𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 1

42 7 0
                                    

  Han sido 1.460 días desde que empecé en el mundo del espectáculo, y de esos solo pasaron dos años y medio de "mi gran salto" gracias una película llamada Phoenix -no por el lugar exactamente-. Fue estrenada en medio de una pandemia que arruinó y le costó la vida a muchas personas, aún así logré abrirme un camino. ¿Cómo lo hice? Aún sigo sin una maldita respuesta. Pero quiero creer, debo creer que fue gracias a mi talento y perseverancia.
  Me enamoré de la actuación cuando apenas era una puberta de doce años, suena cliché pero es la verdad. Al principio fue para escapar de la cruda realidad en la que vivía, porque honestamente si me ponía a pensar en mi futuro solo podía ver drogas, alcohol y un embarazo adolescente. Y ahora se preguntarán: "¿Qué pasó?" Bueno, si lo cuento estarían leyendo una típica tragedia griega, o al menos así la siento; seamos honestos, nadie quiere saber en un primer instante cómo llegué hasta donde estoy o cuál fue ese evento traumático que me hizo reformular y reflexionar tan jóven. El punto es que ahí estaba, a mis 24 años era una de las actrices más premiadas en tan poco tiempo; y sí, me pagaban muy bien. ¿Querían saber eso? Es lo que muchos se preguntan, no los culpo, ya me acostumbré.
  Otra cosa que seguramente deben estar preguntándose, y probablemente sea la razón por la cual siguen acá: saber si el mundo del que la mayoría quiere ser parte, es en realidad tan hermoso como te lo pintan.
  No les voy a mentir. Como en toda carrera, tiene sus lados positivos y negativos; todo depende de donde están plantados tus pies, cuál alto te permites volar y qué tan fuerte eres para resistir los tsunamis que deberás atravesar para sobrevivir.
  —¡Ya llegó por quien llorabas, lagrimín! —exclamé entrando al tráiler donde estaban los estilistas para peinarnos.
  —¿En serio nunca dejarás de llamarme así? —preguntó Andrew con su encantador acento inglés.
  Andrew Michaels, 36 años, proveniente de Londres, actor y uno de los tres únicos mejores amigos que tengo. No exagero, es así. Puedes ser amable con quien quieras, pero amigos reales solo hay pocos.
  Nosotros nos conocimos en el set de The beautiful butterfly, donde interpretamos a dos hermanos que buscaban desesperadamente a su padre tras descubrir que aún seguía con vida. Si bien la relación de ellos terminaba mal, la química y unión que se generó entre nosotros pasó la pantalla e hizo que varios directores nos quisieran trabajando juntos nuevamente. Por fortuna, ambos coincidimos con una de las ideas que nos fue presentada, llevándonos a trabajar en un serie para Netflix titulada Your last breath. Pasamos de ser hermanos a pareja. Gran plot twist.
  —¡Lloraste como un bebé cuando Chris Martin se paró a saludarte! —le recordé mientras me sentaba—. No hay forma de que deje ir eso. Y por cierto, buen día, divinas. Fastidiarlo es mi pasión, lo siento.
  Las chicas rieron ante el comentario y respondieron cálidamente. Una de ellas, Claude, desarmó la cola de cabello que tenía para luego tomar un cepillo y empezar a desenredar mi pelo.
  —Mientras mis hijas no se enteren.
  —Estoy segura de que Tammy ya les contó —sonreí girando mi cabeza hacia él—. De veras pareces un niño sin barba. Te quitaron diez años de encima, eres soltero otra vez.
  —Ja, ja, muy graciosa la niña —dijo irónico—. Tú sigue frunciendo el ceño y pronto me burlaré tus arrugas.
  —Auuuch, como si no conociera el botox.
  —Odias esas cosas —soltó frunciendo levemente sus cejas.
  —Sí, lo hago. Por eso nunca me hice el implante de senos —confieso dejando la cabeza quieta para que Claude pueda colocarme las extensiones—. Soy una maldita tabla de surf.
  —La más bonita tabla de surf, Romita.
  Simplemente sonreí ante las palabras de Andrew para terminar con el tema. Él detestaba que hablara mal sobre mi cuerpo porque a sus ojos siempre me vio bonita; y cuando me conoció pensó que estaba deprimida, al borde de tirarme por un precipicio. Por eso empezó a contradecirme cada vez que decía algo feo sobre mí con comentarios positivos, cumplidos y demás. Aunque al principio fue bastante pesado, con el tiempo me acostumbré y llegó a gustarme la positividad que me transmitía. Sin embargo, los días en que esa voz oscura dentro de mí era más fuerte, no habían palabras bonitas que pudieran ser más fuertes. Mucho menos cuando leía aquellas palabras e insultos por todos mis post en redes sociales. ¿Es que la gente no tiene algo mejor para hacer?
  La puerta del tráiler se abrió, por ella entraron Matt y Lux para avisarnos que debíamos ir a maquillaje después.
  Andrew fue el primero en salir, yo me quedé sola con las chicas hasta que llegó Donna, una actriz/compañera. Nos llevábamos bien, no éramos las mejores amigas pero sí buenas compañeras de chisme.
  —¿Ya se enteraron? —preguntó dejando caer su bolso en el suelo para después sentarse.
  —¿Camila Cabello y Shawn Mendes volvieron? ¡Decime que sí!
  —Ojalá, pero no —respondió desilusionada—. Tiene que ver con Shaun Xiu.
  —¿El que sale en "Crimen del más allá"? —cuestionó Sophie, la otra estilista—. ¡Es tan guapo! A ese hombre jamás le diría no —arrugué la nariz—. ¿No te gusta?
  —Chris Evans parece más salvaje.
  —¡Roma! —exclamó Donna entre risas—. ¡Ya! Volviendo al punto. ¡Se separó! La noticia salió ayer.
  —¿Ves, Sophie? Probablemente no era tan bueno en la cama.
  —Me contaron que Constance le fue infiel.
  —¡Nooo! —exclamó Sophie— Pobrecito, debe estar devastado. ¿Queda mal si le envío un mensaje por Instagram?
  —¡Sophie, mi cabello! —grité llamando su atención. Ella reacciona alejando la planchita de inmediato.
  —¡Lo siento mucho!
  Arrugué la nariz tomando ese mechón de cabello quemado entre mis dedos y me encogí de hombros.
  —Supongo que no pasa nada —dije restándole importancia—. Es del falso, se puede reemplazar.
  —Enseguida.
  Durante la otra hora que pasé sentada ahí, Donna nos ponía al día con todas las noticias de chimentos que había salido. Es una locura la cantidad de cosas que pueden salir de la noche a la mañana. Pero la verdad es que no es sorpresa, la mayoría de los artistas viven siendo hostigados por los paparazzi y, cómo no, por los haters también. Entre ellos hay una guerra titulada: "¿Quién puede arruinar tu reputación primero?" Si trabajasen juntos sería una verdadera masacre, no tengo pruebas pero tampoco dudas.
  Salí del tráiler tras ser maquillada y afuera ya me esperaba mi asistente, Nicholas. Él llevaba puesto un buzo rojo, jean negro y zapatillas a juego . Entre sus manos tenía un envase de café, mi guión y una enorme sonrisa nerviosa.
  —¿Tráfico?
  —¡Lo odio! —casi gritó extendiéndome lo mío—. Dos horas tarde, deberías despedirme.
  —No exageres, Nick. A todos nos puede pasar.
  —Eres la mejor, de veras —alagó empezando a caminar junto a mí. De reojo vi que sacó su ipad y supe lo que se acercaba—. Okay, hoy el rodaje es hasta las nueve en punto. Tienes almuerzo a las doce, cena a las ocho, pero te recomiendo no elegir algo pesado. Logré hacerte un espacio para que cenes con Oceánica.
  Me detuve en seco, tratando de no sonreír exageradamente como el gato de Alicia en el país de las maravillas.
  —¿En serio? —él asintió bajando la vista al ipad.
  —Aunque mañana sí será un día pesado —informó—. Y por pesado me refiero a Miguel. Quiere una reunión contigo urgente, me dejó diez llamadas perdidas en la madrugada.
  Rodé los ojos retomando la marcha hacia el set. Tomé un largo sorbo de café mientras seguía escuchándolo.
  —Aunque no es del todo malo, también tienes la prueba del traje para la premiere a las tres de la tarde.
  —Que bueno que es mi día libre, ¿no?
  —Me aseguraré de que hagas todo temprano para que puedas descansar, lo prometo.
  Descansar era un palabra que había olvidado hace mucho tiempo. No se trataba del tiempo que invertía en mi trabajo, después de todo actuar era una parte importante y especial en mi vida -a pesar de los problemas que hubo en el medio-. Más bien era el hecho de que no sabía cómo parar, no sabía cómo apagar el cerebro y realmente descansar. Podía estar acostada en mi cama, ya durmiendo como una roca, pero esa materia gris dentro de mi cráneo resultaba ser mi peor pesadilla. Cuando despertaba solía estar más cansada que el día anterior, pero de alguna forma u otra lograba mantenerme de pie y sonreír como si todo estuviera perfectamente excepcional. Eso es lo que todos quieren ver de los artistas, la "vida perfecta" que tienen porque qué les puede faltar, ¿no?
  —Buenos días, Roma. ¿Cómo estás? —preguntó la directora, dándome un cálido abrazo. Crystal Kane era una mujer muy positiva, siempre le buscaba el lado brillante a todo y eso era algo que se contagia en el set. Por eso la adoraba tanto.
  —Estoy bien. Lista para empezar.
  —¡Perfecto! Entonces ven conmigo.
  Le entregué el café y guión a Nick para luego seguir a Crystal. Pronto Andrew se nos unió, ya que esa escena en particular era solo con nosotros dos. El resto del cast aún seguían esperando su turno o con los estilistas.
  Crystal nos hablaba de la escena mientras se terminaban de acomodar las cámaras, luces y le hacían unos retoques a la decoración. En ese momento estábamos en la que era nuestra habitación, por lo que nuestros vestuarios eran pijamas. Andrew tenía puesta una azul marino y yo una negra.
  —Recuerden que es una escena tensa, conflictiva —aclaró Crystal—. Ustedes tienen una excelente química que se disfruta, pero ahora deben estar enojados con el otro. Saquen su lado más oscuro, recuerden la guerra interna que sus personajes tienen.
  —No será difícil —reí abriendo las sábanas de la cama—. Solo pensaré en la vez que te comiste mi torta de chocolate.
  —Sigo sin arrepentirme —confesó acostándose—. Te la robaría otra vez.
  —Y solo por eso me encargaré de darte una muy majestuosa bofetada.
  —¡Perfecto! Se verá magnífico en cámara —comentó Crystal alejándose entre risas, al mismo tiempo que el otro fingió un llanto dramático.
  Solté una carcajada mientras me acomodaba y él se ponía dándome la espalda. Molestar a Andrew siempre me gustó porque luego se hace mutuo y tenemos un humor bastante parecido. La comedia en nuestras manos estaba bien protegida.
  —¡Acción! —gritó Crystal.
  De fondo se escuchó el sonido de una alarma para indicarle a Andrew que "despertara" y él se estiró para apagarla. Yo debía quedarme mirando hacia el techo sin moverme, por lo que tenía una de las cámaras sobre mi rostro.
  —Buenos días, cariño —dijo su línea en acento americano mientras giraba hacia mi costado—. ¿Kate?
  —Sí, buenos días —respondí. El camarógrafo se fue alejando para dejarme levantar de la cama como decía el guión. Este me siguió hasta la puerta que conducía al baño. Entré, cerré la puerta y ahí me quedé hasta que me tocara salir. Debía esperar que Andrew terminara la supuesta llamada para salir e iniciar la pelea.
  —Te veo en la noche. Adiós —salí tras escuchar aquello. Miré a Andrew, quien ya se había sentado al borde de la cama—. Era Natasha. Vendrá a cenar esta noche.
  Donna interpretaba a Natasha, la hermana de Josh (Andrew) y abogada. Su personaje ayudaba a la pareja a protegerse y guardar apariencias para no levantar sospechas del homicidio que Josh cometió contra su amante Harris.
  —Compra un vestido. Dijo que vendrá con su nuevo novio —comentó entre risas. Fruncí el ceño—. ¿Qué tienes?
  —¿Cómo puedes reír en un momento así? —cuestioné reteniendo el llanto. Como pueden ver, mi personaje era el que sufría por la culpa y la necesidad de querer decir la verdad a pesar de las consecuencias.
  —No empieces, Katherine.
  —No, sí empiezo. ¡Sí empiezo! —alcé la voz—. Mataste a alguien, Josh. ¡Lo apuñalaste! No puedo seguir haciendo esto, ya no quiero cubrir tu mierda por más tiempo.
  —¿Mi mierda? —él se levantó de la cama y caminó hasta pararse delante mío—. ¿Qué hay de la tuya? Tal vez fui yo quien clavó el cuchillo, pero fuiste tú quien sumergió el cuerpo en ácido. En lo que a mi concierne, estás tan jodida de la cabeza como yo.
  Y ahí me tocó pegarle una cachetada. Debo admitir que normalmente es difícil tener que pegarle al compañero o compañera con la que estés trabajando, mucho más cuando hay una buena relación. Pero se entiende que es trabajo, es ficción. Lo malo es que no todos distinguen eso.
  Fuera del mundo artístico, ya entrando en el de los espectadores, muchas personas se toman en serio lo que pasa detrás de la pantalla; creen que tanto actor como personaje comparten una actitud idéntica. El odio que crean por el personaje es transmitido de manera literal hacia el artista y eso es una experiencia horrible. ¿Cómo se sobrevive a ello? ¿Cómo ignorarlo?
  Andrew me tomó de los hombros y me retuvo contra la pared, su cuerpo estaba muy pegado al mío, al igual la cámara que captaba nuestros rostros.
  —Haz eso una vez más y la próxima desaparecida serás tú —amenazó.
  —Atrévete —acerqué más mi cara hacia la suya—. Luego verás como ni tu hermanita podrá mantenerte fuera de la cárcel, imbécil.
  —¡Corte! —gritó Crystal. Andrew y yo nos sonreímos poco a poco hasta terminar estallando en risas. Era tan cómodo trabajar con él.
  —¿Te golpeé muy fuerte?
  —No como cuando robé tu torta de chocolate.
  Negué divertida con la cabeza. Crystal se acercó a nosotros para felicitarnos y darnos algunas indicaciones. Esa misma escena la repetimos otras doce veces, así contábamos con diferentes planos para la post-producción.
  ¿Repetir se puede volver cansador? No cuando haces lo que amas y estás rodeado de personas que te hacen sentir bien, acompañado. Aunque queramos negarlo o digamos que somos personas solitarias -cosa que yo misma he dicho-, el contacto humano es tan necesario como el aire que respiramos. Necesitamos esa conversación, esa risa compartida o ese abrazo que te reinicia todo el sistema. Nadie es completamente solitario.
  —¿Qué estás leyendo? —preguntó el de ojos marrones sentándose en su silla. Ambos estábamos descansando en lo que Donna terminaba de grabar su escena junto a Harry Hudson. Él interpreta a un detective, el que está detrás de nosotros específicamente.
  —Un chimento del que hablaba Donna hoy —conté sin despegar la mirada del celular—. La curiosidad mató al gato.
  —¿El de Shaun?
  —Sí, acá dice que... —me interrumpí para girar la cabeza y verlo confundida—. ¿Cómo lo sabes? Apenas si recuerdas que tienes celular.
  —Lo conozco. Trabajamos juntos hace un tiempo ya.
  —¿En serio?
  —Sí, fue un año antes de conocerte —respondió sonriente—. ¿Por qué la curiosidad? ¿Te gusta?
  —¿Qué? ¡Obvio no! —negué apagando el celular—. ¿Atractivo? Definitivamente. Tiene una mirada tierna pero también sexy y...
  —Diez años más que tú —rio—. Sí que tienes un tipo. Por lo menos Shaun es una buena persona, a diferencia de...
  —No lo nombres —lo detuve. No tenía ganas de saber o escuchar sobre la persona que tantos problemas me causó, tanto en mi vida profesional como en la psiquis.
  —Nunca me contaste lo que pasó entre ustedes.
  Tampoco era como que quería contarle a todo el mundo lo que aquél pedazo de basura hizo para mantenerme acorralada entre la espada y la pared.
  —¿Sabes? Podrías pasarle a tu amigo Shaun el número de Sophie si necesita que le levanten el ánimo —propuse a forma de broma—. A ella le encanta.
  Así que sí, necesitamos el contacto. Sin embargo, acercarse o abrirse, dejar el alma y los sentimientos a la vista, es lo más complicado.
  Caminamos por la vida pensando que nuestros problemas son mínimos comparados a otros, que con el paso de los días se irán y nos volveremos a sentir "normales". Pero la verdad es que no importa cuanto intentes mantenerlos enterrados, siempre encontrarán la forma de salir a la luz. Depende de ti si prefieres huir o luchar, aunque eso signifique que no todo resulte de la manera que deseabas. Estuve de ese lado... y casi terminó conmigo.  

¡Buen viernes y día de publicación! 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Buen viernes y día de publicación! 

Espero que les haya gustado este cap. Ya tenemos un poco más de conocimiento sobre Roma y su vida ♥

Los estaré leyendo! 

-Melany 

Las dos caras de Roma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora