ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 13

8.2K 506 62
                                    

-sᴇɢᴜɪʀ ᴀ ᴛᴜ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ-

DANTE

Si vivíamos en el mismo edificio ¿Por qué Loreley y yo aún no nos encontrábamos todavía?

Saber que ella vivía en el mismo edificio me ponía un poco ansioso, quería que nos encontráramos para saludarla, mirar sus lindos ojos y su sonrisa.

Una fuerte necesidad de ella se había apoderado de mi desde la última vez que nos vimos y me pasaba todo el día pensándola, buscando alguna excusa para llamarle y la noche ¡Jodido infierno! No podía acostarme en mi cama sin pensar en todo lo que habíamos hecho ahí.

Un par de días después de vernos mientras esperaba el elevador, noté que estaba en el noveno piso y me puse jodidamente nervioso, mis manos sudaban a medida que el elevador bajaba pensando que ella podría estar adentro y cuando se abrió para recogerme

¡Santo Infierno! Era una viejita con un vestido rosa que combinaba a juego con la ropa de su perro pug.

Al día siguiente y sin poder evitarlo, me eché una vuelta por su piso y me quedé parado frente a su puerta por cinco minutos; intenté tocar, casi estoy seguro de haber mandado la orden a mi mano para que lo hiciera, aunque la señal terminó llegando a mis piernas pues me eché a correr como un tonto hasta llegar y encerrarme en mi departamento.

Cuando al fin llegó el sábado, me levanté temprano y muy emocionado; no había ido a ninguna fiesta o tomado una sola gota de alcohol y me sentía tan bien, incluso tuve energía para hacer ejercicio, algo que nunca hacía los fines de semana.

Desayune, me bañe y escogí mi ropa meticulosamente como si fuera mi primera cita o ella me hubiera dicho que me iba a presentar a sus padres, aunque en realidad solamente iba a ser un fin de semana relajado, una película, pizza, abrazarnos, unos cuantos besos y...

Santo infierno... ¿Por qué estaba pensando así?

Al notarlo mi corazón se aceleró más y sentí como mis mejillas se ponían rojas, estaba completamente avergonzado y confundido.

Loreley y yo sólo éramos amigos ¿verdad? ¿Entonces por qué carajos estaba pensando en ella de esa manera?

Me sentía como novio de secundaría. Me sorprendí tan emocionado, tan nervioso, tan sin poder dejar de pensarla..., como si mi corazón estuviera apuntando hacia otro lado.

―¡Joder! ¿Qué te está pasando corazón? ―pregunté mientras tocaba mi pecho.

Respiré profundo unos cuantos minutos para ver si mi corazón se tranquilizaba y me contestaba, pero al no oír respuesta continúe alistándome.

Cuando dio la hora acordada tomé el elevador que subía los pisos uno por uno y no podía dejar de temer que se descompusiera o la luz volviera a fallar y me quedara varado a mitad del camino.

Afortunadamente no sucedió y esta vez sí logré tocar a la puerta un par de veces.

Una chica morena, igual de alta que yo y, por cierto, muy guapa y muy seria abrió.

―¿Eres Dante? ―preguntó.

―Así es, mucho gusto ―sonreí.

―¡Hey! Si que eres guapo ―ella por fin sonrió y abrió la puerta por completo para dejarme entrar.

―Cuando Lory dijo tu nombre, había imaginado a un viejo como Hannibal ¿Sabes cuál? ese que come humanos, el de la película ―hablaba muy rápido.

―Creo que si...

―En fin ―siguió―, me tengo que ir chico, tengo una cita y si todo sale bien al fin me olvidaré del idiota de mi ex novio, pero si todo sale mejor ni siquiera llegare a casa esta noche.

Dante entre pacto y éxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora