capitulo veintiocho: quince años

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Franco tuvo que salir de la habitación para contener las lagrimas.

Gaby había intentado que sus dos padres se quedasen con ella en la habitación mientras su madrina la maquillaba, estaba demasiado nerviosa y quería tenerlos a ambos cerca todo el tiempo, pero solo Sarita había tenido la fuerza para quedarse allí.

El, como él buen hombre sensible que era, no lo había soportado.

Su hija se veía preciosa, aun no se había metido en su vestido, pero Jimena ya casi había terminado con el maquillaje y peinado, y Gaby lucia como una princesa, con ondas perfectamente formadas en su cabello, y el maquillaje sencillo, pero con la cantidad de brillos suficiente para hacerla destacar.

—Dice Gaby que no seas un llorón y la acompañes

Franco se volteó y se encontró con su esposa asomando la cabeza por la puerta, intentando contener la risa.

—Dile a Gaby que me quedaré afuera

—Franco, ¿Eres consiente de que tendrás que verla tarde o temprano y que no puedes estar llorando toda la noche, verdad?

—Al menos tendré tiempo para prepararme mentalmente

Sara lo miró con dulzura, abrió un poco más la puerta para salir de la habitación de su hija, caminó hacia su esposo, tomando el rostro de Franco entre sus manos para acariciar sus mejillas

—Por favor, dime que el bebé es un niño y que no tendré que pasar por esto otra vez —Susurró—

Sara abrió los ojos sorprendida, y miró a ambos lados asegurándose de que Andrés no estaba a la vista antes de dirigir nuevamente su mirada hacia su esposo

—¿Eres bobo? ¡Te van a oir! Y aun no podemos saberlo, pero realmente tengo el presentimiento de que asi será—Dijo guiñandole el ojo–

—Gracias al cielo —Exclamó aliviado, causando la risa de Sarita— ¿En cuanto tiempo tenemos que irnos?

—Tú y Gaby, como en una hora, Andrés y yo iremos directamente al salón, asi que tenemos más tiempo. Si quieres puedes ir alistándote, Leandro dejó tu traje encima de nuestra cama, trata de no arrugarlo.

Franco hizo un pequeño saludo militar en forma de broma y se dió la vuelta para caminar hacia su habitación, a medio camino, volvió a oir la voz de su esposa que aun no regresaba al interior del cuarto junto a Gaby.

"Ojo con arruinar mi vestido" Le advirtió la castaña

Franco quiso darse la vuelta para defenderse, pero él más que nadie sabia que lo más probable era que terminara haciendo un desastre, por lo que siguió su camino.

Veinte minutos después se encontraba ya duchado, se colocó su bata blanca para no ensuciarse el traje mientras emparejaba un poco la barba, se colocó el traje negro, los zapatos a juego, y justo en el momento en que le tocaba luchar con la corbata, entró Sarita a la habitación.

—¿Ya estás listo? –Preguntó dirigiéndose a su closet sin mirarlo—

—Casi, solo me falta la corbata... ¿Me ayudas?

—El dia en que aprendas a anudarla de manera correcta, se acaba el mundo —Bromeó su mujer tomando la corbata de encima de la cama— Mi amor, ¿Estás seguro de que no quieren que los acompañe a la sesión de fotos?

—Yo me encargo, tranquila.

—No puedo estar tranquila sabiendo que estoy enviando a las dos personas más desastrosas que conozco a tomarse fotos en un lugar al aire libre —Dijo pasando la corbata alrededor del cuello de Franco—

El corazón no olvida (Sarita y Franco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora