Para este momento, muchos se preguntarán cómo es ser adoptado; si el sentimiento fue de alegría o alivio, seguridad o pánico. Siendo sincera, es un poco de esto y aquello. No sabes con lo que te vas a encontrar, y básicamente tienes miedo todo el maldito tiempo de mostrar tu verdadera esencia porque si dices o haces algo erróneo, puedes arruinarlo todo. Pero una vez que atraviesas esa etapa de "tantear el terreno", puedes permitirte sentir un poco de calma. Y también salen a relucir los trapitos sucios que uno guardaba por precaución.
Spencer sufría de parálisis del sueño casi todas las noches, cada vez se hacían peor y solo las compartía conmigo porque no quería volver al orfanato y tener que soportar a las monjas. Sin embargo, una de esas noches fue tan fea que no pudo dormir por tres días. La falta de sueño estaba afectando su cerebro, y con ello su coordinación.
Lo que pasó fue que Spencer sintió uno de los efectos secundarios de la privación del sueño: la ansiedad. ¿Y qué es peor? Sufrir un ataque justo cuando estás bajando las escaleras. Perdió el equilibrio y rodó dos pisos. El golpe fue tan fuerte que se escuchó por toda la casa. Mi mamá salió corriendo para ayudarla, me ordenó que llamara a mi padre porque estaba trabajando. Ella sabía que la ambulancia tardaría un siglo en llegar; y le causaba más pánico seguir viendo a su hija mayor tirada en el suelo con sangre en la cabeza. Por lo dejó de pensar y corrió a subirla en el auto para luego manejar a toda velocidad hasta emergencias, conmigo atrás sosteniendo a Spencer, rogando porque ese no fuera el fin de nuestra hermandad.
Ciertamente no lo fue, pero ese susto junto a quince puntos de sutura hicieron reflexionar a Spencer. Supo que no podría controlar sus demonios por si sola, necesitaba ayuda y la quería. Contarle a nuestros padres todo lo que pasaba por su cabeza no fue nada fácil para ella, y para ellos fue complicado también. Quiero decir, nunca habían escuchado de la parálisis del sueño hasta que ese momento. A pesar del miedo que sintieron, nunca dejaron de apoyarla. Spencer empezó terapia, encontró un equilibrio en su vida, perdonó su pasado para dejarlo atrás y disfrutar de su presente mientras soñaba a futuro.
Ahora, yo era todo lo contrario. Como en toda familia, amas a tus padres por igual, pero siempre confías más en uno que en otro. En mi caso era mi papá, tal vez por la falta de imagen paterna que había tenido y ansiaba conocer. Sin embargo, nunca pude contarle sobre mis problemas -demonios, traumas, como lo llamen- y tampoco sentía la necesidad de hacerlo. Creí que todo pasaría con el tiempo, porque es eso lo primero que te venden cuando querés ser sincero y decís no estoy bien. Y si bien Edward nunca presionó, podía ver en sus ojos cuánto deseaba entender lo que pensaba y sentía. Quería extenderme esa mano de ayuda, mas yo no quería aceptarla. Todas las mañanas, mientras tomaba la primera ducha, me convencía de que mi vida solo mejoraría y que nada estaba mal conmigo.
Se podría decir que sí hubo una gran mejoría, sobre todo profesional. Amaba mi trabajo, muchas veces las doce horas -o más- pasaban tan rápido que no me daba cuenta y lo disfrutaba. En especial si tenía gente a mi lado con quien la pasaba bien. Pero por más sonrisa que pusiera en el rostro, por más gracioso que haya encontrado un chiste, por dentro algo me faltaba. Tenía esa sensación de vacío en el pecho, un frío paralizante que me hacía pensar en que podría estar gravemente enferma y no lo sabía. Incluso llegué a pensar que ese dolor me mataría. Y la vocecita esa resonando en mi cabeza no ayudaba, solo repetía las palabras de Lyla una y otra vez sin parar. Momentos en los cuales quería arrancarme el cerebro.
—¿Te gusta? —preguntó Hallie, la diseñadora que contraté para la vestimenta de mi próxima premiere.
Veo el enterizo con una enorme sonrisa. Era blanco, largo, la parte inferior era palazzo y las mangas dejaban al descubierto parte de mis hombros; corte en V profundo, tenía detalles dorados en los costados que iban desde la axila hacia abajo, al igual que un cinto en la cintura del mismo material y color. También contaba con otra parte, esta era una especie de "capa" blanca con hombreras y era del largo justo para que no la arrastrara. Esta cubría mis hombros, pero era bastante cómoda y no me impedía levantar los brazos o agarrar cosas. Definitivamente uno de los outfits más cómodos que había utilizado. Podía no ser alta, pero sí sabía cómo lucir los palazzos y el tener casi nada de busto hacía menos incómodo el tipo de escote que había elegido.
—Me encanta —respondí—. Ya no veo la hora de usarlo.
—Vas a dejar a todos babeando —aseguró Nick, quien estaba parado a un costado mío.
—Y solo estás diciendo eso porque eres mi amigo.
—Uno muy honesto.
Reí bajándome de la pequeña tarima para ir a cambiarme.
—¿Cuándo estará completamente listo? —escuché que preguntaba Nick.
—Estará listo para la premiere, no se preocupen.
Al terminar de cambiarme, con ayuda de una asistente de Hallie, salí del vestidor y caminé hacia el sillón para agarrar mi cartera.
—Gracias, Hallie. Me encantó tu trabajo.
—Tu amigo tiene razón, Roma. Te verás divina.
Sonreí ante su comentario para luego despedirme, al igual que Nick. Los dos caminamos hasta la salida de la tienda de Hallie y fuimos directo a mi auto.
—¿Quieres ir a comer algo?
—Ojalá pudiera. Pero le prometí a mi hermana que la ayudaría con su mudanza.
—No te preocupes —dije sacando las llaves del auto—. La familia es primero, diría Toretto.
Nick rió alejándose del vehículo.
—Nos vemos mañana.
—¡Bye! —exclamé mientras me subía y cerraba la puerta.
Hay algo que recuerdo de ese viaje a casa, o mejor dicho de ese día. Recuerdo el presentimiento de malas noticias; sentía que algo iba a ocurrir, algo que haría sentir miedo. Traté de ignorarlo, después de todo podría ser solo mi paranoia hablando.
Al llegar, limpié un poco la casa y cociné algo rápido. Mientras almorzaba, aproveché para estudiar las líneas que tenía para el día siguiente. Estaban interesantes, puesto a que mi personaje y el de Andrew enfrentaban al de Donna porque ella los amenazó con entregarlos a la policía si no le pagaban para poder irse del país con su pareja. Ellos terminan matándola. La parte triste era que sería el último día de Donna en el set y se sentiría su ausencia.
No me había dado cuenta del paso del tiempo hasta que mi celular sonó. Era un mensaje de Julia, mi publicista y acompañante de caminatas, diciendo que llegaría al parque en diez. Rápidamente lavé lo que había usado para dejar todo lo más ordenado posible y me cambié por una ropa más cómoda.
—¡Almmy! —la llamé agarrando su correa. Ella entró corriendo a la casa y se sentó frente a mí para que le colocase la correa. Luego salimos.
El parque no nos quedaba tan lejos, por lo que siempre íbamos caminando. Acomodé la gorra lo más posible, aunque seguramente alguna foto saldría luego por internet. La perrita caminaba contenta moviendo su cola, amaba salir a pasear y eso me ayudaba a mí porque nunca fui amiga del ejercicio.
Cuando llegué al parque, lo primero que hice fue buscar por la cabellera castaña de Julia. La mujer de profundos ojos azules esperaba por mi en uno de los largos asientos junto a un árbol; su perrita, Minnie, estaba sentada frente a sus rodillas con la lengua fuera, daba mucha ternura.
—¡Juls, Juls! —exclamé.
Julia giró su cabeza hacia mí y sonrió ampliamente. Almmy y Minnie también estaban felices de verse otra vez, puesto a que rápido empezaron a olfatearse la una a la otra cuando se tuvieron cerca.
—Miguel ya me dijo las buenas noticias —notificó mientras me abrazaba con fuerza—. ¡Felicidades, amiga! Te lo mereces.
—Gracias —agradecí separándome—, estoy emocionada. Quiero decir, ¡es Eliza Morti!
—Sí, sé que la amas.
Las dos empezamos a caminar por el parque tranquilas, hablando de la película nueva que estaba a punto de ser estrenada, la premiere y mis redes sociales. Julia solía ayudarme con ellas, dado a que muchas veces tenía miedo de decir o hacer algo que no debía; por eso también me gusta publicar solo videos y fotos de Almmy. ¿Quién podría tirar hate por una perrita tan bonita y dulce?
Por otro lado, Julia se encargaba de manejar mis entrevistas, hablar con periodistas, reporteros, para llamar la atención con mis nuevos proyectos. Me contó que apenas supo lo de Eliza, su cabeza ya pensaba en los medios con los que hablar y anunciar la gran noticia. En un momento pensé que ella estaba más ansiosa que yo.
Tal vez por el hecho de que Julia no era solo una persona trabajando para mí, era mi amiga. Lo es. Me tomó un tiempo darme cuenta, pero una parte de mí siempre supo que podía confiar en ella.
—¿Por qué la cara larga? —preguntó—. ¿Pasó algo?
—No dormí bien —respondí restándole importancia—, como siempre.
—Mentirosa.
Sonreí de lado.
—Te odio —ambas reímos. Quedamos unos segundos en silencio, ella esperando que dijera algo más—. La vida pasó. A veces siento que es mucho y... ya no sé cómo controlarla.
No podía decir la verdadera razón por la cual me sentía tan miserable en ese momento. Julia no tenía idea de Caleb y el trato que habíamos hecho. En realidad, casi nadie sabía de la existencia de Caleb. Nuestra relación fue tan privada que no teníamos intenciones de hacerla pública en algún momento y yo tampoco me sentía preparada para contárselo a mis padres. Spencer era la única que estaba al tanto de todo, además de Miguel.
Cuando la situación pasó y me encontré sola en medio de un tsunami, supe que no iba a ser capaz de resolverlo por mi cuenta. Entonces recurrí, avergonzada, a Miguel y rápido encontró una solución. No obstante, fue una que me asesinaba por dentro poco a poco.
—No se supone que debas controlarlo —dijo mirándome de reojo—. Eres humana, puedes sentir, Ro. No importa cuánto lo intentes o quieras, no podrás caminar por la vida sin sentimientos como una máquina.
—¡Sí tengo sentimientos! —exclamé media ofendida— Solo que no los ando mostrando todo el tiempo.
—Si tú lo dices...
Luego de esa frase, cambiamos el tema por algunos chismes, su reciente mudanza con Miguel y el guión que estudié para el día siguiente. Nuestra conversación duró hasta que su celular sonó, era su nueva asistente y requería ayuda, por lo que Julia se tuvo que ir.
Almmy y yo caminamos por un rato más, incluso fuimos detenidas por una fan. Él pidió mi autógrafo y preguntó si podíamos sacarnos una foto, hasta pidió sacarse una solo con Almmy. Fue muy amable, dulce. Me gustaba poder entablar una conversación normal con fans (sin tener a todos los guardaespaldas rodeándote). Después de todo, hay muchos fans amables que terminan haciendo o diciendo algo tan bonito que te queda grabado en la memoria para siempre.
Como pueden ver, estaba rodeada de amor. De la misma forma que mis padres ayudaron a Spencer, pudieron ayudarme a encontrar y aceptar ese camino de reflexión y autoconocimiento que necesitaba. Pero era orgullosa.
Mis amigos también supieron que algo andaba mal en mí, inclusive antes que yo. Spencer, Miguel, Nick, Andrew, Julia...
¿Por qué no lo noté? ¿Por qué me tomó tanto tiempo? Tal vez el orgullo, el miedo. O capaz solo no estaba lista para conocer realmente.
—¿Frank? —dije tras atender.
—Hey —escuché su voz preocupada—. ¿Puedes acercarte al hospital? Es un 911.Omg! Cuál será la emergencia de Frank?????
El próximo capítulo es especial, muchos sentimientos y recuerdos de por medio. Hasta entonces, espero que les haya gustado este.
Los quiero! Bye ♥
-Melany
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Las dos caras de Roma.
Tiểu Thuyết ChungUna actriz carismática se encuentra en una encrucijada consigo misma cuando sus demonios del pasado intentan apoderarse de su salud mental. La línea entre lo racional e irracional se vuelve delgada, y Roma parece haber perdido el rumbo. ¿Cómo podrá...