ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 9

10.6K 529 57
                                    

-ᴅɪғᴇʀᴇɴᴛᴇs-

LORELEY

Después de haber desayunado tan bien y el placentero sexo que Dante me dio en la ducha, mi cuerpo estaba tan relajado que si volvía a acostarme podría quedarme de nuevo de inmediato.

Él no estaba a la vista, había entrado a su estudio después de haberme prestado unos bóxeres y una camisa que parecía y olía a nueva.

―Loreley ―lo escuché llamarme―. ¿A qué hora te vas a trabajar?

Su cabello aún estaba húmedo, pero ya estaba vestido y parecía que no importaba lo que se pusiese parecía sacado de una revista.

―Me voy a las cinco de la tarde. Pero si necesitas que ya me vaya yo no tengo ningún problema. De todos modos, tengo algunos pendientes y...

―No, no lo digo por eso. Es sólo que si tu quisiera podríamos pasar a comer a algún lado y después te puedo llevar al trabajo.

―...ya veo. Pues..., supongo que sí, si no tienes nada mejor que hacer por mí no hay ningún problema, aunque claro, no quiero abusar de tu confianza.

―No es ningún problema y por favor jamás vuelvas a decir algo así. Sí en algún momento necesito mi espacio o no nos podemos ver yo te lo diré y además te estoy invitando porque me agradas y disfrutó pasar el tiempo contigo.

Dante era muy amable y me hacía recordar que él no era una persona de mierda como yo.

Él estaba bien educado, tenía el empleo de sus sueños, un departamento bonito donde no estaba de arrimado y todas las veces que nos habíamos visto siempre llevaba ropa de buena marca.

Además, se codeaba con gente con extraordinarios departamentos y enormes albercas y de seguro siempre se sentaba en las mesas VIP de cualquier lugar al que iba. Definitivamente él era esa clase de niño bonito.

En cambio, yo..., ni siquiera había terminado la preparatoria y estaba viviendo con mi mejor amiga porque me habían corrido de mi pequeño cuarto rentado para destruir el edificio.

Trabajaba en un lugar en donde si no fuera por las propinas estaría muriendo de hambre y aun así me saltaba algunas comidas para no gastar mucho dinero y a veces caminaba largos tramos para no gastar en transporte.

Todo para ahorrar para un viaje donde me encontraría con mi ex novio, que hasta apenas unos días me había destrozado el corazón.

Mientras pensaba en ello, la vista se me había perdido en mis pies y cuando desperté, vi a Dante andar hacia mí.

―Entonces ¿Qué dices? ―por su mirada llena de preocupación al parecer había notado que me había perdido algunos segundos de la realidad.

―Sí, por supuesto, hagámoslo y..., gracias.

―Muy bien ―finalizó la plática.

Lo vi encender el televisor puso el Netflix.

―Ven aquí. Te pondré una de mis películas favoritas.

Me acosté a su lado y ambos nos quedamos muy entretenidos disfrutando de la película, una muy interesante historia de época con algo de romance y algo de erotismo.

De vez en cuando volteábamos a vernos entre escena y escena, eso me pareció muy lindo, pero nada fuera de lo normal, pero cuando llegó una escena bastante subida de tono entre los protagonistas no sé porque no pude evitar sentirme un poco incómoda.

Me quedé de piedra mirando la pantalla y no sabía cómo reaccionar.

Y sé que estaba pecando de inocente después de la forma en que follamos en la ducha, pero ese tipo de atmósfera me traía demasiados recuerdos y era demasiado íntima para mí.

Dante entre pacto y éxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora