capitulo treinta y uno: ¿Niño o niña?

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Un mes.

Un mes entero había pasado, y las cosas parecían no querer mejorar para Sara y Franco. La situación de Gaby los estaba sobrepasando. Habían hecho de todo para lograr que su hija menor aceptase a su nuevo hermano;

Habían hablado con ella juntos y por separado, ambos intentando convencerla por su lado de que sus miedos no tenían fundamentos.

Habían enviado a sus tias a hablar con ella.

Andrés también se ofreció en una oportunidad a hablarle

E incluso habían solicitado ayuda con la psicóloga del colegio, para saber si era necesario involucrar a un profesional en el asunto, pero la psicóloga escolar les aseguró que solo era cuestión de tiempo, y que Gaby con el tiempo lo aceptaría. Ya habían pasado dos semanas desde esa reunión, y nada había mejorado.

Gaby Reyes simplemente estaba reacia a la idea de tener un nuevo hermano.

—¿Como crees que nos vaya hoy? —Preguntó Sara, aun recostada sobre el pecho de su marido—

—Si logramos que el dia sea tan solo un poco mejor que el de ayer, creo que podemos considerarlo un triunfo —Intentó bromear Franco acariciandole la espalda— ¿Tu estás segura de que te sientes bien?

Gaby no era la mayor preocupación de Franco, él, a diferencia de Sara, estaba convencido de que Gaby lo aceptaría con el paso del tiempo. Lo que realmente le preocupaba, era como aquello pudiese repercutir en la salud de su esposa y el bebé.

—Tranquilo, sandwichito y yo nos sentimos de maravilla —Le aseguró bajando su mirada hacia su ya notorio vientre de tres meses—

—No sabes cuanto agradezco que por fin hoy nos dirán el sexo, a ver si te decides por un nombre y dejas de llamar a mi hijo de esa manera.

—A él o ella le gusta

—¿Ahora hablas con nuestro hijo por telepatía, o qué? —Río Franco levantandose de la cama—

—Soy su madre, yo sé lo que le gusta y lo que no

—Ajá, y yo soy su papá, y puedo decirte desde ahora que cuando sepa como lo llamabas, te va a querer matar

—No voy a discutir con alguien que le llama pitufo gruñon.

—¿Acaso dudas de que será un gruñón como tu? De todas maneras, a partir de hoy tendremos que llamarlo por su nombre —Le recordó mientras se colocaba la camisa—

—¿Estás seguro de que vas a llegar a tiempo?

—Al cien por ciento, solo me voy a ocupar de la reunión con los Hernandez y Rivera, para el medio dia estaré libre, Óscar se hará cargo del resto.

—¿Crees que vas a conseguir algo con esa reunión, mi amor? — Preguntó Sara levantandose de la cama y dirigiendose hacia Franco para acomodarle el saco—

—Si te soy sincero, no tengo altas expectativas.

Como si los problemas con Gaby no fuesen suficientes, los negocios eran otro asunto que se les había complicado en las últimas semanas. El trato que Juan había concretado con Mejía no había salido nada bien, El mayor de los hermanos Reyes no solo había comprobado que uno de esos caballos tenía papeles falsificados, si no que con el correr de los días, los vaqueros comenzaron a notar que el resto de ejemplares presentaba ciertos problemas de salud que no habían sido informados en su ficha médica, y por ende, los volvía inutilizables para competiciones.

Franco y Oscar llevaban las últimas dos semanas intentando dar con Mejía pero había sido inútil, se encontraba de viaje y no regresaría hasta dentro de algunos días más, su abogado no respondía a las llamadas, y los hermanos Reyes habían comenzado a desesperarse. Se había puesto en contacto con algunos hacendados que habían cerrado tratos con él en las ultimas semanas, y esperaban conseguir alguna información que los ayudase a dar con el paradero del hacendado.

El corazón no olvida (Sarita y Franco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora