Aang
Se tensa debajo de mí y su respiración se vuelve más trabajosa. La expectación la esta matando, la espera intencionada que yo estoy provocando la hace sufrir. Mantiene las muñecas detrás de la espalda, pero de vez en cuando tira, como si hubiera olvidado que la seda sigue allí.
Pongo las manos sobre el colchón a ambos lados de sus caderas y me inclino sobre ella, presionando mi gran erección contra su trasero. Empiezo a frotarme contra ella, abriéndome paso entre sus deliciosas nalgas. Estira los dedos hacia mí, pero están demasiado lejos. Aquella mujer es mía por completo para que disfrute de ella. La agarro de la garganta y le echo la cabeza hacia atrás lo máximo posible. Cuando sus ojos llegan hasta los míos, le agarro el cuello con más firmeza.
―Quédate así. ―Le suelto el cuello y pongo la mano en el colchón.
Introduzco mi sexo en su abertura empapada y me hundo hasta el fondo. Cierro ambas manos en puños sobre el colchón que tengo debajo mientras mi erección absorbe su excitación como si fuera una esponja. En todas y cada una de las ocasiones me había recibido con su humedad. Siempre esta preparada para mí, en cualquier momento. Me deslizo hasta el fondo y mi miembro se engrosa y dilata su estrechez al máximo.
Bajo la vista hacia su rostro y observo cómo disfruta. Cuando llego demasiado lejos, mueve el cuerpo de inmediato. A veces le golpeo el cérvix por accidente porque mi sexo es demasiado largo. Durante los primeros segundos, me limito a disfrutar de lo que ella siente. Memorizo el modo en que echa los hombros hacia atrás al tener atadas las muñecas. Los pequeños músculos de su cuerpo están flexionados y se perciben bajo la piel.
La provoco con mi miembro, dejando que note lo duro que estoy por ella.
Sin previo aviso, empiezo a embestir con fuerza. El peso la impulsa hacia el colchón y yo aprieto más contra la cama, haciendo que se mueva de arriba abajo mientras empujo con fuerza.
Le doy en el ángulo perfecto, logrando que roce con el clítoris las sábanas que tiene debajo. Se pone a jadear de inmediato y sus gemidos se entremezclan con su respiración agitada. Retuerce las muñecas en sus ataduras en un intento por liberarse. No quiere escapar, pero sí darse la vuelta y tocarme. Sé que desea pasarme las uñas por la espalda y abrirme la piel. Pero no tiene derecho a hacerlo. Con aquel ángulo puedo tomarla hasta el fondo y se ve tan sumisa que deseo descargar mi semilla en su sexo. Quiero hacerlo una y otra vez, pero mi necesidad de ser posesivo me contiene. Está a punto de correrse. Lo siento por el modo en que se contrae sobre mí. Lo noto por cómo se ralentiza su respiración. Me introduzco en ella por completo y me quedo inmóvil.
Ella gime a modo de protesta.
Bajo la mirada hacia su cara y veo el rubor de sus mejillas y el odio en sus ojos.
―Aang...
Me froto contra ella, haciendo que su clítoris se frote con más fuerza contra las sábanas. Ella gime al tiempo que cierra ambas manos en puños.
―¿Te gusta, pequeña?
Ella duda antes de responder, disfrutando de la fricción que le doy.
―Sí...
Saco mi erección de ella y le rodeo el pecho con un brazo. Le beso el cuello, bañando la piel con besos cálidos y acariciándola con la lengua. Se retuerce debajo de mí, disfrutando con aquello, pero también odiándolo.
―Por favor...
―Por favor, ¿qué? ―le digo al oído.
―Fóllame, por favor.
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Abyss [Libro #3]
RomanceTERCER y CUARTO libro de la saga «Placeres Culposos». Una mirada. Un momento. Una chica. Ella fue todo lo que necesité para perder la concentración. Thais Delgado, mi octavo pecado capital. Fue el placer más culposo que pudo llegar a mi vida. No...