ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ

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DANTE

Vi a Loreley morder sus labios y sin mirarme se hizo a un lado para darme espacio en la cama, estaba en eso de ponerse el pijama, pero la detuve y de inmediato lo entendió.

En sus ojos se notaba la misma necesidad que yo tenía de poder sentir nuestros cuerpos juntos y desnudos.

Apague la luz y ella encendió su lampara de noche, se acercó a mí y me ayudó a quitarme el pijama.

Nos acostamos y nos observamos mutuamente, me atreví a rosar su vientre con las yemas de mis dedos suavemente y al fin nos besamos.

La sostuve de la cintura y la pegue más a mi cuerpo

A pesar de que hacia un poco de frío, nuestros cuerpos comenzaron a sentir calor al estar desnudos pegados el uno del otro.

Le mordí los labios porque fue inevitable hacerlo, era como un arranque de la necesidad que había sentido por ella todo ese tiempo y Loreley me respondió con su lengua pasando cálidamente por mis labios.

Nuestras manos recorrían el cuerpo del otro y se sentía tan bien, ni si quiera me di cuenta cuando mi cuerpo ya estaba encima del de ella mientras la seguía acariciando.

―No sabes cómo te extrañé ―hablábamos bajito por falta de aire, no por miedo a que nos atraparan juntos. Loreley sonrío.

―Lo sé, créeme que lo sé..., me lo dicen tus labios y...

Miramos hacia abajo, donde se podía notar la firme presencia de mi cuerpo escondida entre mi bóxer y acariciando los muslos de mi diablilla. Sonreí como no había sonreído en mucho tiempo.

―Me traiciono, yo que quería que no te enteraras.

Nos echamos a reír en carcajadas ahogadas y poco sonoras.

Me acosté y Loreley fue tras de mí, sus senos fríos rozaron con mi pecho y su cabello caía sobre mi rostro, lo hice a un lado y volvimos a mirarnos fijamente una vez que las risas cesaron.

―Juro que nunca quise lastimarte ―se puso seria y suspiró.

Mi mano iba deslizándose por la hermosa curva que se hacía en su espalda.

―Lo se.

―¿Entonces?... –―agachó la mirada, suspiro de nuevo y me miró a los ojos―. ¿Quieres ser mi novio? ―sonrió de la forma más hermosa y sus mejillas estaban sonrosadas.

―¿Estas segura?

―¿Eso qué significa? ―ella me miró llena de duda.

―Eres mi primer amor y quiero que seas el único. Jamás quise mentirte y ocultar que eres la primera persona de la que me enamoró y sé que eso te asustaba, pero ahora que lo sabes ¿Podría aceptarlo?

―Claro que si ―respondió Loreley con su mirada llena de ternura.

―Entonces sí, sí quiero ser tú novio y prometo que no volveré a ocultarte nada, a menos de que sea una sorpresa divertida ―le sonreí y la bese en ambas mejillas, su frente, sus ojos, su cuello, sus hombros, mientras me aferraba a su cintura.

Loreley me abrazó fuertemente y sentí su pecho saltar tan arrebatadamente como el mío.

Sus manos fueron bajando cada vez un poco más hasta sostener el elástico de mi bóxer y deslizarlos hacia abajo.

No me interpuse, yo también la deseaba y le seguí el juego, me dejé llevar y saqué un suspiro de satisfacción al sentir su mano sosteniendo mi firmeza.

Estaba a punto de deslizarme hacía abajo para satisfacerla, lo había estado deseando, pero me detuvo.

―Estoy lista amor, estoy lista.

Dante entre pacto y éxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora