirse y llamó por vigésima vez a Seokjin. Nuevamente mandado al correo de voz, habló con molestia.

―Estoy yendo a casa en taxi ― fue lo único que dijo y colgó.

Su lengua empujaba furiosamente el interior de su mejilla, era un hábito que se le creó hace años y jamás lo pudo dejar.

Nada había salido como su imaginación lo planteó, Seokjin no había llegado, no contestaba sus llamadas, su mal humor iba en ascenso y para colmo, el hombre que manejaba tenía mal olor.

Cuando vio su casa a lo lejos sintió un pequeño alivio, por lo menos podría ver a los niños y abrazarlos como tanto lo había deseado desde que se marchó. Le entregó el dinero al hombre y prácticamente salió corriendo del auto para entrar a la casa.

Su pecho repleto de aire contenido se desinfló al instante que se percató que nadie estaba en casa, buscó en las habitaciones y en el jardín, nada, eso logró activar sus alarmas, imaginando los peores escenarios comenzó a llamar al pelimorado, nuevamente era mandado al correo de voz por lo que comenzó a marcar el número de su primo, tal vez tenía suerte y él sabía dónde estaban sus niños y Seokjin.

Pasaron alrededor de quince minutos sin saber noticias de ellos, su cabello y uñas habían sido las receptoras de todo su nerviosismo, hasta creyó que haría un hueco en el piso por sus constantes caminatas de aquí y allá.

Cuando el sonido de las llaves se escuchó, corrió a la puerta y la abrió antes de que la persona -o personas, en este caso- pudiera entrar.

―¡Papá! ― los niños gritaron a penas lo vieron, sin importarle su ropa o dónde estaban, se lanzó de rodillas al piso para tomar los pequeños cuerpos de Areum y Hamin.

―Los extrañé demasiado ― murmuró, absorbiendo el tranquilizador aroma de ellos.

Hoseok pudo sentir las lágrimas acumularse en sus ojos, definitivamente no podría vivir sin ellos si alguna vez le llegaran a faltar. Levantó la mirada para encontrarse con los culpables ojos de Seokjin, él lo miraba sorprendido y no podía articular ninguna palabra, solo estaba parado allí, con la boca abierta.

―No sabía que llegabas hoy, primo ― la voz de Jihyeok resonó.

―Sí, bueno, pensé haberlo hablado con Seokjin ― sus ojos buscaron los de su novio, pero él apartó la mirada.

Hoseok tomó las diminutas manos de los mellizos y los guió a donde dejó sus maletas para mostrarles las cosas que él les compró en su viaje, ellos gritaron y lo llenaron de húmedos besos, aún no se acostumbraba al exceso de saliva, pero lo haría

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Seokjin lo evitaba, estaba muy seguro de ello, él ni siquiera podía mantenerle la mirada, lo esquivaba cada vez que intentaba hablar con él, ya sea de su olvidada llegada o cualquier otra cosa.

Lo observó una vez más e hizo una mueca. No había sido duro con él, no le gritó, no le mostró cuán enojado estaba, pero sin embargo Seokjin no se le acercaba. Suspirando, decidió que lo mejor sería hablarlo más tarde.

―¿Entonces, aún no consigues trabajo? ― Hoseok centró su atención en Jihyeok.

―Aún no, todo está difícil.

―¿Has buscado, Jihyeok?

―Por supuesto que sí, Hoseok ― él clavó sus ojos en los suyos, desafiándolo.

―¿Cómo te estás manteniendo?

―Alguien me está ayudando, primito, no te preocupes por eso, en menos de lo que piensas ya no me verás.

Hoseok se puso de pie y se dirigió al jardín, llenó sus pulmones del refrescante aire y calmó su pésimo humor. Quería estar acurrucado con su novio y en el mejor de los casos, hacerle el amor.

―Lo siento ― la suave voz del dueño de sus pensamientos llenó el vacío.

―¿Lo olvidaste?

―Yo... yo, sí lo hice.

―Está bien ― ignoró el dolor que comenzaba a crecer en su pecho ―. Solo me preocupé, no contestabas mis llamadas.

―Mi teléfono no tenía sonido, habíamos salido con Jihyeok y los niños al centro comercial.

―Espero que se hayan divertido.

Vio que Seokjin bajaba la mirada y con pasos vacilantes comenzó a regresar por donde había venido. Maldijo, con los dientes apretados y lo detuvo.

―Te extrañé, Seokjin― no esperó una respuesta de su pareja y lo besó.

𝙻𝚘𝚜𝚒𝚗𝚐 𝙲𝚘𝚗𝚝𝚛𝚘𝚕 [𝐻𝑜𝑝𝑒𝐽𝑖𝑛]  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora