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Thais

Las dos semanas siguientes pasan mucho más rápidas de lo que esperaba. Las clases van muy bien, Aang ha mejorado mucho, se ha quedado en el ático conmigo y ha atraído a Anton para no morirse intoxificado por mí, salgo a entrenar con Elliot en la noche —cosa que se está empezando a convertir en una costumbre—, visitar a Anjoly y a David, he intentado cocinar algo mínimamente comestible, escribir cuatro páginas más de mi nueva novela, Lou y Theodore aún no han atacado y en cuanto a Verónica no ha vuelto a hablar conmigo, me duele pero he aceptado que es su decisión.

Estoy regresando de entrenar con el cuerpo sudoroso y dolido. Cuando veo a Elliot revisar cada uno de los sobres que dejaron para mí, él los separa en pilas imperfectas. Voy a la cocina en busca de un vaso de agua con Elliot siguiéndome de cerca. Cuando lo miro otra vez, su ceño está fruncido y sé que algo anda mal.

Dejo el vaso a un lado y me acerco a él.

—¿Qué pasa?

—Nada.

Con manos temblorosas tomo un sobre blanco sin remitente, solo con mi número de piso. Lo abro. Hay un trozo de lo que parece ser la esquina de una fotografía, también un pedazo de papel cortado a mano con una frase impresa.

"Todos tenemos un lado oscuro, Thais, incluso un ángel como tú. Aún no lo aceptes sé que estás jodida. Estás rota. Y eso es algo que se nota, quieras o no. Y él va a notar que ya no se puede seguir rompiendo algo que ya lo está. Y, en cuanto lo note, se irá corriendo incluso si quién te rompió fue el mismo. Porque querrá a alguien que no esté jodido. Alguien que no sea como tú. Querrá a alguien que realmente lo haga sentir completo y no una que le recuerde lo jodido que está. Mírate. Es obvio solo con verte. Estás destrozada, Thais. Y es una lástima. Pero bueno... nunca es tarde para dejar que Aang encuentre algo que se merezca de verdad. Aunque dudo que él se aparte de tu camino. Siempre ha sido un egoísta de mierda. Y un mentiroso. Cuando se aburre será el primero en dejarte destrozada. Me apuesto lo que sea a que, cuando alguien más quiera tocarte, ni siquiera te mojarás. Porque lo que te gusta es que te traten como una mierda. Porque sabes que es lo que te mereces, al fin de cuenta solo eres un juguete roto."

Yo, por mi parte, me quedo mirando la carta unos segundos. Ni siquiera puedo notar mi propio cuerpo y los oídos me zumban. Me siento como si el mundo pesara el triple cuando, destrozada, salgo de la cocina ignorando a Elliot hablar. Tengo los ojos llenos de lágrimas cuando me encamino de nuevo hacia la puerta de mi habitación. En­cu­ent­ro a Aang sen­ta­do en mi cama, sus de­dos mo­vi­én­do­se sob­re el tec­la­do de una com­pu­ta­do­ra por­tá­til que es­tá co­lo­ca­da en la me­sita de noche. Mi es­tó­ma­go se hun­de, me sonríe.

—¿Qué tal tu entrenamiento? —pregunta.

—Bien —digo a secas.

Frunzo los la­bi­os, pe­ro no es so­lo por to­do el asun­to de la carta. Es el hec­ho de que no pu­edo de­j­ar de mi­rar el rost­ro de Aang, sus oj­os bril­lan­tes y la­bi­os sen­su­ales, sus ras­gos afi­la­dos y la for­ma en que un ca­bel­lo su­el­to cae al azar en su si­en. Y aho­ra lo es­toy ob­ser­van­do.

De­ja de mi­rar­lo.

—Me voy a duchar —espe­to pa­ra dist­ra­er­me.

—Bien —sigue en lo suyo. —¿Quieres que mande a prepararte algo de cenar?

—Ya cené.

No me mira, sigue muy ocupado en su trabajo por lo que no se da cuenta que estoy a punto de llorar. Me quedo admirando su rostro.

Un hombre como Aang debería venir con una advertencia de peligro, y no solo por su tenaz seguridad en sí mismo, sino por todo él.

Tardo unos segundos en sacudir la cabeza y dejar de mirarlo. Doy la vuelta, cierro la puerta del baño antes de desnudarme y darme una ducha rápida. Cuando termino, me envuelvo en una bata, me cubro el cabello con una toalla y abro la puerta del baño. Entro en el dormitorio y veo otra puerta en la esquina que lleva a un vestidor. Entro con cuidado y la luz blanca se enciende automáticamente.

Abyss [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora