Tienes un pueblo. Eso es lo que me repetía todo el tiempo para mantener mi ansiedad en lo que llegaba el día del juicio; esa mañana no fue diferente. Mis padres, Mabel y Connor (ya que no sería testigo durante el juicio) se encontraban en la planta baja, esperando por mí. Sin embargo, mis pies calzados con unos tacones negros se sentían clavados en el suelo. Estaba frente al espejo, observaba mi cara maquillada para cubrir las noches sin dormir y finalmente estaba usando otra cosa que no fueran pijamas o ropa vieja y cómoda.
Nunca había asistido un juicio, mucho menos como la demandante, pero ahí estaba. Vistiendo un traje negro con camisa blanca y el pelo planchado, lo más prolijo posible.
Mis nervios eran más por las personas que atestiguarian a mi favor (por alguna razón no me preocupaba quién estaba del lado de Caleb) porque, de cierta forma, me ganaba la culpabilidad. Los había arrastrado a esto, los puse en el ojo del huracán y ya no había vuelta atrás.
Suspiré finalmente caminando hacia la puerta de mi cuarto para abandonarlo. Los cuatro alzaron la mirada hacia la escalera cuando escucharon mis tacones resonando en la madera. Me sentí observada, y a su vez absorbí los nervios de cada uno. Mabel sonrió de manera tranquilizadora en cuanto estuve frente a ellos.
—Te ves encantadora —alagó.
—Gracias.
—Bien, ahora quiero que recuerden una cosa —habló pasando su mirada uno a uno—: no muestren emociones. La prensa los va a querer comer vivos, se abalanzarán sobre ustedes como si fueran un festín y eso les molestará. Aún así, no reaccionen, no demuestren nada. No sean la comida de los tiburones, ¿entendido?
Asentimos. Lyla y Edward ya tenían más experiencia, ambos habían construido una formidable carrera como abogados. Pero yo solo vi ejemplos de lo que un juicio es por televisión, en películas, ni siquiera había actuado en uno.
Me abracé a Connor en lo que salíamos de la casa. Tal y como Mabel dijo, los periodistas se tiraron sobre nosotros preguntando cosas a gritos mientras se escuchaba el click de la cámara fotográfica, muchos en solo segundos.
Mabel tenía su propio vehículo, por lo que ella iba delante de nosotros que habíamos optado por la camioneta negra de mi papá, la cual contaba con vidrios polarizados.
Connor y yo íbamos en la parte de atrás. El inglés seguro vio el terror en mis ojos porque sentí como junto su mano con la mía y le dio un suave apretón.
—Respira.
Incuso eso resultaba difícil bajo las circunstancias. Aún así, me tranquilizaba un poco su compañía. Connor y yo nos habíamos vuelto muy cercanos en las últimas semanas. Debido a que Nick, Shaun, Andrew y Spencer formaban parte de la lista de testigos, no podían estar presentes durante el juicio ni hablar con nadie al respecto. En palabras justas: no tenían que tener conocimiento alguno sobre lo que ocurría hasta después de su testimonio.
Por ello, Connor fue designado como mi "guardia personal".
—Pasará rápido —dijo Edward, quien iba al volante—, y estaremos junto a ti en todo momento.
El silencio del resto del camino fue rellenado por la radio, la cual curiosamente estaba en uno de esos canales cuyos tópicos eran el positivismo, la esperanza, buenas vibras y demás. En simples palabras, todo lo contrario a mí.
Hay un tiempo para todo, decía aquella voz femenina, hay un proceso y una evolución personal por la que atravesamos. Disfrutar de él, abrazar el cambio, ver el presente desde otra perspectiva y usarlo como una motivación sirve para mantener nuestra energía equilibrada. Tal vez hoy nos vamos a dormir y no despertamos. Si la muerte toca nuestra puerta, ¿estarías satisfecho con la vida que construiste y tu visión?
De todo lo que la chica dijo, ese fragmento fue el que quedó grabado en mi mente. Escuchaba su voz en mi cabeza, y me hacía cuestionar absolutamente todo sobre mí. En ese momento me di cuenta de que, en realidad, no tenía idea de quién era. Había perdido mi rumbo, mi camino. Me desvié y no sabía cómo volver, o si quería. Si moría, ¿moriría orgullosa de mí?
—Bajaré primero.
La voz de Connor y el frío en mi mano izquierda me sacó del trance. El de cabello azabache se había bajado para rodear el auto entre empujones y abrirme la puerta a mí.
La cantidad de reporteros presentes en aquél juzgado no se comparaba a los que acampaban en la cuadra de mi hogar.
Nuevamente, rodeada por mis padres, Connor, Mabel y un policía que se había acercado para ayudarnos, avanzamos hacia la entrada del establecimiento. Mentalmente hice una anotaciones de ponerme lentes de sol para evitar quedar ciega por los flashes.
Parpadeé varias veces en cuanto estuvimos adentro sanos y salvos.
—¿Ahora qué? —pregunté una vez mejor.
—Ahora vamos a la sala donde esperaremos al juez —explicó Mabel—. Entrará él, luego el jurado y empezaremos con los alegatos de apertura.
—¿Qué era eso?
—Cada abogado presentará el caso —resumió en palabras que pudiera entender—. Roma, debes saber que no oirás cosas bonitas. Conozco a su abogada, Ronda, hará hasta lo imposible para destruir tu imagen.
—Genial, atacada por una mujer —bufé cruzándome de brazos—. ¿Qué más es nuevo?
—No te preocupes, nos tienes a nosotros —tranquilizó Lyla, hablando por primera vez en el día—. Te cuidaremos.
Mabel asintió estando de acuerdo. Nos indicó en qué dirección ir, pero la caminata se interrumpió cuando escuchamos la voz de una persona muy familiar: Frank.
Él tampoco sería testigo, por lo que pidió permiso en el trabajo para estar aunque sea el primer día. Aunque le había insistido en que volviera a su casa para acompañar a Spencer en el embarazo, la de ojos azules me llamó para asegurarme de que podía arreglárselas solita.
Frank llegó hasta nosotros y me abrazó con fuerza.
—¿Cómo estás, enana? —preguntó en mi oído.
—Mejor que nunca —respondí tratando de sonar graciosa. No funcionó tan bien.
—Spence me mandó a decir que fuerzas —dijo mientras rompía el abrazo— y algo sobre caminata al estilo Cher.
Reí recordando la vez que fuimos niñas y, tras ver Clueless le pedí a mamá que me comprar un outfit como el iconico de Cher al inicio de la película. Creo que la imité como un mes, hasta su forma de caminar.
—Sí, bueno, ya no tengo la mini falda.
Connor fue el que rio al entender a qué se refería Spencer.
—Ahora tengo un nuevo apodo para ti —agregó el inglés.
—Vamos, Roma —interrumpió Mabel.
Los cinco seguimos a la abogada, yo iba junto a ella mientras que los demás detrás de nosotras. Nos detuvimos frente a una puerta de madera que fue abierta por un policía.
La sala era tal y como todos se la imaginan: bancos largos de madera, el piso alfombrado azul, el estrado del juez, del lado derecho el lugar que le correspondía al jurado y, por supuesto, las dos mesas que eran ocupadas por la "víctima" y el acusado.
Desafortunadamente, Caleb y su equipo habían llegado primero y ocupaban su lugar: el izquierdo.
Me habían dicho que no lo mirara, que no le dejara ver cómo me sentía. Sin embargo, la pizca de ira que tenía creció de manera exponencial dentro de mí y no pude quitarle los ojos de encima. Caleb la sostuvo, sus ojos marrón claro chocaron con los míos y su estúpidos labios se curvaron en esa sonrisa arrogante que tanto odiaba. Se había sacado la barba, por lo que ya no tenía aspecto de vagabundo; aún así dejó a la vista lo psicópata que era.
—Por aquí —indicó Mabel haciendo que desviara mi atención hacia ella.
Tomé asiento donde la mujer me dijo y dejé mi cartera a un costado de la silla. Del lado derecho se sentó mi abogada, y del izquierdo otro abogado que trabajaba en conjunto con Mabel. Su nombre era Mark. Lo había conocido, discutimos -o más bien discutieron- estrategias para el juicio. Era inteligente, hambriento de justicia, por eso depositaba mi fe también en él.
Admito que no sabía qué decir o hacer, solo dejé a los profesionales tomar el cargo y obedecer a lo que me pudieran pedir. Por eso me mantuve en silencio, esperando que el juez apareciera.
Me volteé para observar a mi familia, pero no solamente me encontré con ellos. Donna, Skylar, Bonnie, Julia, incluso Tabatha (lo cual fue una sorpresa). También habían personas de producción, estilistas y Eliza. Personas con las que había trabajo y adoptado con un gran cariño en mi corazón.
Sentí mis ojos llenarse con lágrimas, pero me obligué a retenerlas porque me habían dicho que no mostrara emoción alguna.
Minutos más tarde, todos los presentes nos pusimos de pie mientras el policía presentaba al juez.
Emmanuel Grey, un hombre de 47 años que tenía una larga carrera como abogado y, posteriormente, juez. Se lo conocía por ser neutral, por mantener sus emociones ajenas a lo que pasaba a se alrededor. Era estricto, serio, justo y no iba con rodeos. Le gustaban las cosas directas y sin anestesia.
¿Estábamos asustados? Tal vez. No todos los hombres compartían las causas por las que las mujeres luchaban día tras día. Mas, confiabamos en su historial profesional.
—Buenos días —saludó en general ocupando su lugar—. Tomen asiento, por favor.
El silencio abundó la sala en lo que el juez terminaba de acomodarse. Una vez listo, carraspeó la garganta y se inclinó para pasar su mirada por ambos "bandos".
—Antes de comenzar —habló—, me gustaría escuchar por ambas partes que desean continuar con el juicio.
La tensión podía cortarse con un cuchillo, todos esperaban nuestra respuesta. Primero Mabel debía responder por mí; por ello cruzamos miradas y asentí. Sin importa el miedo que experimentaba, debía seguir adelante.
—Sí, su Señoría.
La atención pasó hacia el otro lado.
—Sí, su Señoría —respondió su abogada casi al instante.
Emmanuel asintió.
—Que entre el jurado.
Por la puerta marrón de la derecha entraron doce personas, una atrás de otra. Para igualdad, eran seis mujeres y seis hombres. Tomaron asiento de manera intercalada.
Tragué en seco bajando la mirada y sequé el sudor de mis manos con el pantalón negro.
—Su alegato de apertura, licenciada Carson —dijo el juez. Mabel le agradeció mientras se ponía de pie y caminaba hacia el medio del espacio, mirando de frente al jurado.
—Buenos días, damas y caballeros del jurado —saludó sonriente—. Primero que nada me gustaría agradecerles por su presencia y tiempo —pausó—. Como ya saben, hoy estamos aquí para buscar justicia. Justicia por Roma Wilson, quien fue grabada sin su consentimiento por su ex novio mientras mantenían relaciones sexuales. El acusado mantuvo ese video en su poder para utilizarlo, extorsionarla con él y sacarle dinero. La carrera de Roma como actriz recién estaba empezando, ella sabía el impacto negativo que ese video causaría. Aún así, a pesar de los años que pasaron, su carrera se vio afectada injustamente.
Mabel caminaba lentamente de un extremo al otro, sin despegar la mirada del juzgado.
—Durante el juicio verán como la defensa del acusado tratará de ensuciar el nombre de Roma —continuó—, pero yo les pido que escuchen a nuestros testigos. Familia, amigos, empleados de Roma que la conocen. Ellos les dirán quién es Roma Wilson y verán que delante de ustedes solo hay una mujer buena, talentosa, de corazón gigante y luchadora, quien merece la justicia que solo ustedes le pueden otorgar. Gracias.
Algunos ojos -no todos- se posaron en mí, pero no podía descifrar lo que pensaban.
—Licenciada Allister.
—Gracias, Su Señoría.
Mabel me ofreció una sonrisa tranquilizadora mientras volvía a sentarse y cederle la palabra a Ronda.
—También a ti, Mabel. Fue un buen discurso —dijo con cierto aire de arrogancia y se giró hacia el jurado—. Sin embargo, aquí no hubo crimen. Jurado, durante este juicio escucharán nada más ni nada menos que la verdad. Roma Wilson era consciente de todas las acciones llevabas a cabo. Ella tuvo la oportunidad de decir no, tenía la opción de elegir, pero decidió acceder al pedido de Caleb —se encogió de hombros—. ¿Hay crimen con consentimiento de por medio? Yo no lo creo, y ustedes también lo creerán en cuento le mostremos quién es Roma Wilson en realidad —se volteó hacia mí—. Una mujer llena de traumas y enojada con la vida —volvió hacia el jurado—. Gracias.
Dos caras de mí se iban a enfrentar. Mi presente y mi pasado; Eurídice y Roma. ¿Quién era yo? ¿Quién vencería al final?Buen viernes, novelistas! Cómo están??? Hoy arrancamos con la etapa de juicio!
Desde ya me disculpo si algo no encaja, no soy abogada y entiendo poco pero hago lo que puedo.
Espero que les haya gustado y disfruten de lo que viene.
Muchas gracias por sus votos, se aprecian demasiado ❤️
-Mely
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Las dos caras de Roma.
General FictionUna actriz carismática se encuentra en una encrucijada consigo misma cuando sus demonios del pasado intentan apoderarse de su salud mental. La línea entre lo racional e irracional se vuelve delgada, y Roma parece haber perdido el rumbo. ¿Cómo podrá...