Sara detuvo su andar en cuanto llegaron a la entrada de las caballerizas. Le indicó a Franco que la esperara allí, y fue en busca de Gonzalo para pedirle que prepararan al caballo de su esposo.
Franco quiso arrepentirse en cuanto vio al animal, ¿Como se suponía que él controlaría a esa bestia?
—Gonzalo, por favor, ensillalo bien, no quiero que Franco se accidente
Sara se acercó de nuevo a él, el ojiazul se tomó el tiempo de mirarla de arriba a abajo. Tenia puesto un sombrero negro, una camisa blanca con los primeros botones desabrochados, unos vaqueros en color azul oscuro y los pantalones de montar.
Franco creía que no podía verse más hermosa. Aquellas prendas le quedaban pintadas, si el había creído que Sara ya combinaba bien con lo verde de la naturaleza, combinaba muchísimo mejor con un caballo y su ropa de montar.
—¿Cómo estás? —preguntó quitándose el sombrero por un momento—
—Bien, ¿y tú?
—Cansada, pero bien. Gaby me contó que aceptaste ayudarla con su fiesta de quince años, Franco no es necesario que lo hagas si no te sientes preparado, mis hermanas y yo podemos encargarnos.
—Tranquila, Sara. Me siento bien, además no quiero arruinarle la ilusión a Gaby.
—Le diré que no invite a tanta gente, no quiero que te sientas incómodo.
Franco no podía estar más fascinado con la manera en la que Sara cuidaba de él, en sus ojos podía ver la preocupación que sentía, sintió la necesidad de abrazarla y decirle que no tenía de qué preocuparse, pero decidió simplemente tomar ambas manos de Sara entre las suyas.
—Sarita, en serio, estoy bien no tienes de qué preocuparte, deja que Gaby invite a medio San Marcos si así lo desea, es su cumpleaños y quiero que la pase bien.
—¿Seguro?
—Que sí —río— además, tenemos que celebrar que estoy aquí, de la manera que sea, estoy aquí y ese es suficiente motivo de celebración.
Sara entrecerró los ojos al oírlo decir eso.
—¿Estuviste hablando del tema con Oscar o con mi abuelo? —Preguntó cruzándose de brazos—
—Tu abuelo
—Ya decía yo que alguno de esos dos te había llenado la cabeza —Dijo riendo mientras negaba con la cabeza— pero está bien, lo haremos como tu quieras, eso sí, si te sientes incomodo ese día no dudes en decirmelo, ¿Si?
Franco asintió.
Gonzalo llamó a Sara para avisarle que el caballo de Franco ya estaba listo, sin soltarle la mano, Sarita comenzó a caminar hacia donde Gonzalo le había indicado que habían dejado a ambos ejemplares.
—Él es Sexto —Le informó en cuanto pasaron por al lado de su propio caballo— y este es el tuyo, Trueno.
El nombre no sonaba muy tranquilo, Franco ya podía sentir que aquella no sería una tarea fácil, Sarita acarició el lomo de Trueno y le dio un par de besos en la frente.
Definitivamente Sara con caballos era la cosa más tierna del mundo, y Franco decidió que también era su Sara favorita.
—Trueno ya te conoce, asi que eso facilita todo
—Pero yo no sé cómo tratarlo.
—No, no lo conoces pero él a ti si, eso significa que confía en ti, y aunque te equivoques, podrá protestar, pero lo más probable es que solo se quede en eso, en una protesta, no va a intentar tirarte, además él no es para nada agresivo.
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El corazón no olvida (Sarita y Franco)
Hayran Kurgu¿Como reaccionarias si el amor de tu vida regresa a casa, pero sin recordar nada de lo que han vivido juntos?