Solo bastaron cinco minutos con Gaby y sus libros, para que Franco Reyes decidiera que era mejor que un caballo lo tirase por no saber domarlo, a estar allí intentando que Gaby entendiera sobre matemáticas. No era que Gaby no tuviese potencial, de hecho, en las demás asignaturas no habían demorado mucho tiempo, pues Gaby se sacó esas tareas de encima rápidamente, matemáticas era todo lo contrario, ya llevaban dos horas y Gaby simplemente no quería entender.
—Gab, haz un esfuerzo, por favor.
—Ay no, que flojera, papá. Mejor vamos a ver televisión
—Le dije a tu madre que te ayudaria con tus tareas.
—Si pero no hay nadie capaz de ayudarme a entender mates
—No es tan difícil, Gaby, solo quedan un par de ejercicios.
—Si los haces por mí podríamos acabar con esto rápido... y no sufririas más intentando ayudarme.
—¿Y que tu madre me asesine por ayudarte a hacer trampa? no señorita, agarra el lápiz otra vez, vamos.
Una hora y media más tarde Gaby cerró sus libros, exhausta, pero no más exhausta que su padre, quien jamás se imaginó que fuese tan difícil ayuda a una adolescente con sus tareas.
Ambos se voltearon al oír la puerta abrirse, era Sarita, quien entró a la habitación con una sonrisa en su rostro al ver esa escena que para ella siempre había sido tan común.
Franco la escaneó de pies a cabeza, se veía preciosa, aún llevaba puestas las chaparreras y su sombrero en la mano, a pesar de la sonrisa en su rostro Franco podía notar que estaba exhausta.
—Gaby, ¿terminaste? –Preguntó Sara acercándose a ellos—
—Si, mami.
—Ve a cambiarte el uniforme antes de cenar por favor mi amor
Gaby obedeció, buscando su pijama en uno de los cajones antes de correr al baño para cambiarse de ropa, Sara se acercó un poco más a Franco, colocando una mano en el hombro de su marido, este alzó la vista para encontrarse con esa sonrisa encantadora
—¿Te quedas a cenar? — preguntó sara con voz suave—
—Si, no he visto a Andrés en todo el dia, y a ti tampoco, quiero pasar un rato contigo antes de volver a casa de Juan
—No prometo ser muy buena compañía, estoy exhausta
Franco se levantó de la silla, y corrió un mechón de pelo detrás de la oreja de Sarita, le acarició la mejilla, y la miró a los ojos, esos ojitos tan cansados, pero que al mismo tiempo se mantenían bien abiertos para miralo a él.
—¿Te parece si tomamos algo después de la cena? no quiero quitarte mucho tiempo de sueño, pero así puedes distender un poco
Sara, nerviosa ante su cercanía, solo alcanzó a asentir, le indicó que iria a darse una ducha antes de la cena, mientras caminaba hacia su cuarto, se quedó pensando en aquello que le daba vueltas a la cabeza hace días:
Franco de regreso en casa.
No había encontrado el momento indicado para preguntarle, pero ella creía firmemente que a Franco podría ayudarle regresar a vivir con ellos e integrarse a la rutina familiar, pero no quería asustarlo tampoco, su esposo se veía muy a gusto viviendo con Norma y Juan y ella no quería que él pensara que estaba desesperada por tenerlo de nuevo a su lado, aunque la verdad era que si lo estaba.
La dulzura de Franco la estaba matando.
Sus palabras dulces, su inocencia ante todo, su cercanía.
Dios, ¿Cómo podía tenerlo tan cerca como acababa de tenerlo recién, y aguantarse las ganas que tenía de comerle la boca?
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El corazón no olvida (Sarita y Franco)
Fanfiction¿Como reaccionarias si el amor de tu vida regresa a casa, pero sin recordar nada de lo que han vivido juntos?