capitulo diez: una cena

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La casa que habían compartido en algún momento Sara y Franco no era grande, constaba de un gran ambiente sin divisiones abajo, cocina, comedor y sala, en el piso de arriba había cinco habitaciones y un pequeñísimo estudio interior. además del estudio grande un poco apartado de la casa.

Sara tomó la mano de su marido para comenzar a recorrerla, Franco observó detenidamente el resto de la sala antes de seguir a Sara hacia la cocina.

—No hay mucho que ver aquí abajo —Dijo ella mientras se detenían junto a la barra desayunadora—

—Se ve muy acogedora —Señaló Franco volviendo a mirar a la sala- me sorprenden los ventanales

—No fue idea ni tuya ni mía, luego de ver la idea que teníamos para la casa, nos aconsejó colocarlos, al principio nos parecia una idea bastante boba, a ambos nos gusta la privacidad, pero nos invitó a ver una casa con esos mismos ventanales, y te enamoraste

—¿Y a ti te gustan?

—Al principio quise matarte —sonrió al recordar— Pero me convenciste de que era una buena idea la primer noche que pasamos aquí, me despertaste de madrugada y me trajiste a la sala, es un lugar maravilloso con la luz de la luna.

Franco asintió, ahora mismo aquella falta de privacidad le parecía una locura, pero la explicación de Sara sonaba bastante a él, siempre le había encantado pasar sus noches fuera, gozando de la maravillosa vista del cielo estrellado.

—¿Quieres subir? lo más bonito de la casa está arriba

Franco asintió y comenzó a caminar hacia las escaleras. Al llegar al piso de arriba se encontró con un pasillo que venía desde el lado izquierdo, y se dividía en dos pasando las escaleras.

—Por aquí está nuestra habitación -Le indicó Sara llevándoselo hacia el lado izquierdo.

Sara abrió la puerta e ingresó con Franco detrás. Franco fijó su mirada primero en la cama, para luego mirar en una de las mesas de noche, pudo notar un portarretratos de Andrés y Gaby.

Sara no preguntó nada, no quería presionarlo a decir nada, pero podía ver en los ojos de Franco que le gustaba la habitación.

—El baño está detrás de aquella pared -señaló- junto al closet, por cierto, toda tu ropa sigue ahí -sonrió-

Franco asintió, y Sara lo guió hacia la siguiente habitación.

—¡Mamá! ¡Me hubieras avisado que papá entraría en las habitaciones! -Le reclamó nervioso Andrés cuando ella abrió la puerta-

Andrés comenzó a recorrer su cuarto levantando las partituras regadas por el suelo, y dejó todo encima de la cama. El cuarto estaba limpio a excepción de algunos instrumentos regados por aquí y por allá.

Las partituras que Andrés recogió del suelo llamaron la atención de su papá.

—¿Compones? —Le preguntó—

—Si, pero no lo hago muy bien

—No le hagas caso, es tan perfeccionista como tu y yo —Interrumpió Sara— compone de maravilla

—¿Quieres ver? —Preguntó Andrés—

Franco miró un poco la habitación de su hijo, un rincón completo de instrumentos musicales de todo tipo, desde una flauta hasta una batería. La habitación tenía colores parecidos a los de su propio cuarto, pero a diferencia del cuarto de él y Sara, esta estaba llena de cuadros de diferentes artistas, con un tocadiscos en un rincón, debajo de este Franco pudo visualizar una gran colección de vinilos y cds. Volvió a fijar su atención en su hijo mayor.

El corazón no olvida (Sarita y Franco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora