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Thais

—Hmm... —Se lleva  la pistola a la sien, tocándola en un gesto de contemplación antes de apuntarme—. ¿Qué tal si te cuento una historia? Al menos debes saber la razón por la cual vas a morir.

Entorno mi mirada hacia él, sabiendo a dónde va con esto. Así que, me adelanto. Ya esa está estúpida regla: equivocarse es de humano, pero culpa a otros es divino.

—Creciste en la casa de tu padrastro con dinero y protección. Prestigio. Afecto. Devoción de dos padres amorosos. Viviste una vida de cuentos de hadas y comiendo perdices. No querías nada y pediste todo. Tu actitud arrogante y engreída te convierte en un maldito imbécil.

»Tu vida cambió cuando fuiste a ese internado donde conociste a Nova y Aang. Entraste en este mundo ya en la cima de la jerarquía, sin tener que demostrar tu valía. Te lo entregó tu papito. Eres un bebé de un fondo fiduciario que mata gente con trajes Armani de cuatro mil dólares, un puto Rolex y zapatos de cuero italianos. Por favor, dame un maldito descanso de tu historia triste siendo un millonario. Eres un gánster, Theodore. Conduciendo un auto deportivo, pensando que eres el diablo porque es tu legado o alguna mierda por el estilo. Sin embargo, echas la culpa a todos por tus penas porque cuando eras niño tropezaste con una piedra que te hirió y ahora odias a todas las piedras. ¡Oh, Dios, pobre de Theodore y malditas piedras por herirlo porque solo él ha sido herido por la vida!

Sonrío con burla. —Ah, déjame pensar: papi querido es la razón por la que tengo problemas de confianza,¿verdad? Pero lo que no sabes es que Lou te usó porque te vio débil. Incluso muerta te siguen usando.  Mató a Nova con ayuda de tu padre. Lo sabes bien. Eres solo su perra.

Sacude la cabeza, disgustado.

—Viniendo de alguien que solía ser la perra de Aang, no significa mucho —hace una pausa, dejando que sus palabras sean asimiladas—. Ahora es el momento de irse.

—¿Ir a donde?

—Piso de arriba. Tercera habitación a tu derecha —informa. —Las damas primero —dice.

Reprimo cualquier comentario y simplemente hago lo que me dice. La vida de mi amiga está en juego. Camino hacia las escaleras, estoy lista para terminar con esto. Con cada paso, mi corazón se acelera un poco más, latiendo un poco más fuerte. Más demandante. Ansiosa por lo que aún esta por venir. Observo lo que me rodea mientras subo la escalera andrajosa, notando que los cuadros en las paredes están cubiertos de polvo y telarañas también.

No puedo ver a la gente asomándose a través de la neblina de los marcos para darme una pista de mi paradero. Una cosa es segura, nadie había estado aquí en mucho tiempo. Sin embargo, puedo sentir la presencia del amor que una vez existió en esta casa. El sentimiento no esta ni aquí ni allí, ya no importa.

Cuando llegamos a lo alto de las escaleras, siento que su arma se clava más en mi espalda. —No estoy armada, ¿sabes? No necesitas eso, ¿o es que eres un marica tan grande que necesitas tener tu arma en mi puta espalda? ¿No puedes aceptarme como un hombre? ¿Tienes que usar una Glock para hacerme cumplir tus órdenes?

—Prefiero usar mi pene pero aún no.

Trato de controlar mi respiración, mi sangre hierve. Echando humo de rabia, rezo internamente, tratando de calmarme. Aunque es inútil. No logro calmarme.

Esto se siente como mi ejecución. Estoy en el corredor de la muerte. Condenada para siempre por los pecados que otros habían cometido y permitido.

—Es la hora del espectáculo —dice Theodore cuando estoy parada frente a la puerta cerrada—. Veamos qué hay detrás de la puerta número uno. ¿Entramos?

Abyss [Libro #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora