ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 30

6.2K 421 10
                                    

-ᴀ́ɴɢᴇʟ ʏ ᴅᴇᴍᴏɴɪᴏ-

LORELEY

Después del desayuno y de ayudar a limpiar la familia de Dante comenzó a retirarse y nosotros al igual nos despedimos con la promesa de regresar en la época decembrina.

La madre de Dante no paraba de abrazarme e insistió en que nos quedáramos un par de días más, pero a Dante le preocupaba la renta del automóvil.

El camino fue bastante tranquilo y no podía dejar de ver mi mano con una enorme sonrisa.

Hace unos cuantos meses algo así me hubiera parecido demasiado cursi pero definitivamente ya no era así y bastaba con voltear a ver a Dante para darme cuenta de lo enamorada que me tenía.

Cuando llegué a casa encontré a Amelia mirando su laptop y derramando algunas lágrimas.

―Llegué... ―dije con ligereza para no tomarla por sorpresa.

―¡Amiga, exijo ver el anillo! ―apuntó corriendo directo a mí.

―El anillo ¿Cómo sabes?

―La hermana de Dante subió el video a las redes sociales y cómo lo agregué me salió la publicación.

Amelia estaba bastante emocionada, yo sorprendida y sin habla.

―¿Dante tiene redes sociales.

―Santo cielo Loreley, ya créate una cuenta y ponte al día. Mira, mira..., es hermoso como se te prometió.

Mi amiga me jalo hacia la mesa donde puso a reproducir de nuevo el video.

―Es tan vergonzoso Amelia. ¿No vez la seriedad del problema? Samael es su primo.

―¿Y eso qué? Las cosas se pueden arreglar y mandaste al carajo a Samael ¿No? Lo escuché todo

―Lo sé y lo lamento.

Aún sostenía mis cosas, ambas nos quedamos calladas.

―De cualquier forma, amiga, para evitar mal entendidos tienes que decírselo a Dante ¿Está bien?

Solamente afirmé para cerrar el tema.

El tema cambió y estuvimos un buen rato platicando sobre todo lo que había pasado en el mini viaje.

Amelia no dejaba de mirar el anillo, incluso me propuso quietármelo un rato para probárselo, pero yo me negué rotundamente.

Cuando me retiré a mi recamara deje las cosas en el suelo y me acosté en la cama sin dejar de mirar el anillo de nuevo.

En verdad que era bonito, la madre de Dante decía que era oro rosa y que las piedritas que formaban el corazón realmente eran diamantes. Sin lugar a duda lo cuidaría con mi vida si era necesario.

Aún me flotaba por la cabeza la forma en la que Dante se había expresado..., cada una de sus hermosas palabras y sobre todo cuando dijo que me haría tan feliz como yo lo hacía a él.

Si supiera que debería de ser al revés, en ese momento ni siquiera me sentía digna de él. Todo en mi me hacía sentir que no podríamos estar juntos jamás.

Al mismo tiempo pensaba en Samael, se suponía y por lo poco o mucho que sabía, que ese era el nombre de un ángel, pero él para nada parecía uno.

Él era tan idiota y..., y sobre todo malo, la forma en la que me habló, en la que me trató, chantajeándome y amenazándome.

Insistía en lo mismo, los papeles se habían invertido entre él y Dante y mientras pensaba en eso me sumergí en un sueño profundo.

En mi sueño estaba en un enorme cuarto oscuro ¿Qué carajo hacia ahí?, sentía como si mi cuerpo no fuera mío, como si quisiera moverme y no pudiera, era como estar encerrada dentro de una caja de cristal que me impedía moverme más allá

Dante entre pacto y éxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora