Capítulo 5

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La tenue luz de la mañana se filtraba por las cortinas entreabiertas, iluminando con suavidad la habitación desordenada. Ropa tirada, un escritorio con libros apilados y una guitarra en la esquina daban cuenta de una noche caótica. En la cama, envuelto en cobijas revueltas, Kyungsoo abrió los ojos con dificultad.

—Mierda… —murmuró al sentir un punzante dolor en la cabeza mientras se llevaba la mano a la sien.

Un grito lo sacó del letargo:

—¡Kyungsoo, ya levántate! —la voz de su hermana  retumbó por la casa.

Kyungsoo suspiró profundamente y se incorporó con torpeza, estirando los brazos. Al girarse hacia el lado contrario de la cama, algo lo sobresaltó tanto que cayó al suelo con estrépito.

—¡Hey, hey! —exclamó al notar una figura cubierta por las cobijas—. Despierta… oye… —balbuceó, alarmado.

El sonido de pasos subiendo las escaleras lo puso más nervioso.

—¡Te dije que te apures! —insistió Haein desde el pasillo.

Kyungsoo se levantó apresuradamente y notó que aún llevaba la ropa del día anterior. Se acercó a la cama con el corazón latiendo con fuerza y, con algo de temor, retiró la cobija.

—¿Pero qué…? —susurró, confundido, al descubrir un enorme oso de peluche abrazado a la almohada.

En ese momento, Haein entró en la habitación, con expresión impaciente.

—Tómate una aspirina —señaló la mesita de noche—. Joshua te trajo a las tres de la mañana. Te dije que no llegaras tarde, hoy ibas a acompañarme.

—¿Y Binnie? —preguntó Kyungsoo, frunciendo el ceño—. Recuerdo haberlo sacado del antro.

—¿Binnie qué? —replicó Haein mirándolo como si estuviera diciendo tonterías.

—Yo vine con él… ¿no?

Su hermana soltó una carcajada.

—Con el único que llegaste fue con ese oso gigante… y con Joshua. —Rió aún más mientras se retiraba del cuarto.

Kyungsoo se quedó mirando el peluche, incrédulo.

—Genial… —se lamentó, llevándose una mano al rostro—. Qué vergüenza… ¿cómo se supone que voy a mirarles la cara ahora?

Los recuerdos lo golpearon de golpe: le arrebató una bebida a un chico, llamó "gato" a una chica, gritó como maniático al ver un gusano, robó un oso de peluche y salió corriendo del lugar… confundiéndolo después con Binnie y Jisung. Y como si no fuera suficiente, le llamó "momia" a Joshua.

—¡Mierda! ¡Le dije momia a Joshua! —repitió, mordiendo sus uñas con desesperación—. ¡Le dije momia…!

—¡Kyungsoo, apúrate de una vez!

Sin responder, se puso de pie, tomó una muda de ropa y se metió al baño.

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El pasillo era amplio y silencioso, con paredes decoradas por viejas fotos familiares. Kyungsoo caminó lentamente, deteniéndose frente a una puerta que no había abierto en meses. Su mirada se posó en el pomo, temblorosa.

Apoyó la mano en la perilla, cerró los ojos y respiró hondo.
Solo una vez después del suceso se había atrevido a entrar, y fue suficiente para dejar gritos y lágrimas entre objetos lanzados al suelo. Desde entonces, nunca más.

Retrocedió un par de pasos, como si la sola presencia de la puerta lo repeliera.
La miró por última vez y retomó su camino hacia el comedor.

La mesa ya estaba servida con arroz, sopa, banchan y un par de bollos humeantes.

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