capitulo veintinueve: como padre primerizo

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Otra reunión más que llegaba a su fin, y por fortuna, también la jornada laboral de Franco.

Su teléfono celular sonó, y Franco sonrió al ver el nombre de Sarita en la pantalla, aunque su sonrisa se borró al recordar que esa mañana había partido más temprano de lo habitual de casa, y lo más probable era que Sara le llamase para regañarlo por no haberla saludado antes de irse.

Desde que se había enterado de la existencia de su bebé, el trabajo se le había triplicado. Sara ponía todo de sí para trabajar desde casa, revisando las propuestas -que era lo que más tiempo le demandaba- coordinando reuniones e incluso más de una vez había participado de reuniones con algún inversionista nuevo mediante video llamada.

Franco estaba muy agradecido con Sara por intentar ayudarle, pero él seguía insistiéndole en que debía estar quieta. Sara era una persona calmada la mayoría de las veces, pero en ocasiones, debían lidiar con inversionistas que intentaban pasarse de listos, y Sara explotaba en momentos como ese, si había algo que le molestaba, era que se metieran con sus negocios y la tratasen de tonta.

Esos arranques de ira -completamente justificados- podían costarle una visita a urgencias en el mejor de los casos, y Franco no quería arriesgarse, en especial hasta que lograran encontrar tiempo para decírselo a su familia.

En cuanto su propia fiesta terminó, Gaby se puso manos a la obra para ayudar a una de sus mejores amigas a diseñar su vestido de quince años, y aunque técnicamente seguía castigada, ni Franco ni Sara habían encontrado valor para negarse a que su hija adquiriese más experiencia en el mundo del diseño de indumentaria, al fin y al cabo, cada pequeño aprendizaje le serviría en el futuro.

Andrés y su banda se la pasaban encerrados en su sala de ensayo, demasiado ocupados componiendo lo que esperaban fuese su primer disco oficial.

Cuando Franco llegaba a casa por las noches, Gaby ya había partido a casa de alguna de sus amigas o al taller de su tia Jimena junto a Leandro, y cuando no debía irse, era Andrés quien no estaba en casa.

Ni Franco ni Sara lograban encontrar un momento donde estuvieran los cuatro, y pudieran hablar sin interrupciones.

Pero hoy, Franco había logrado terminar con sus reuniones en tiempo record, y tenia incluso un par de horas libres antes de que Andrés llegara a casa, y una hora después, llegaría Gaby.

—Entonces, ¿Hoy? —Preguntó Sara en cuanto él se colocó el teléfono en la oreja—

—Buenos días a ti también

—No me reclames los buenos días, que te fuiste sin siquiera despertarme —Le reclamó—

—Me fui muy temprano,y te veias bonita durmiendo —Respondió con una sonrisa, al recordar la posición en la que había quedado Sara, boca arriba, con el pelo desparramado en la almohada, y una de sus manos encima de su vientre—

—Pues gracias a ti me quedé dormida y tus hijos llegaron tarde al colegio.

—¿No que tu tienes un despertador en la cabeza? Siempre te despiertas sin alarma, Sara

—Al parecer tu nuevo hijo la ha apagado, si Gaby no venia desesperada a mi cuarto porque se les había pasado la hora, probablemente hubiese dormido hasta el medio dia. Hablando de eso, mi amor, ¿Si vas a llegar a tiempo, no?

—Si, mi amor. Es más, si quieres puedo ir ya a la casa, terminé con todo lo que debía hacer hoy.

—No, no vengas, me voy a echar una siesta y tu eres una distracción —Franco la escuchó riendo del otro lado de la linea—

El corazón no olvida (Sarita y Franco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora