-Ace,Lena y yo ganamos a Luffy 33 veces. Ace y yo quedamos 17 a 16 y con Lena quedamos 9 a 24.
-¡Maldición Sabo! Esto no quedará así. -gritó la peliblanca.
-¡Eso eso! Cuando tengamos 10 años os patearemos el trasero.
-Para entonces nosotros tendremos 13. -dijo el pecoso.
-Haaa mejor vayamos a cazar la comida.
Los ahora 4 pequeños fueron directos al rio, hoy estaban decididos a comer cocodrilo ya que la última vez tuvieron que salvar a un pequeño monito después de ser casi devorado y se fueron con las manos vacías.
-Luffy, asegúrate de no ser devorado esta vez, la última vez tuvimos que salvarte. -dijo la peliblanca que estaba encima de una rama junto a los otros pequeños.
-Mejor observa, solo serás un estorbo.
-¡Carne de cocodrilo! -Dijo el más pequeño saltando directo al rio.
-¡Luffy! ¡Te dije que solo observaras! -gritó el pecoso para luego seguirlo junto a los demás.
El ambiente en el que vivían los pequeños los hizo cada vez mas fuertes, hacer 100 peleas diarias cada uno, ir a cazar y conseguir dinero para el fondo pirata. Esa era la rutina que llevaban y que los hacía cada día mas unidos.
Hoy el plan de los pequeños no era nada y mas y nada menos que ir a comer a la ciudad alta y de paso robar todo lo que pudieran.
Los pequeños pasaron por el Gray Terminal donde dos veces al día se desechan todos lo restos que vienen de la ciudad alta. Muchas veces los comerciantes entraban a la gran ciudad para hacer negocios y hoy los pequeños también lo harían.
Sabo,Luffy y Ace iban uno encima de otro mientras la peliblanca iba escondida en el mismo carro donde había la piel de cocodrilo que supuestamente iban a vender. Llevaban una capa que los cubría de pies a cabeza por lo que no se les veía nada. Se acercaron a la gran puerta donde había un guardia.
-¡Oye, espera! ¿Qué llevas ahí?
-Piel de cocodrilo, vengo a venderla.
-¿Cocodrilo?
Luffy que iba en medio de los niños sacó la mano de la capa y destapó al cocodrilo para mostrárselo al guarda. Éste inmediatamente se echó hacia atrás y los dejó pasar.
Una vez dentro de la ciudad pasaron por las orillas que era donde se encontraban los bandidos.
-Oye viejo, llevas algo muy grande ahí. -dijo un bandido al vez que se acercaban a ellos. -¡Oye, di algo, maldito!
-Silencio, vago.
-¿Qué? -dijo sorprendido, acto seguido un fierro lo golpeó haciendo que cayera al suelo.
-Antes de robar, deberían elegir mejor a sus víctimas. -dijo el pequeño pecoso a la vez que se quitaba la capa y se dejaban ver.
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