capitulo veintidós : Natalie y Eustaquio

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El lunes por la mañana, Sara se despertó una hora antes de que su alarma sonara, con cuidado de no despertar a Franco hizo a un lado las frazadas y se dirigió al baño, una sonrisa se formó en su rostro al ver toda la ropa tirada en el suelo, recordando lo sucedido la noche anterior.

Rápidamente levantó todas las prendas que estaban regadas por el suelo y las metió en el canasto de la ropa sucia. luego de hacer su rutina matutina y vestirse, salió de su habitación en dirección al cuarto de Gaby, golpeó un par de veces, sin obtener respuesta.

—La niña Gaby está abajo, doña Sarita —Sara se sobresaltó un poco al oir la voz de Irene, y se dio la vuelta para mirarla— Sus sobrinos llegaron hace un rato, y tanto la niña Gaby como el joven Andrés se levantaron, están acabando de limpiar el desastre de anoche, por cierto, buenos días —sonrió—

—Buenos días, Irene. Espera, ¿Gaby levantandose más temprano que yo?

—Incluso se despertó antes que Andrés

—Voy a revisar si esa niña no tiene fiebre —bromeó la castaña dirigiéndose hacia las escaleras—

Al bajar, vio a los cinco Reyes Elizondo tirados en el sofá. No era tanto el desastre que habían causado, pero si habían desordenado toda la sala, y por lo que Sara podía ver, los cinco ya se habían encargado de dejar la sala como si nada hubiese pasado.

—Buenos días –Saludó Sara algo extrañada de ver a los mellizos y Gaby despiertos tan temprano— ¿Se sienten bien?

—¿Por qué preguntas, mamá? —Gaby le sonrió, sabiendo muy bien a que se refería su madre–

—Gaby, mi amor, te levantaste a las cinco y media de la mañana, la ultima vez que te levantaste a esa hora eras una bebé.

—Ay tia, no exageres —Erick se acercó a ella— Solo quisimos asegurarnos de dejar la sala ordenada antes de ir a clases

—Se levantan temprano... y hacen exactamente lo que les pedí sin que deba repetirlo, ¿Están seguros de que ustedes tres se sienten bien? —Preguntó preocupada Sarita mirando a Gaby y los mellizos—

Andrés y Juan David siempre habían sido obedientes, cometiendo las travesuras típicas de un niño, pero no hacia falta más que un simple regaño para que ambos se arrepintieran de lo que habían hecho e intentaran remediarlo.

Los mellizos y Gaby habían sido todo lo contrario, a diferencia de sus hermanos, ellos eran uno más desastroso que el otro. Norma y Sara siempre tenían que regañarlos más de cinco veces para que hicieran lo que ellas les pedían. No podian culparlos, a leguas se notaba que Andrés era igual de aplicado que su mamá, y que Juan David era tan maduro como su padre, pero Gaby había heredado el gen desastroso de Franco y su tia Jimena y los mellizos eran como una versión más pequeña de Oscar y Franco, que al complotarse con su prima, causaban desastre tras desastre. Norma y Sara simplemente se habían adaptado a la personalidad tan única de cada uno de sus hijos.

—Solo quisieron ordenar rapido porque la tia Ruth y el tío Leandro llamaron avisando que vendrían a desayunar –Le comentó Juan David a su madrina—

—¡JuanDa, no seas chismoso! —Gaby volvió a mirar a su madre— Ya le avisamos a Irene que ellos vendrían, y no tienes que llevarnos al colegio, Leandro se ofreció

—¿Tengo que confiar en que Leandro realmente va a llevarlos al colegio y no va a llevarselos a pasear por ahí como acostumbra?

—Ese era el plan inicialmente —Confesó León— pero mi mamá le comentó a Leandro lo que sucedió anoche y él dijo que esa salida quedaría para otro dia

—¿No les parece muy temprano?

Los seis se voltearon al oir la voz de Franco, quien bajaba por las escaleras aun con su pijama puesto. Al terminar de bajar las escaleras, el ojiazul se colocó al lado de Sara, pasando su brazo alrededor de ella antes de plantar un suave beso en su frente, Sarita sonrió ante el gesto, y los cinco adolescentes que estaban en la sala comenzaron a quejarse

El corazón no olvida (Sarita y Franco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora