La mujer que Franco tenía en frente suspiró al escuchar el nombre de Libia Reyes, Franco no le quitaba los ojos de encima , ella pudo ver la ilusión en aquellos ojos azules, y de solo pensar en que tendría que romper esa ilusión, hizo que se le partiera el corazón. Franco miraba a aquella mujer, esperando que esta le confirmase que era Libia, deseaba abrazarla, llenarla de besos, y golpear a sus hermanos por haberle mentido sobre Libia, pero lo que salió de la boca de aquella mujer lo desconcertó.
—Franco, no soy Libia
Franco tuvo que echarse a reír.
¿Cómo podía no ser ella? Franco reconocería a su hermana donde fuese, sus rasgos tan característicos, su mirada inocente, y esa dulce voz que solo Libia Reyes poseía. Franco se acercó, decidido a envolver a su pequeña hermanita en un abrazo, pero ella retrocedió.
—Franco, tenemos que habl-
La mujer no pudo terminar de hablar cuando sintió los brazos del menor de los Reyes alrededor suyo, él se aferraba a ella con fuerza, y ella se dejó abrazar por un instante, a pesar de no ser Libia Reyes, amaba y había extrañado horrores a Franco, un par de segundos después se separó de él, encontrándose con una sonrisa enorme en el rostro de este.
Ruth Uribe no sabía cómo lidiar con esa situación, si, había vivido una situación parecida hace diecinueve años cuando conoció a los Reyes, podía ver en los ojos de Franco la misma ilusión que había visto en aquellos tres hermanos la noche en la que los conoció, pero todo era diferente ahora. A pesar de que los tres hermanos Reyes habían creído por un instante que esa joven que se presentó en la casa Elizondo era su hermana pequeña, los tres habían visto el cuerpo sin vida de su hermana, y sabían que aquello se trataba de una simple coincidencia.
Pero este Franco ni siquiera recordaba el día en que su pequeña hermana había aparecido sin vida, y Ruth suponia que nadie se había animado a decirle la verdad sobre la muerte de la menor de los Reyes, por lo que era de esperarse que Franco, en el fondo de su corazón, creyera que su hermana aún vivía. Ruth se maldijo a sí misma por no obedecer a Leandro e ir a recorrer San Marcos en vez de quedarse en el carro como él le había pedido.
—Franco, escuchame —rogó ella—
—¡Franco! —Ambos escucharon la voz de Sara detrás de ellos—
Franco se volteó a ver a Sara, quien venía acompañada de un hombre de su misma edad, al cual por supuesto él no conocía. Franco le sonrió a su mujer, ansioso de enseñarle que su hermana estaba junto a él, mientras que la mujer al lado de Franco suplicó ayuda con la mirada a la mayor de las Elizondo y al hombre a su lado.
—Amor —susurró Sara acercandose a Franco— ven aqui
—Sara, mirala, es Libia
Sara vio los ojos de Franco, un poco aguados, y con la ilusión de un niño de cinco años. Suspiró y tomó las manos de su marido entre las suyas, alejándose un poco de las otras dos personas que los acompañaban.
—Franco, escuchame, esa mujer no es tu hermana –Franco volvió a reír– Es tu prima, amor.
—Sara, es mi hermana, la reconocería donde fuera –aseguró señalandola — Su voz, sus ojitos, ¡Es ella!
El corazón de Sara se rompió al oírlo, ella sabía que sería difícil, que a su marido le costaría entender lo que sucedía, pero esperaba tener un par de días más para poder hablar con Franco, y ahora, gracias a la repentina llegada de Ruth a San Marcos, debía lidiar con aquella situación lo mejor que pudiese, llevó sus manos a las mejillas de Franco, acariciandolas con suavidad.
ESTÁS LEYENDO
El corazón no olvida (Sarita y Franco)
Fanfiction¿Como reaccionarias si el amor de tu vida regresa a casa, pero sin recordar nada de lo que han vivido juntos?