CAP. #18. "N d B"

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Pov. Karol.

Sus labios tocan mi barbilla y me
hacen temblar. Continúa trazando una línea de besos por mi mandíbula, y asiento. Sus labios
rozan el punto justo debajo de mi oreja, y gimo, lo que propicia que repita el movimiento, aunque esta vez succiona mi piel.
—Rugge —gimo, y lo estrecho
entre mis piernas.
Desciendo las manos por su espalda
y clavo las uñas en su piel. Creo que
podría estallar sólo con que siguiera
besándome el cuello.
—Quiero hacer que gimas mi nombre, Karol, una y otra vez. Por favor,
permítemelo. —Su voz suena cargada de desesperación.
Desde el fondo de mi ser, más que nadie lo deseo y sé que no
puedo negarme.
—Dilo, Karol. —Atrapa el lóbulo
de mi oreja entre los dientes. Yo asiento de nuevo, esta vez con más intensidad
—. Necesito que lo digas, nena, bien
alto, con palabras, para saber que de
verdad quieres que lo haga. —Su mano desciende y se cuela por debajo del dobladillo del vestido  que cubre  mi cuerpo.
—Quiero… —Me apresuro a decir,
y él sonríe pegado a mi cuello mientras su boca continúa con su dulce asalto.

Sin decir nada, me agarra de los
muslos y me levanta un poco más sobre su torso mientras empieza a caminar hacia la cama. Cuando llega a la orilla, me deja sobre esta. Yo gimoteo, alimentando aún más su ego, pero en estos momentos me trae sin cuidado. Lo único que sé es que lo deseo, lo necesito. Alarga los brazos para cogerme de las manos y bajar el cierre de mi vestido.

Sin saber muy bien qué hacer, me
quedo de pie al borde de la cama y pensando que está demasiado lejos de mí.

Desde su posición, se agacha un
poco para mirarme a los ojos.

—¿Quiero hacerte mia amore?
Me excito y a la vez me ruborizó por lo que ha dicho y un tanto nerviosa porque es mi primera vez.

—Hazlo—digo, y casi es un susurro.

—¿Estás ansiosa? —Sonríe y yo
intento poner los ojos en blanco, pero probablemente parezca más bien un
parpadeo desesperado.

El calor de mi cuerpo se va extinguiendo lentamente cuanto más tiempo pasa sin que Ruggero me toque.
—Ven aquí —dice entonces con voz
grave, y las llamas de mi interior se
avivan de nuevo.

Sus pies avanzan lentamente por la
suave alfombra hasta que lo encuentro tan sólo a unos centímetros de mi. Agarra inmediatamente el borde de los hombros de mi vestido y tira de él hacia abajo para quitármelo.

Su modo de mirarme me vuelve loca, y tengo las hormonas revolucionadas.

El pulso se me acelera al ver cómo recorre mi cuerpo con los ojos una vez más antes de cogerme de la
mano.

Me coloca suavemente sobre la cama.

—Recuestate—dice, y se deja caer, sobre mi sin dejar todo su peso.

Nadie me había visto nunca tan
desnuda, y Ruggero ha visto a muchas chicas; chicas mucho más atractivas que yo. Levanto las manos para cubrirme el cuerpo, pero él se adelanta, me agarra de las muñecas y me las coloca a los costados.

—No te tapes delante de mí jamás
—dice mirándome a los ojos.
—Es que…—empiezo a explicarme, pero él me interrumpe.

—No, no quiero que te cubras, no
tienes nada de lo que avergonzarte, Karol.

—«¿Lo dice en serio?»—. Lo digo en
serio, mírate —continúa, como si me
hubiese leído la mente.

—Es que has estado con muchas
chicas —espeto, y él frunce el ceño.

—Ninguna como tú.
Sé que podría interpretar eso de
muchas maneras, pero decido dejarloestar.

—Ah —es lo único que consigo
decir.

De la mano del Amor  / RUGGAROLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora