𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 32

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Mi familia me consideraba como una mujer soñadora, o que creía mucho en las señales que se me presentaban diariamente. Muchas veces era Spencer quien escuchaba todos mis disparates porque creía que los demás me veían como una loca. Fue por ello mismo que no le di una respuesta concreta a Mabel sobre el encuentro con Eloise, más bien lo miré a Shaun y le pedí que me llevara a casa. Aquella mañana había sido una de las más largas, pero mi día estaba lejos de terminar.
Ninguno habló durante el camino a casa sobre lo que había pasado en aquél cuarto, tampoco tenía ganas de compartirlo. Por lo tanto le hacía preguntas para escuchar hablar, y así fue como me enteré que sus amigos lo habían invitado a una noche de básquet y pizzas. Dijo que no iría, pero insistí en lo contrario. Si se quedaba por mí, solo iba a hacer que me sintiera peor conmigo misma.
Finalmente, terminó accediendo; y en cuanto llegamos a casa, tuvimos que pasar por los paparazzis acumulados para obtener la mejor fotografía. Entrar a mi casa y ser recibidos por Almmy fue la calma después de una tormenta.
—Haré algo de comer —dije luego de mimarla a Almmy por unos minutos.
—Yo sacaré a Almmy —habló agarrando la correa que colgaba en el perchero de la entrada—. Volveremos en una hora.
Que yo estuviese encerrada mayor parte del tiempo, no significaba que todos debían; por eso, los paseos de Almmy, los hacíamos en diferentes horarios y siempre salíamos por la parte trasera para evitar el caos de la parte delantera. Tenía unos vecinos que eran muy buenos y amables, siempre nos dejaban salir a la calle por medio de su patio.
Al rato que se fueron, y yo seguía cocinando, escuché el ruido de la puerta de entrada. Salí de la cocina para ver de quién se trataba; allí me encontré con Lyla. Suspiré sospechando la razón de su visita sorpresa.
—Hola mamá.
—Por favor dime que te reunirás con la hermana de Caleb.
La miré en silencio por unos segundos para después darme la vuelta y regresar a la cocina. Escuché los tacones de Lyla resonando en el suelo, venía detrás de mí.
—¡Quiere testificar a tu favor!
Yo seguía con lo mío: poniendo los fideos dentro del agua hervida. Lyla era consciente de que ignoraba los temas que me causaban incomodidad, por eso se colocó al lado mío, observándome fijamente.
—Deja de comportarte como una niña —habló—. Esto es serio, Roma. Tu carrera, para no decir tu vida entera, está en juego. Necesitas empezar a tomar decisiones.
—¡¿Crees que no lo sé?! —grité sorprendiéndole— ¡Soy consciente de que puedo perder lo que construí por culpa de un solo error! ¡Ya sé! ¿Pero adiviná qué? Llevo perdiendo todo desde que era una niña, así que no sería ninguna novedad.
—Llama a Mabel —ordenó—, reúnete con Eloise. Ella aún puede ayudarte a ganar esto.
Sin decir más, se dio la media vuelta y salió. Supe que se había ido cuando la puerta se cerró, y ya estaba sola nuevamente.
Lo que dije podía interpretarse como un me rindo; era así. Estaba cansada incluso antes de empezar porque solo pensaba en que nadie iba a creerme. El sistema está roto, muchas víctimas de cualquier tipo de abuso presentas sus denuncias pero, la gran mayoría de ellos, quedan archivados y la justicia no hace nada. ¿Pasaría algo diferente conmigo? Tal vez me escucharían, sí, pero más de uno se sentaría ahí solo para mirarme con desdén o asco. Dirían algo como "solo busca prensa" y dejarían que Caleb caminara libre por las calles mientras que mi carrera se hundiría más. ¿Por qué de repente Eloise podría ayudarme a ganar? No tenía sentido.
Terminé la comida justo a tiempo. El ladrido de Almmy anunció que habían llegado, y sin evitarlo sonreí. Ya había puesto los platos en el comedor, por lo que solo faltaba que llegaran.
—¿Cómo les fue? —pregunté dividiendo los fideos con crema en los dos platos.
—Fue tranquilo —confesó yendo a lavarse las manos en el baño pequeño que tenía en la plata baja—. ¿Qué hay de ti, alguna novedad?
—Mi mamá vino —conté mientras me sentaba—. Quería hablar de Eloise, pero creo que terminamos peleando.
Shaun regresó, podía ver la curiosidad en sus ojos.
—Te ordenó que la veas, ¿no? —asentí viéndolo sentarse frente a mí—. Tal vez pueda ayudarte. Después de todo, quiere testificar a tu favor.
—¿Por qué? —cuestioné tratando de entender— Son hermanos. ¿Qué puedo haberle hecho para que Eloise lo terminara odiando?
—La razón puede ser lo que te ayude a tener el jurado de tu lado —asumió—. Se supone que el vínculo entre hermanos es más fuerte; sorprende cuando ves un caso completamente diferente.
No soy una persona que se deja llevar por suposiciones, pero luego de aquella conversación se me vinieron muchos escenarios a la mente e inevitablemente dieron paso a la curiosidad. Y así fue cómo me encontré en un debate conmigo misma sobre qué hacer.
Por un lado tenía miedo, principalmente por si Eloise estaba mintiendo y solo quería verme para obtener alguna información sobre el caso; por otro, pensaba que tal vez sus intenciones eran buenas. Recordando la vez que nos conocimos, en la cual me dejó claro que Caleb no era buena persona, capaz tenía una buena razón.
La decisión final dependía de mí; al final dejé que la curiosidad (y un poco de fe) me ganara. Llamé a Mabel, le dije que aceptaba ir a verla. Al rato, la abogada me mandó un mensaje con la hora y el lugar pactado. Sería al medio día, por lo cual me quedaban horas de ansiedad para matar.
Para ese momento ya me encontraba sola en casa. Shaun se había ido en la tarde para prepararse, no lo volvería a ver hasta la tarde siguiente. Para matar el tiempo, limpié cada habitación de los dos pisos esperando que eso me cansara. Efectivamente no lo hizo, más bien me despertó más. Tomé un baño de agua caliente (que no funcionó) y terminé preparándome un té para llevarlo a la cama. Puse una película, rogando que eso terminara por relajarme. Almmy se acostó del otro lado, rápidamente se durmió. Por otro lado, yo seguía mirando Mi novia Polly. Ya tenía la cabeza apoyada en la almohada cuando el celular sonó. Me senté en la cama para agarrar el celular que estaba en la mesita de luz. Solo atendí porque era un video llamada de Andrew.
Cuando apareció su cara en la pantalla, pude ver las ojeras bien marcadas debajo de sus ojos y supe que también la estaba pasando muy mal.
—Veo que no puedes dormir.
—Tú tampoco —molestó colocando una sonrisa en el rostro—. ¿Estás sola?
—Sí, Shaun salió con unos amigos —contesté—. Insistí en que fuera, no quería se quedara encarcelado como yo. No es justo, ¿sabes?
—Tampoco es justo lo que te pasa a ti.
—Lo sé, pero —suspiré—... No lo sé, a veces pienso que solo soy un problema en su vida.
—¡No digas eso! —exclamó serio— Si está contigo es porque te ama y quiere estar contigo. Nada lo fuerza, no tienen hijos de por medio. Están juntos porque así lo desean, porque son compañeros...
Andrew se interrumpió tras escuchar sus propias palabras. Él estaba teniendo problemas con entender porqué Tammy los había dejado de esa manera tan abrupta y sin advertencia. Lidiaba con presiones, no solo profesionales sino también personales. Aún tenía dos niñas pequeñas a las que criar, no quería cometer errores o hacerlas sentir mal porque papá debía ir a trabajar.
Ambos teníamos problemas, diferentes pero al fin dolorosas experiencias que debíamos atravesar. Era bueno tenernos mutuamente.
—Estaremos bien, Andrew —alenté—. Siempre lo estamos.
Sin embargo, ambos sabíamos que eso no estaba para nada asegurado. No podíamos ver el futuro, nadie puede; lo único al alcance de nuestras manos es... esperar lo mejor.
Logré conciliar algo de sueño alrededor de las seis, pero me duró poco ya que Nick llegó a casa a las nueve en punto. El de ojos marrón entró a mi habitación para despertarme levantando las persianas -dejando las cortinas blancas bajas- y así permitirle el paso a un poco de luz. Luego procedió sacarme las frazadas de encima y decir en un tono muy dulce que hecho café. Salí de la cama y fui directo a la ducha para despabilarme; en cuanto salí envuelta en la bata de baño, bajé y Nick me esperaba en el comedor. Me extendió la taza de café y me quedé apoyada en la mesa.
—Voy a ver a Eloise hoy —le conté, tomándolo por sorpresa—. Dijo que quiere testificar a mi favor, pero primero hay que probarlo.
—¿Estás nerviosa?
—Solo por lo que me podría decir —admití—. Pero a estas alturas no creo tener otra opción.
Tras el desayuno, Nick se llevó a Almmy por su caminata del día. Mientras tanto, yo, fui a mi cuarto para reemplazar la bata con ropa. Terminé eligiendo unos jeans blancos tiro alto, un buzo negro oversize y zapatillas de ese mismo color. En una mochila pequeña coloqué mi celular, billetera y un gas pimienta en caso de necesitarlo. Estaba paranoica, muy.
Solté una fuerte bocanada de aire antes de abrir la puerta para salir. En cuestión de segundos sentí los flashes y escuchaba las preguntas que hacían aquellos reporteros a los gritos. "¿Vas a reunirte con tu abogada?" "¿Cómo harán para que el juez te crea?" "¿Ya tienen una estrategia?"
Esas no eran nada. Habían otros que se iban de tono y procedían a hacer preguntas más personales con respecto a mi relación con Shaun. Cada vez que me tenía que enfrentar a ellos deseaba ser invisible, o valiente.
El lugar de encuentro era en una confitería más alejada de la ciudad, usualmente donde paraban gente que de paso ya que llegaban a Los Ángeles o se iban. Estaba un poco lejos, por lo que tuve que salir con anticipación para llegar a tiempo.
Los nervios aumentaban cuando me iba dando cuenta de que faltaba menos para llegar, y miraba cada dos segundos por el espejo retrovisor para asegurarme que nadie me estuviese siguiendo.
Llegué y estacioné en frente, rogando que fuese una charla rápida así podría volver pronto a casa. Crucé la calle y caminé hacia la puerta de la confitería, cada paso era más pesado que el anterior. Algo dentro de mí decía que huyera, pero la otra parte hacía que mis pies siguieran avanzando.
La campanita sonó cuando abrí la puerta, llamando la atención de algunos; los principales fueron un par marrón. Había cambiado con los años, su cabello estaba más largo y oscuro. Conservaba su belleza intacta.
Sonrió al verme, pero no pude responderle. Aún así caminé hasta la mesa, que estaba junto a la ventana, y me senté al frente suyo.
—Tiempo sin verte, Roma —inició la conversación—. ¿Quieres pedir algo?
—No, estoy bien así —negué con la cabeza—. Vayamos al grano, mejor. ¿Por qué querías verme?
Eloise bajó la cabeza hacia la taza blanca que tenía en su mano derecha. Tardó en hablar, incluso titubeó un poco antes de suspirar y alzar la mirada.
—Hace unos años conocí a una chica, su nombre era Ava —empezó a relatar—. Ella era de buena familia, sus padres tenían una compañía de seguridad y eran dueños de un enorme penthouse. Nunca le presté atención a eso, para mí era solo mi mejor amiga; pero Caleb vio lo material. La enamoró, le hizo promesas y le vendió un cuento de hadas. Con el tiempo, le pedía plata. Primero en pequeñas cantidades, pero un día le pidió muchísimo más. Caleb la amenazó diciendo que si no le pagaba, publicaría un video sexual de ellos —pausó—. Él le hizo a Ava lo mismo que a ti.
—¿Dónde está Ava ahora? —me animé a preguntar.
—Luego de la amenaza, fue con la policía pero no le prestaron atención —contestó—. Sus padres tampoco fueron de ayuda, le dijeron que ella se lo había buscado. Sentía tanta impotencia y dolor que se... suicidó.
Ambas nos quedamos en un silencio tan tenso que se podía cortar con cuchillo. Nos mirábamos a los ojos, yo principalmente sin saber qué decir.
—¿Dónde estaba yo? —rio irónica— Tratando de hacer que mi enfermo hermano se retractara, pero fue en vano porque semanas después te conoció a ti.
—Es por eso que quieres ayudarme.
—Quiero justicia por Ava —aseguró—. Ella no está aquí para usar su voz, pero yo sí. No me importa que sea mi hermano, debe pagar por sus crímenes.
Me quedé callada analizando lo que había dicho. Una sonrisa ladeada y triste se me escapó cuando me di cuenta de una cosa.
—Ella no era solo tu mejor amiga —dije—. La amabas.
Eloise desvió la cabeza hacia la ventana, secándose las lágrimas que había derramado. Eran de enojo, tenía rabia creciendo dentro suyo.
—Y nunca pude decírselo —sollozó viéndome nuevamente—. Por favor, déjame ayudarte.
Algunas veces no logramos entender porqué el destino nos pone ciertas personas en el camino. Todos, al final, son incógnitas porque no sabemos si están para ofrecernos un abrazo o clavarlos el puñal en la espalda. Y mientras tratamos de descifrarlo, tendemos a confiar de más.
Eloise estaba siendo honesta, yo la había juzgado mal cuando la conocí y me advirtió de Caleb. Pensé que estaba loca, o celosa; lo que en verdad quería era protegerme. En ese momento lo vi y lo acepté.
Extendí mi mano sobre la mesa, y extrañada ella la miró pero luego colocó la suya sobre la mía. Le sonreí con lágrimas en los ojos.
—Por Ava.   

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Muchas gracias por la paciencia y el aguante, se merecen todo lo bueno ♥ 

Se vienen muchas cositas buenas por delante, se los aseguro. Mientras tanto, volvemos a nuestra programación habitual.

Capítulo nuevo todos los viernes!

-Mely

Las dos caras de Roma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora