Así como tan pronto creí tener mi castillo de cuento de hadas armado, rápido empezó a derrumbarse poco a poco tras la inesperada interrupción de Caleb.
A excepción de Spencer, nadie en mi familia sabía sobre la existencia de él. Y al verlo, tanto Lyla como Edward sintieron que no era buena persona. Shaun estaba confundido, puesto a que creía conocer a todos mis "amigos", y Spence... Ella trataba de no dejar que la ira la consumiera y saltara arriba de Caleb para asfixiarlo. Algo contra lo que Andrew también luchaba.
Para evitar dar tempranas explicaciones, llevé a Caleb hasta el estudio de mi papá y cerré la puerta. Éramos solo nosotros dos dentro de aquella habitación, podíamos matarnos mutuamente si el odio era demasiado grande.
Caleb caminaba por el estudio, observando las fotografías sobre uno de los libreros con mucha atención.
—Parecías ser una niña feliz —dijo tomando uno de los portaretratos y me miró—. ¿Qué pasó para que te volvieras tan amargada?
No respondí. Me negaba a compartir una palabra más con él, desconocía sus intenciones pero estaba segura de que no eran buenas.
El de ojos marrones suspiró dejando el cuadro en su lugar y siguió su camino hasta la mesita donde Edward tenía vasos y una botella de Whiskey. Caleb la tomó para servirse un poco.
—Te estás preguntando cómo supe que estabas aquí —aseguró agarrando el vaso de vidrio con su mano derecha—. Tú me contaste varias veces sobre las tradiciones que tienen, y yo tengo buena memoria. No fue muy difícil.
Me crucé de brazos manteniendo mi cara sin expresión. Caleb tomó un sorbo del líquido marrón fijando sus ojos en mí con esa desagradable sonrisa arrogante.
—¿No quieres saber porqué me aparecí tan sorpresivamente? —cuestionó. No contesté sabiendo que de todas formas me iba a contar— No quería decirte nada, pero hace unos meses conocía a alguien. Roma, si tan solo la vieras... ¡Es hermosa! Incluso más inteligente que tú.
Y la verdad que sí había sido una idiota por confiar en alguien como Caleb. Había caído en cada una de sus mentiras.
—El punto es que está embarazada —soltó encogiéndose de hombros—. Así que voy a necesitar un aumento para poder mantener a mi hijo.
—No hablaré sin Miguel presente —sentencié.
Caleb ya recibía una buena suma de dinero para mantener sus amenazas como lo que eran: palabras y no hechos. Sin embargo, sabíamos que el video existía. No solo mi carrera, también mi vida se vería destruida si ese vídeo llegaba a ser publicado. En pleno siglo XXI, las cosas subidas a internet eran imposibles de borrar. Estaría manchada, para siempre.
Pasaron otros veinte minutos cuando la puerta del estudio se abrió y el español entró agitado, acompañado de la ojiazul. Ni siquiera pude mirarlos a los ojos por la vergüenza que sentía. Aún así, Julia se paró junto a mí y me sonrió como diciendo "todo estará bien". Ingenua. En unos minutos ese pensamiento cambiaría radicalmente.
—Caleb —saludó extendiendo su mano, la cual el otro estrechó—. ¿Puedo saber a qué se debe tu visita?
—Sí —asintió—. Quiero un aumento.
—¿Disculpa?
—Un cincuenta por ciento más del salario actual, para ser exactos.
Los tres nos quedamos mudos por su petición. Eso sería demasiado, era una locura. Básicamente trabajaría para mantenerlo a él.
—¿Qué te hace pensar que Roma puede pagar esa cantidad de dinero? —habló Julia con furia en voz—. ¡Es más! ¡Ella ni debería pagarte, maldita sanguijuela!
—¡Julia! —exclamó Miguel y le negó con la cabeza, indicándole que se callara porque eso solo lo pondría peor.
Caleb soltó una risa.
—Deberías tomar unas clases para aprender a insultar, muñeca —dijo sin siquiera mirarla—. Encontrarán la forma de pagarme, estoy seguro.
—No —negué provocando que los tres pusieran sus ojos en mí—. No vas a recibir ni un centavo más de mí.
Por unos minutos el estudio se llenó de silencio, uno extremadamente tenso que seguro hasta las personas en la sala de estar pudieron sentirlo. Caleb empezó a reírse, confundiendo a Miguel y Julia.
—No lo dices en serio —asumió, pero al ver que mantenía mi postura seria, su sonrisa se desvaneció—. Sí lo dices en serio. Roma, tenemos un trato. Tú no me pagas, yo publico el video. Dile adiós a tu carrera, tus películas. Tu familia va a estar muy decepcionada, y tu novio... Él pensará que eres una zorra.
Finalmente me atreví a despegar los pies del suelo y avancé hasta quedar cara a cara con él. Por primera vez en tanto tiempo mi paciencia se había agotado, su presencia en mi vida ya me causaba asco y quería sacarlo de ella para siempre. Estaba cansada, más bien agotada física y mentalmente. Sabía que lo que ocurriría a continuación sería más caótico y mediático; tendría que lidiar con muchas más cosas, explicarle a mi familia y a Shaun como terminé en una extorsión era una de ellas. No obstante, mi decisión seguía siendo la misma.
—Hazlo —dije—. Pronto estarás oyendo de mi abogada.
—Bien. También oirás del mío, entonces.
Caleb pasó por al lado mío, chocándome el hombro en el proceso, y salió del estudio hechando humo por las orejas. Yo, por otro lado, solté todo el aire que estaba reteniendo. A su vez, todo mi cuerpo empezó a temblar por el coraje y miedo acumulado.
—¿Qué fue eso? —susurró Julia sorprendida.
—Me cansé —respondí tomando asiento en uno de los sillones individuales. En segundo teniamos a todo la familia parada en el umbral, tratando de descifrar lo que había ocurrido dentro de esas cuatro paredes.
—Hija —dijo Edward buscando una respuesta en mis ojos, mas no pude sostenerle la mirada y bajé la cabeza.
—Roma —habló Miguel llamando mi atención—. Necesitarás un buen abogado, lo sabes.
Con esas palabras solo me dio a entender una cosa: necesitas hablar con tus padres ya. Ellos tenían demasiados contactos, conocían a los mejores abogados del país y necesitaría uno que me ayudara a combatir el desastre que se me acercaba. Además de que la bomba no tardaría mucho tiempo en explotar, debían saberlo por mí y no las redes.
—Necesito hablar con ustedes tres —dije mirando a mis padres y Shaun. Si lo iba a hacer, mejor hacerlo con los que no sabían nada de una vez por todas. A los que no me dirigí, abandonaron el cuarto y nos dejaron solos. Les indiqué que se sentaran, aunque tenerlos mirándome con esos ojos penetrantes y nerviosos solo me asustaban más.
—¿Qué está pasando, Roma? —interrogó Lyla— ¿Por qué Miguel dijo que necesitarías un abogado? ¿Quién era ese chico?
—Linda, déjala hablar —pidió Edward apoyando una mano sobre la rodilla de su esposa. Tragué saliva buscando valentía para pronunciar las palabras.
—Caleb era mi novio —confesé alzando la cabeza—. Lo conocí en el 2019, solo estuvimos como un año juntos. Nunca les conté porque... habíamos decidido mantener la relación en secreto. Él siempre ponía excusas cuando le proponía conocerlos.
—Eso no explica la parte de los abogados —dijo Lyla.
Suspiré secando el sudor de mis manos en el pantalón.
—Cuando estábamos encerrados por la pandemia, Caleb fue a vivir conmigo por unos meses —explicaba mientras sentía crecer el nudo en la boca de mi estómago—. Él grabó, sin que yo supiera, un video de nosotros... teniendo sexo.
—Roma... —susurró Edward.
—Video que usa como amenaza para sacarme dinero —continué—, al menos hasta hoy. Vino pidiendo más, le dije que no. Así que ese video probablemente está rondando por las redes sociales justo ahora.
En muchas ocasiones me había puesto a imaginar distintos escenarios con las reacciones de mis padres ante lo que me pasó. En ellas, ambos terminaban enojados conmigo y hechándome de la casa. Por eso me llevé una gran sorpresa cuando Lyla me hizo parar del sillón para abrazarme con fuerza mientras lágrimas silenciosas caían de sus ojos.
—Perdóname si hice algo para que pensaras que no podías contármelo antes —decía en mi oído—. Lo siento tanto, mi niña.
—No es tu culpa, mamá.
—Mañana a primera hora empezaremos a llamar a todos nuestros amigos —aseguró Edward uniéndose a nuestro abrazo—. Haremos que ese infeliz pague por lo que te hizo.
A pesar de haber estado rodeada, vi como Shaun salía del estudio. Pensé que estaba enojado, lo cual entendía completamente. Incluso sentí pánico pensando que Caleb tenía razón, y que la visión de Shaun sobre mí había cambiado.
—Ve —dijo Lyla. No esperé ni dos segundos y salí del estudio. Al final del pasillo estaba Spencer apoyada en la pared; me señaló las escaleras, indicándome que por allí se había ido. Subí los escalones prácticamente corriendo y caminé hasta la habitación. En cuanto abrí la puerta, me encontré a Shaun sentado en la cama, dándome la espalda.
—¿Estás enojado?
—No contigo —respondió. Avancé rodeando la cama hasta pararme al frente suyo, aún así Shaun mantuvo la cabeza gacha.
—Lamento no habértelo dicho antes —me disculpé—. No sabía cómo y tenía miedo.
—¿De qué? —preguntó al fin mirándome— ¿De mí?
—Tu reacción —admití—. Temí que me verías como una... zorra o algo peor, no sé. Puedo soportar la mirada juzgadora de la gente, pero no de las personas que amo. No lo toleraría.
Shaun se paró y entrelazó mis manos con las suyas.
—Te amo, Roma —dijo. Era la primera vez que lo decía fuera de la actuación—. Lo que pasó con ese no fue tu culpa, no deberías ser juzgada por ello. Quiero acompañarte en esta pelea, pararme junto a ti y mostrarte mi apoyo; quiero ser tu refugio en la tempestad, si así me lo permites. Necesito que confíes en mí, que sepas que estoy para ti.
El camino no sería fácil, nada sabíamos de las batallas que el destino estaba cocinando para mí. Pero si tenía a tantas personas que me amaban y apoyaban ciegamente, ¿qué me podría faltar? ¿Qué podría salir mal? Yo ponía las manos en el fuego por Shuan, pues realmente había demostrado que su amor era real. Le creí. Dios... cómo le creí.
—También te amo, Shaun Xiu.Ahora sí! Dos capítulos para este día ♥ Espero que les haya gustado
Se vienen cosas complicadas para Roma, tendrá que ser fuerte porque Caleb va a querer destruirla
Prepárense ustedes también
Los quiero ♥
-Melany
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Las dos caras de Roma.
Художественная прозаUna actriz carismática se encuentra en una encrucijada consigo misma cuando sus demonios del pasado intentan apoderarse de su salud mental. La línea entre lo racional e irracional se vuelve delgada, y Roma parece haber perdido el rumbo. ¿Cómo podrá...