El Moby Dick surcaba el mar bajo un cielo despejado, sus velas ondeaban con el viento cálido mientras avanzaba en dirección a su próximo destino: la isla de Jaya. El agua resplandecía bajo el sol de la tarde, y el sonido de las olas golpeando suavemente el casco del barco era relajante.
Lena se apoyó en la barandilla de la cubierta superior, respirando profundamente el aire salado del mar. Aunque todavía sentía una punzada ocasional en el abdomen, su recuperación había sido rápida gracias al cuidado de Marco. Su piel clara brillaba con una capa ligera de sudor bajo el sol, y su cabello blanco ondeaba alrededor de su rostro en el viento. Observó cómo la isla de Jaya se acercaba lentamente en el horizonte, una mancha verde que prometía tanto aventuras como problemas.
A su lado, Ace descansaba con su típico estilo despreocupado, un pie apoyado contra la barandilla y las manos detrás de la cabeza. El sol iluminaba su cabello oscuro y su sonrisa pícara nunca desaparecía del todo.
—Hay muchos barcos en el puerto —comentó mientras se acercaba—. Demasiados para una isla como esta. Podría ser que estén esperando algo... o a alguien.
—Me encanta cuando hay multitudes —rió Ace, abriendo los ojos y girándose hacia ella—. Siempre hay alguien que quiere pelear.
El barco se acercaba más a Jaya, revelando los detalles de la costa rocosa y la selva densa que cubría gran parte de la isla. La atmósfera estaba cargada con una mezcla de humedad y el aroma a vegetación húmeda. Lena sintió un escalofrío recorrerle la espalda, una mezcla de emoción y precaución. Recordó historias que había oído sobre Jaya: piratas, tesoros ocultos y secretos antiguos enterrados bajo la densa selva.
—Lo que sea que nos espere en esa isla —dijo Lena con un tono serio—, más vale que estemos preparados. No me gusta cómo se siente esto.
—Oh, vamos —respondió Ace, golpeándola suavemente en el hombro—. ¿Desde cuándo te asustan un par de piratas sucios y un poco de selva?
Lena le dirigió una mirada de advertencia, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios.
—Solo trato de ser cautelosa. No todos nosotros somos imprudentes por naturaleza, como tú.
Ace se echó a reír, y justo en ese momento, una voz profunda resonó por la cubierta.
—¡Todos a cubierta! —gritó Barbablanca desde su posición en el centro del barco, su gran figura imponente destacaba contra el cielo claro—. ¡Prepárense para desembarcar!
Cuando el Moby Dick atracó en el puerto de Jaya, el ambiente cambió inmediatamente. El puerto estaba abarrotado de barcos piratas de todas formas y tamaños, y los piratas se movían por los muelles con pasos pesados y miradas desconfiadas. Unos pocos miraron hacia el gran barco de Barbablanca con una mezcla de miedo y respeto, pero la mayoría seguía con sus asuntos, ocupados con la carga y descarga de mercancías, o sumidos en conversaciones privadas.
El aire estaba cargado con el olor del salitre, la madera húmeda y una mezcla de especias exóticas que provenían de las mercancías transportadas por los barcos. Los gritos de los comerciantes y el canto de las gaviotas llenaban el ambiente, creando un zumbido constante que hacía eco en los oídos de la tripulación.
—Huele a problemas —murmuró Niko, mirando a su alrededor con ojos agudos, siempre buscando cualquier signo de peligro.
—¿Y cuándo no huele a problemas? —replicó Ace, cruzando los brazos sobre el pecho y sonriendo ampliamente—. Eso es lo divertido.
Lena miró a Ace con una ceja levantada.
—¿Para ti todo es diversión, Ace? No todas las islas son solo juegos y apuestas.
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𝑭𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒃𝒍𝒂𝒏𝒄𝒐 (𝑨𝒄𝒆 𝒙 𝑶𝒄)
Fiksi Penggemar𝗨𝗻𝗮 𝗽𝗲𝗾𝘂𝗲ñ𝗮 𝗧𝗲𝗻𝗿𝘆𝘂𝗯𝗶𝘁𝗼 𝗽𝗲𝗹𝗶-𝗯𝗹𝗮𝗻𝗰𝗮 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮 𝗮 𝘂𝗻𝗮 𝗶𝘀𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗘𝗮𝘀𝘁 𝗕𝗹𝘂𝗲. 𝗔 𝗽𝗲𝘀𝗮𝗿 𝗱𝗲 𝗵𝗮𝗯𝗲𝗿 𝘃𝗶𝘃𝗶𝗱𝗼 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝘀𝘂 𝘃𝗶𝗱𝗮 𝗿𝗼𝗱𝗲𝗮𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝘂𝗷𝗼𝘀 𝗻𝗼 𝗳𝘂𝗲 𝗳𝗲𝗹𝗶𝘇 𝗵𝗮𝘀𝘁�...