Acababa de amanecer y todos seguían dormidos excepto Lena. Se encontraba sentada encima de la rama de un árbol acariciando al gato.
Me acerqué al árbol y me quedé mirándola, los rayos del sol chocando con su pelo blanco hacían que se viera como si fueran de platino. Su cara serena y su tranquila respiración que se transmitían a metros hacían que sintiera mas y mas culpa.
Sus pequeñas manos llenas de rasguños estaban acariciando el pelaje del gato el cual al verme saltó directo a mi cara.
-¡¡AAAHH quitateee!!
Sentí como el gato era retirado de mi cara y luego un pequeño hilo de sangre. Genial, incluso el gato me odia.
De pronto noté como unos pequeños dedos me tocaban la herida, iba a quejarme hasta que vi lo cerca que estaba de la cara de Lena.
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-Te ha hecho una pequeña herida.
Hacía tanto tiempo que no la tenía así de cerca que me olvidé completamente de hablar. ¿Siempre había sido así de bonita?
-Como tu dirías, ¿estás sordo o qué?
-¿Eh? -volví a la realidad y me aparté rápidamente de ella, ¿Por que me ponía nervioso estar a su lado? Supongo que es por que hace tiempo que no hablamos.
-Parece que ya te llevas bien con Luffy.
-Si..
-Eso me alegra. -Dijo con una gran sonrisa. Tan amable como siempre. -Venga Ace, llevas toda la mañana espiándome, me tienes que decir algo?
-Si, como están tus heridas? -Ella solo me contestó cruzándose de brazos y ladeando la cabeza. -Esta bien... Lo siento.
-Wow pensaba que no conocías esa palabra jeje.
-No te burles.
-No lo hago, hace tiempo que espero que te disculpes pero eres muy terco. Creí que romperías tu promesa.
-Perdón de verdad... es que.. Luffy me ponía celoso.
-¿Celoso por qué?
- Por que pasas mucho tiempo con él.
-¿Y eso qué?
-¡Yo soy tu esposo!
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