𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 26

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Navidad. Una de las festividades que algunos consideran mágica, otros no tanto. En nuestro caso, los Wilson amábamos festejar la navidad y teníamos algunas tradiciones, a las cuales luego se sumó Frank; y ese día era el turno de Shaun.
Una de las costumbres era usar los ugly sweaters que Lyla compraba para que todos combináramos. Esa era una de mis favoritas porque eran calentitos y tiernos. Por otro lado, Edward mandaba a hacer esferas con los nombres de cada uno para que, al llegar, las colocáramos en el árbol como detalles finales.
Por supuesto, la comida tenía que se acompañada por un buen ponche (tradición que se empezó a utilizar cuando Frank llegó, ya que él era el único que sabía cómo prepararlo bien) y, luego, el postre simple que consistía en galletas navideñas y chocolate caliente. Aquello mientras jugábamos al uno o díganlo con mímica, todo dependía de una votación.
A diferencia de otras familias, nosotros no esperábamos a la mañana del 25 para abrir los regalos. Éramos muy ansiosos y nos gustaba hacerlo a media noche. Teníamos una regla con respecto a los obsequios: "si no sabes qué regalar, asegúrate de que sea algo que pueda donar".
En una de las primeras navidades con Frank, al no conocerme mucho, decidió regalarme una enorme bolsa de alimento para perros y huesitos. Todo eso fue donado al refugio que rescató a Tony en su momento.
El 24 era un día tranquilo para estar en familia, la verdadera diversión empezaba el 25; pero eso lo sabrán después.
—Y esta es mi habitación —dije abriendo la puerta—. Bueno, nuestra ahora.
—Muy bonita —dijo dejando el bolso negro sobre la cama y agarró uno de los suéters que mi mamá ya había dejado para nosotros—. ¿Es para ahora o la cena?
—Cena —respondí—. Ven, vamos a buscar a mi papá y Almmy. Si no me equivoco, deben estar molestando a Frank.
—¿Por qué? —cuestionó intrigado.
—Ya lo verás.
Shaun y yo bajamos las escaleras y tomamos nuestros abrigos que anteriormente colgamos en el perchero. Le indiqué que me siguiera hasta la parte trasera para salir al patio, donde teníamos un quincho cerrado en donde Frank y mi papá se refugiaban de las obsesivas por la decoración, alias mamá y Spencer. Desde afuera se escuchaba la conversación -más bien debate- entre los dos hombres.
—Spencer y yo venimos ganando cuatro años consecutivos —dijo el más joven.
—¡Te digo que este año no será así! —burlaba Edward—. Tienen unos contrincantes buenísimos. ¿Verdad, Almmy?
La nombrada ladró al mismo tiempo que deslizaba la puerta para abrirla.
—¡Familia! —exclamé llamando su atención. Mi compañera de cuatro patas fue la primera en correr hacia mí al escucharme— ¡Hola, Almmy! ¡Te extrañé mucho, mi amor!
—Shaun, bienvenido —saludó mi papá extendiéndole una mano, notó que el asiático estaba nervioso—. Te presento a Frank, prometido de Spencer y tu... ¿se dice concuñado?
—Creo que sí —contestó el de ojos azules—. Espero que tengas paciencia, las hermanas Wilson juntas son como Annie y Hallie.
—Eso no es un insulto.
—No, es una advertencia —pasó sus ojos a Shaun—. Un veranos nos fuimos de campamento y a ambas les pareció graciosos recrear la escena donde llevan a Meredith hasta el lago mientras dormía.
—¿De verdad hicieron eso? —preguntó Shaun reteniendo una carcajada.
—Solo porque nos ganó en póker —contestó otra voz femenina entrando en el lugar. Me volteé para acercarme a Spencer y abrazarla—. Hola, hermanita.
Nos abrazamos por unos cuantos minutos en los que ella me susurraba cosas al oído que me dejaron en shock, pero tuve que disimular mi cara para no llamar la atención. En cuanto nos separamos, la de cabello oscuro se acercó para saludar a Shaun con un beso en la mejilla.
—Espero que no te moleste, pero te robaré a mi hermana por un rato.
—Para nada, adelante.
—¡Nosotros cuidamos a Shaun, cuñadita! —exclamó Frank mientras Spence me arrastraba hacia la puerta.
—¡No me hagan quedar mal!
Mi hermana y yo caminamos a paso rápido hasta su habitación para evitar cruzarnos con Lyla, ni siquiera nos detuvimos a colgar nuestros abrigos en el perchero de la entrada. Lo que Spence me había contado nos tenia impacientes.
—Cierra con seguro —indicó ella y yo obedecí. Luego me saqué el tapado y lo tiré sobre su cama.
—¿Ya lo hiciste?
—No.
—¡¿Y qué estás esperando?!
—¡Que tú me empujes al baño! —exclamó en el mismo tono que yo.
—¿Dónde está? —cuestioné. Spencer señaló su mesita de luz y me acerqué a ésta para abrir el cajón. De allí saqué la cajita de cartón rosa y regresé a mi hermana—. Ahora entra al baño y haz pipí en ese palito.
—¡Ay, Roma! —exclamó poniendo una cara de asco pero obedeció.
De todos los escenarios posibles para esa navidad, uno donde mi hermana estaba a punto de saber si se encontraba embarazada o no era el último en mi imaginación. Pero allí estábamos, ella encerrada en el baño y yo caminando de un lado a otro en su habitación. Cuando salió pensé que ya tenía el resultado, pero dijo:
—Hay que esperar tres minutos.
Los tres minutos se volvieron eternos mientras mirábamos por la ventana cómo caía la nieve y esperábamos que la alarma sonara, y así lo hizo. Ella la apagó y me miró con sus nervios a flor de piel.
—Okay, ahí voy.
Spencer sacó el test de la cajita para ver el resultado. Una sonrisa enorme se coló en su rostro, a la vez que sus azulados ojos se llenaban de la lágrimas.
—Positivo —dijo mostrándomelo.
—¿Festejamos o no?
Fue ella quien me abrazó con fuerza. Las dos empezamos a saltar por todo el cuarto tratando de no gritar para que siguiera siendo un secreto.
—¡Voy a ser mamá! —exclamó en voz baja.
—¡Vas a ser mamá! —aplaudí— ¿Cómo se lo vas a decir a Frank? ¡Espero que se desmaye!
Spencer rodó los ojos tomando asiento en la cama.
—Haré algo típico —contó—. Será su regalo de navidad.
—Ustedes hicieron un bebé para el tiempo correcto.
Mi hermana era feliz, no cabía duda de ello. Por años se había imaginado siendo mamá, pero tenía miedo porque su infancia no fue buena hasta que los Wilson llegaron. Cuando Frank y ella tuvieron esa conversación importante, recuerdo que me llamó en lágrimas diciendo que estaba asustada porque no sabía si sería buena en la maternidad por haber sido abandonada. Entonces le recordé que su mamá era Lyla, una mujer que jamás le soltó la mano y le enseñó el significado del verdadero amor que una madre tiene para ofrecer. Con el tiempo sus miedos fueron calmando, pero el bebé no llegaba y entonces dejaron de intentarlo. Así que fue una agradable sorpresa enterarnos que la familia se agrandaba, y que ese bebé tendría unos genes divinos.
Tras ayudar a Spencer con las manualidades para el regalo, regresé a mi habitación y me encontré con Shaun junto a Almmy. El primero estaba ordenando la ropa dentro del armario, y la segunda acostada sobre la cama.
—Yo planeaba hacer eso —digo llamando su atención.
—No me costaba nada, linda.
Le sonreí tomando asiento al lado de Almmy para acariciar su pelaje.
—¿Qué tal te trataron mi papá y Frank?
—Pues... me contaron muchas historias.
—Ay no —dije cerrando los ojos y dejándome caer en la cama.
—¿Por qué nunca me contaste sobre tus fetiches? —cuestionó colocándose arriba mío.
—¿Frank te contó sobre mis fetiches en frente de mi papá? —interrogué abriendo los ojos de golpe. El de cabello azabache asintió— Frank es hombre muerto.
Shaun rio para luego unir nuestros labios en un beso profundo.
—Debemos prepararnos para la cena —dije en cuanto nos separamos.
—Primero una ducha.
Pegué un grito cuando me cargó sobre su hombro para llevarme hasta el baño dentro de mi habitación. Abusaba de mi estatura y su fuerza, maldito Shaun.
En caso de que se lo pregunten, no, no bajamos tarde a la cena. Sí no llegué a secarme totalmente el cabello, por lo que se formaron mis ondas naturales y rogaba que el frizz no me hiciera lucir como un espantapájaros. Por otro lado, amaba los suéters que mamá eligió ese año. Eran rojos con puntitos, copos de nieve y renos en blanco. Además, habíamos optado por usar pantalones negros y pantuflas. Una noche buena cómoda.
Cuando bajamos, todos ayudamos a poner la mesa. El menú traía varias cosas, a mamá le gustaba cocinar y usaba las fiestas para armar sus banquetes. Aquella noche optó por platillos con pastas, carnes o vegetales. Cada uno era libre de elegir lo que quería, y yo llené mi plato con sus riquísimos fideos caseros y salsa blanca.
La mesa era grande y redonda, a mis papás no les gustaban las cabeceras y por eso siempre elegían esa forma. Shaun se sentó al lado mío, luego estaban Frank, Spencer, mamá y papá. El hombre mayor me tomó la mano y apretó con fuerza.
—Me encanta verte feliz, hija —dijo lleno de orgullo.
Por alguna razón esa cena se sintió diferente, o tal vez era yo quien se sentía así. Había reído, hablado y participado más. Me sentía en casa, rodeada de amor.
Era la magia de las fiestas, sin duda alguna.
—¿Cómo fue el rodaje? —preguntó Lyla.
—Largo y emocionante —respondió Shaun—. Cada rodaje es diferente, conoces a más gente, te encariñas más. Siempre es semiamargo el último día.
—Yo solo agradezco que se hayan conocido —comentó sonriente y posó sus ojos en mí—. ¿Mañana vendrá Andrew con las niñas?
—Sí, Kendall y Astrid necesitan salir de la casa.
—No puedo imaginar lo que deben estar sintiendo —dijo Edward.
—Yo sí —dijimos Spencer y yo al unísono.
Ambas conocíamos el sentimiento de perder a tu mamá, o sentirte mal porque crees que lo que pasó fue tu culpa. Sin importar cuánto la gente trate de convencerte de lo contrario, el sentimiento nunca se va. Solo eres capaz de dormirlo, pero jamás te abandona.
—Ustedes me tienen a mí —habló Lyla pasando los ojos de la una a la otra—. Yo no podría dejarlas, nunca.
La cena cambió de atmósfera a los minutos con la primera broma de papá, además de que se encargaron de llenar a Shaun con preguntas. Cuando terminamos, Frank, Spencer, Shaun y yo nos encargamos de juntar la mesa e ir a lavar lo utilizado. Mientras la pareja pronta al matrimonio se encargaba de la limpieza, Shaun y yo del chocolate caliente.
—¿La estás pasando bien?
—Tu familia es divertida —respondió sonriente—. Gracias por invitarme.
—Espera a mañana, será más divertido aún.
Al dejar la cocina reluciente, los cuatros la abandonamos. Los hombres llevaban dos charolas con las tazas y nosotras platos con las galletas para acompañar. Lyla y Edward ya se encontraban en la sala esperándonos, ella sentada y él parado junto al árbol con una caja entre sus manos.
—¿Son las esferas? —pregunté emocionada. Papá asintió. Solté un chillido soltando la bandeja sobre la mesa y me acerqué a él—. ¡Soy la menor, empiezo yo!
—¿Qué está pasando?
—Cada año papá manda a personalizar esferas con nuestros nombres y una sorpresa adentro —explicó Spencer—. El último día antes de irnos podemos romperlas para agarrar nuestro regalito.
Edward sacó de la caja de cartón una esfera transparente que tenía mi nombre en letras cursivas rosadas, dentro había un par de aros perla.
—Me encanta —abracé a Ed—. Gracias, pa.
Colgué mi esfera en el árbol y me alejé, era turno de Spencer. El nombre de ella estaba escrito en verde, y dentro había unas hebillas pequeñas en forma de flores y azules.
—Mi algo azul —dijo con los ojos llorosos. Oops, hormonas.
Papá la miró extrañado mientras ella colgaba su esfera en el árbol, Spencer no era una chica de lágrima fácil. Sacudió la cabeza y miró a los otros dos.
—¿Quién cumple años primero? —cuestionó ya que Frank y Shaun tenían la misma edad.
—Espere, ¿hay una para mí?
—Frank cumple antes —respondí.
—Shaun, acércate.
Él no lo podía creer, era su primera vez allí y ya lo habían incluido en una de nuestras tradiciones. Esa noche, cuando nos fuimos a acostar, me dijo que nunca se había sentido tan especial e involucrado en algo tan importante. Me alegraba haber llevado a Shaun conmigo, era una decisión de la cual no me arrepentiría jamás.
—De veras, muchas gracias —dijo aceptando la esfera, que tenía su nombre en rojo y estaba llena de dulces.
—¡¿Por qué la de él tiene dulces?! —cuestionamos Frank y yo, los fanáticos de los caramelos.
—Porque es su primera vez, par de glotones —defendió Spencer. Ambos la miramos con el ceño fruncido y de brazos cruzados.
—Les compartiré, lo prometo.
Lyla rio indicándole a Frank que era su turno. La suya tenía las letras en azul, dentro unos gemelos para usar con su traje de bodas.
—Son los que usé cuando me casé con Lyla —contó Edward, haciendo sonreír con amplitud al de ojos azules.
—Es un gran obsequio, Edward.
Reí sabiendo que cambiaría de idea a media noche. Por lo cual, aún teníamos que hacer tiempo. Por votación unánime, elegimos jugar al uno. Frank y yo casi nos terminamos agarrando a los golpes cuando empezamos a tirarnos +2 y +4 a lo loco, pero le gané. Shaun fue testigo del lado competitivo de la familia, pero eso no era nada.
—¡Un minuto para media noche! —exclamó mamá mirando su reloj. Papá encendió la televisión para dejarlo en un canal donde pasaban pura música—. ¡Feliz navidad, familia!
—¡Feliz navidad! —exclamamos chocando nuestras tazas y abrazándonos. Shaun y yo nos besamos castamente, pero felices.
—Te quiero —dije.
—Yo más.
A los pocos minutos ya nos encontrábamos sentados junto al árbol como si fuésemos niños. Yo agarré uno que había comprado en secreto para Shaun y se lo extendí.
—Espero que te guste.
El asiático rasgó el papel hasta encontrarse con un maletín negro, el cual lo abrió y adentro se topó con el tocadiscos que tanto quería.
—No entiendo qué hice para merecerte —comentó besando mi mejilla sonoramente—. Me encanta, gracias, amor.
Así empezamos a repartir los regalos hasta que quedó solo una pequeña cajita azul con un moño negro. Spencer la tomó entre sus manos y se la extendió a Frank.
—¡Mi celular! —exclamé levantándome del suelo para correr a la mesa y agarrarlo. Puse a grabar justo cuando Frank sacó el moño para abrir la cajita. Sus ojos se abrieron de par en par, entró en un estado de shock al estar procesando lo que había allí dentro.
—¿En serio? —preguntó fijando sus ojos lagrimosos en mi hermana— ¿Vamos a ser papás?
—¡¿Qué?! —gritaron Edward y Lyla. Shaun casi escupió su chocolate y Almmy despertó por los gritos.
—Vamos a ser papás —confirmó Spencer, haciendo que la casa se llenara de gritos por parte de los mayores.
Lyla y Edward se tomaron de las manos y empezaron a saltar como adolescentes mientras cantaban "vamos a ser abuelos". Aún así, mi atención estaba en Frank y Spencer. No podía creer que iban a dar ese paso tan grande en sus vidas, pero sin duda estaba feliz por ellos.
Una hora después de felicitar e imaginar cómo sería la próxima navidad con un infante en la casa, nos fuimos cada uno a su habitación. Pusimos la cama de Almmy a un costado de la nuestra para que se acostara allí, lo cual hizo con su nuevo peluche.
Shaun y yo reemplazamos nuestro atuendo por los pijamas y nos metimos en la cama. Acomodé mi cabeza en su pecho para dejar que me acariciara el cabello.
—¿Y qué haremos hoy? —preguntó.
—No puedo decirte mucho —contesté alzando la cabeza—, pero te prometo que será inolvidable.
Los dos rápidamente nos quedamos dormidos, finalmente podríamos hacerlo sin pensar en que debíamos trabajar.
No obstante, aquellas horas pasaron muy rápido. Nuestro sueño profundo se vio interrumpido cuando se escuchó el sonido de una corneta de aire por toda la casa.
—¡Hora de despertar, holgazanes! —exclamó una voz masculina por altavoz.
—¿Y ese quién es? —preguntó Shaun mirando a su alrededor. Suspiré sentándome en la cama.
—El tío John.
—¡Es el día de la Competencia Wilson!
 

¡Bienvenidos a la primera parte de las festividades Wilson! Estoy segura de que los próximos capítulos serán divertidos ♥

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Espero que les guste! 

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-Melany

Las dos caras de Roma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora