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Thais

Lo estaba haciendo muy bien hasta que recaí.

Después de salir de ver a Verónica me bebí más de una sentada de lo que había bebido en toda mi vida. Fui a un bar, pedí una y otra vez, ahogándome en el alcohol que tanto adoraba. Haber dicho que prácticamente era como ella y a pesar de de Aang sea la persona que más daño me ha hecho en el mundo sigo con él, así que no puedo venir y fingir estar bien cuando yo estoy igual o más jodida que ella me había afectado seriamente el cerebro.

Me ha hundido en las profundidades del mar.

Me asfixia en el abismo.

Aquello es lo que yo quiero, es el camino que había elegido.

Pero hace que el corazón se me parta de dolor.

En algo tiene razón; le di el poder a Aang de destruirme y me destruyó más de una vez, sin embargo, sigo a su lado porque lo amo y no puedo dejarlo ir. Y aquello es masoquismo.

Siempre había bebido con regularidad, pero nunca había perdido el control de mis facultades. Ni siquiera había estado borracha como para no saber con exactitud lo que hago. No desde que conozco a Aang, desde que estoy con él nunca había vuelto a ser como antes.

Simplemente, bebía mucho. Había una gran diferencia.

Pero ahora parezco estar compensando todo el alcohol que no había bebido. Ahora estoy rellenando mis células con el alcohol que ansia. Calma mis emociones y me insensibiliza lentamente para no tener que enfrentarme a la realidad.

Así es más fácil plantarle cara.

Acabo en la habitación de Aang con el cuerpo más débil de lo habitual porque había bebido demasiado. No considero que estuviera borracha, pero definitivamente estoy un poco afectada. Por suerte, tengo chófer, así que nunca tengo que preocuparme de ir conduciendo a los sitios por mi cuenta.

La puerta se abre y entro a su habitación.

Aang esta en el baño; me llega a los oídos el sonido del agua salpicando y corriendo. Todo se detiene cuando me oye y aparece un instante después vestido únicamente con los pantalones deportivos.

Justo como yo esperaba que estuviera. Al parecer se estaba cepillando.

Una marcada uve se perfila en su cintura, extendiéndose hasta sus caderas y enmarcando sus abdominales. Los músculos del abdomen se le mueven al caminar hacia mí, y los pectorales permanecen como una pared inamovible e inquebrantable mientras se aproxima a mí.

Sin pronunciar palabra, me rodea la cintura con los brazos, se inclina hacia delante y me besa.

Yo le devuelvo el beso, cayendo rendida en la adicción que más alegrías me aporta a esa patética existencia. Antes mi droga era el alcohol, pero tiene un toque desagradable si tomas demasiado. Con Aang soy incapaz de saciarme, aunque los efectos secundarios son peores que el alcohol sigue siendo mi droga favorito y va a ser mi eterna adicción.

Su suculento beso se va apagando y se echa hacia atrás para mirarme. Sus ojos se posan en mis labios, pero no con la intensidad a la que yo estoy acostumbrada. Están cargados de sospecha y, un momento después, de decepción.

—Has estado bebiendo.

—Sí... un poco.

—Mucho quieres decir.

—Pues mucho.

No aparto las manos de sus bíceps y hundo las puntas de los dedos en los músculos. Es cálido, suave y duro, todo al mismo tiempo.

Abyss [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora