A la mañana siguiente, Lena visitó al capitán como siempre hacía. Había sido su rutina durante los últimos años. Se despertaba y aún sin desayunar entraba a la habitación del mayor.
Pasaban horas conversando, a veces Marco también se unía. Hablaban desde tonterías hasta planes para la tripulación. Al terminar la peliblanca iba al despacho donde junto a Marco y Niki se encargaba de gestionar el barco.
Esta mañana no fue diferente. La joven ya se encontraba junto al rubio y el azabache hablando sobre los archivos encima de un barril.
-Ha venido bien descansar en la isla Sphinx. Sin embargo, nos quedamos demasiado tiempo-yoi.
-¿Demasiado? Ha sido como cada año. -comentó Niki.
-La gente empieza a subestimar a oyaji. Normalmente le tienen miedo por ser un Yonkou pero, al hacerse mayor otros piratas empezaron a invadir las islas bajo nuestra protección.
-Vaya faena, dime que no son muchas. -habló la peliblanca.
-Por ahora son 3 islas. Dos de ellas fueron atacadas por la misma tripulación. Igual son débiles.
-Y por lo que veo también estúpidos. Oyaji puede seguir dando guerra por muchos años más.
-Tranquila Lena jeje. -dijo el azabache poniendo su mano sobre el hombro de la peliblanca para tranquilizarla.
-Supongo que tienes razón. Si no hubiéramos estado tanto tiempo en la isla Sphinx esto no habría pasado.
-Debemos planear el recorrido-yoi.
Así lo tres, sentados al rededor de un barril, empezaron a trazar posibles rutas para visitar cada isla. Si dejaban las cosas así, la reputación de los piratas de Shirohige se derrumbaría y no harían honor a su nombre.
Narra Ace:
Ya llevaba varios días en este barco, mi tripulación me preguntaba todo el tiempo qué ibamos a hacer pero a mi solo me estaba viniendo una respuesta a la mente. Unirnos a Shirohige.
Pasé toa la noche pensando en lo que me dijo Lena. Ella, que estaba en la misma situación que yo, estaba llamando padre a ese hombre. Dijo que la hacía sentir bien. Me gustaría saber cómo se siente también.
Salí de la habitación que nos habían dejado y quise dirigirme al buscar algo para desayunar pero unos cuchicheos me atrajeron la atención. Vi como había una puerta medio abierta, se escuchaban voces desde el interior, una conversación.
Sin que me escucharan intenté asomarme, la curiosidad me ganó al ver unos mechones blancos.
Lena, Marco y otro chico estaban sentados al rededor de un barril con un montón de papeles encima de éste. Parecía que discutían sobre algo.
Sonreí al ver como Lena se molestaba por algo y arrugaba su pequeña nariz. Aunque, la sonrisa se me fue cuando vi al chico a su lado poniéndole la mano encima del hombro para tranquilizarla.
¿Quién era ese chico?
-¿Nunca te han dicho que espiar es de mala educación? -se me heló la sangre al escuchar a alguien detrás de mí.
Al girarme me encontré con Thatch o así creo que se llamaba, me parece que era el cocinero de la tripulación.
-Yo.. se me había caíd-
-No hace falta que mientas -me interrumpió. -no te preocupes, no diré nada. -habló con una sonrisa de lado. No sabía si fiarme o no.
De repente mi estómago gruñó. La noche pasada no cené nada y me estaba muriendo de hambre.
El hombre frente a mí se rio por la situación y con la mano me indicó que lo siguiera.
Narra autora:
Ambos hombres se encontraban sentados en la concina. Thatch miraba como Ace devoraba todos los platos que le había servido.
-De cierto modo me recuerdas a cuando conocí a Lena.
Al oír el nombre de la chica dejó de masticar y miró al del tupé.
-Si eres como lo que nos ha descrito Lena me gustaría que te unieras a nosotros.
-¿Cómo me ha descrito? -preguntó el azabache.
-¡Ace es muy fuerte, siempre me protegía y era amable conmigo! -imitó una voz infantil.
El pecoso lo miró con una sonrisa embobada.
-¿De verdad dijo eso?
El cocinero se llevó la mano a la frente y soltó una risilla.
-Mira chico, aquí sabemos hasta cuantas pecas tienes.
Antes de que pudiera decir nada, una joven castaña entró a la cocina.
-Hola -saludó con una sonrisa. -¿Molesto?
-No -contestó el cocinero.
Maldición, si que molestas, quería saber más. Pensó el azabache.
-¿Puedo coger de esto? -preguntó agarrando una patata del plato.
-¡Es mía! -Sin darse cuenta, el pecoso le había arrebatado la patata de las manos a la castaña. -Digo... eh esta patata se me cayó, coge otra mejor. -dijo dándole una patata como si fuera un tesoro. Con el hambre que tengo... Pensó.
-Eh.. jeje gracias.. -contestó la castaña algo confundida.
El cocinero miraba la escena divertido. Volvió a la cocina para preparar más comida. Pronto más piratas vendrían reclamando el desayuno.
-Oye, ¿me haces un favor? -preguntó Ace.
-¿De qué se trata?
-¿Puedes contar cuantas pecas tengo? Es importante. -Dijo mirando hacia un lado y rascándose la mejilla.
-Está bien...
La joven intentó contar cuantas pecas tenía Ace pero no podía ya que todo el tiempo se perdía.
-Si pudieras dejar de moverte.
-Tardas mucho. -Se quejó.
La castaña agarró al pecoso de la mandíbula de modo que no moviera la cara y con el dedo iba contando cada peca.
-8, 9, 10...
-Tiene 24. -dijo una voz detrás de ellos.
-¡Lena! -gritó con una sonrisa al verla. Se borró al verla con aquel chico de nuevo. Éste lo miraba con semblante serio.
Ambos jóvenes se sentaron en la misma mesa que Ace y Violet. Por un momento hubo un silencio incómodo.
-Lena, ¿tienes hambre? -dijo ofreciéndole su plato.
-Gracias pero prefiero desayunar lo de siempre.
-¿Lo de siempre?
-Unas tortitas de chocolate por aquí. -dijo el cocinero mientras colocaba el plato frente a Lena. La peliblanca se le iluminaron los ojos.
Así que te siguen gustado. Pensó el pecoso junto con una pequeña sonrisa.
Ese detalle no se le escapó a Niki, que en silencio desayunaba.
-¿Ya te has decidido? -preguntó el azabache junto a Lena que escuchaba curiosa.
-Si.. creo que voy a unirme a vosotros.
-¡¿De verdad?! -gritó con alegría la peliblanca.
-Si hubiera sabido que te pondrías así, me hubiera unido desde el principio.
-¡Chicos, tenemos nuevos nakamas, sacad el Sake! -gritó Lena a todo pulmón.
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𝑭𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒃𝒍𝒂𝒏𝒄𝒐 (𝑨𝒄𝒆 𝒙 𝑶𝒄)
Fanfiction𝗨𝗻𝗮 𝗽𝗲𝗾𝘂𝗲ñ𝗮 𝗧𝗲𝗻𝗿𝘆𝘂𝗯𝗶𝘁𝗼 𝗽𝗲𝗹𝗶-𝗯𝗹𝗮𝗻𝗰𝗮 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮 𝗮 𝘂𝗻𝗮 𝗶𝘀𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗘𝗮𝘀𝘁 𝗕𝗹𝘂𝗲. 𝗔 𝗽𝗲𝘀𝗮𝗿 𝗱𝗲 𝗵𝗮𝗯𝗲𝗿 𝘃𝗶𝘃𝗶𝗱𝗼 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝘀𝘂 𝘃𝗶𝗱𝗮 𝗿𝗼𝗱𝗲𝗮𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝘂𝗷𝗼𝘀 𝗻𝗼 𝗳𝘂𝗲 𝗳𝗲𝗹𝗶𝘇 𝗵𝗮𝘀𝘁�...